Alcorque nº 3 (1995)

Revista Alcorque, nº 3 (diciembre 1995)

Los dos primeros números de Alcorque se crearon en el aula de literatura del curso escolar 1994-1995. La experiencia de aquel curso, incluida la revista, me encanto, y volví a matricularme al año siguiente. La profesora, Consuelo Cerejido, tuvo la habilidad de plantear un curso de escritura apropiado tanto para los que veníamos del año anterior como para los nuevos.

Una de las incertidumbres era si seguiríamos adelante con la revista Alcorque. Sí, lo hicimos. Varios de los compañeros del curso pasado volvíamos a estar juntos y con ganas de continuar el proyecto.

Entonces hacía ya un par de años que conocía a Raúl Yebra y nos habíamos intercambiado varios cuentos. Nos presentó Miguel Ángel Viejo, mi mejor amigo del colegio. Nos dejamos de ver paulatinamente cuando terminamos la EGB y fuimos a parar a institutos diferentes. Cada vez nos veíamos menos, y en una de esas me presentó a Raúl. Cuando me habló de él la primera vez me dijo algo así como «Está loco y también escribe, te lo tengo que presentar». Quedamos varias veces y comprobé que su locura era en realidad una creatividad desbordada. Supongo que en algún momento le recomendé los cursos de creación literaria y, este año, Raúl también se matriculó y fuimos compañeros de clases.

«El bosque de las almas en pena» fue el relato que Raúl publicó en el número 3 de Alcorque. Yo incluí «El aroma de las estrellas», un cuento que mejoraba sin duda mis trabajos anteriores para los números 1 y 2 de la revista. Mis amigos Ana Garrido y Juan José Alcolea se decantaron por los poemas «Vértice» y «Una tarde cualquiera de otoño», respectivamente. Otros títulos de las obras allí incluidas me traen sensaciones especiales, como «Borobudul», «Relumino» o «Interior de un cuadro sin luz», y me he descubierto con cierta resistencia a continuar más allá del título por si, después de tantos años, una nueva lectura pudiera hacerles perder su magia. Existe, o debe existir, el derecho a no releer algo que nos gustó mucho tiempo atrás, igual que existe el derecho a dulcificar los recuerdos.

La genialidad de Yolanda Núñez estaba presente de nuevo. Su técnica de maquetación artesana y su habilidad para explotar las posibilidades de las fotocopiadoras se encuentran por toda la revista y, sobre todo, en las páginas centrales. Nos divertimos con las manualidades navideñas que incluimos entre todos. Aquel diciembre, antes de irnos de vacaciones, quedó lanzada. Había pasado casi un año desde el primer número de Alcorque, que vio la luz el febrero anterior. Yo, encantado de haber publicado en tres ocasiones durante aquel año de 1995 gracias a la revista y a la Universidad Popular de Alcorcón.

 

 

Alcorque nº 2 (1995)

Revista Alcorque, nº 2 (junio 1995)

En junio de 1995, y para despedir el curso de creación literaria de la Universidad Popular de Alcorcón, publicamos el segundo número de la revista Alcorque.

El planteamiento parecía que sería similar al del primer número, pero ocurrieron varias cosas que le dieron a este mucha más fuerza. Las ilustraciones ganaron en calidad, comenzando por la propia portada. En esta ocasión, no imprimimos los ejemplares en un servicio de reprografía, sino que utilizamos los recursos y la fotocopiadora de la misma Universidad Popular de Alcorcón, y eso la hizo aún más artesana que la primera. Pero, sobre todo, tuvimos a Yolanda Núñez.

Yolanda irradiaba una energía especial. Era todo nervio y buen carácter. Se echó al hombro la revista y tiró de ella, de todos nosotros. Revolucionó la maquetación: la sacó de los corsés del software de oficina de la época y trabajó con tijeras, pegamento y rotuladores sobre los grandes pliegos A3 originales. Supo crear una tremenda complicidad entre nosotros. Ya no era tan solo la revista del aula de creación literaria que cargaba su peso en la profesora del curso para poder flotar, se había convertido en algo autónomo, de todos y mucho más fuerte.

Volví a publicar junto a mis compañeros del primer número y, además, se nos sumó Juan José Alcolea. El número 2 de Alcorque fue el primer proyecto que tuvimos en común  él, Ana Garrido y yo. Años más tarde, ingresaríamos en Verbo Azul y cogeríamos las riendas juntos de La Hoja Azul en Blanco. Pero esa es otra historia y debe contarse en otra ocasión.

Publiqué dos textos, el cuento «Sekuestro doble» (sí, a mis 16 años no sabía bien cómo ser rebelde, y utilizar la letra ka en cualquier sitio no me parecía tan mal) y «Hada», un poema breve, adolescente también, del que me sigue gustando el ritmo.

Este segundo número fue poderoso y mágico. El árbol lector del dibujo de portada me encanta, la verdadera imagen de lo que para mí significa esta revista. Y mucho más. Si es verdad que, cuando uno muere, se agolpan las imágenes de lo más importante que ha vivido, para mí esta portada será sin duda una de ellas.

Animo a todo el mundo a imprimir un par de cuentos o poemas y, después, dejar de lado el ordenador, desplegar en la mesa de trabajo un gran papel A3, revistas, tijeras, rotuladores y pegamento, recortar nuestros textos impresos y cualquier cosa con lo que nos apetezca rodearlos y montar una obra artesana.

Este ejemplar bien podría ser una pieza de coleccionista. Creo que la experiencia en Alcorque tiene mucho que ver con que hoy en día guarde con cariño cualquier libro de tirada ultracorta que caiga en mis manos, y mucho también con que me guste tanto leer escritores aficionados o independientes.

Alcorque nº 1 (1995)

Revista Alcorque nº 1 (febrero 1995)

La primera vez que publiqué fue en 1995, en la revista Alcorque del aula de creación literaria de la Universidad Popular de Alcorcón. Cada uno de los compañeros de aquel curso de escritura contribuimos con un cuento. Guardo aún un ejemplar de esta revista. Hoy he querido sacarlo de la estantería para traerlo a este blog y recordar aquella primera aventura de publicación.

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