Música de ciencia ficción 02: ALPHA (Vangelis)

Si hay un artista sinónimo de astronomía y exploración espacial, ese es Vangelis. Su contribución a la banda sonora de la mítica serie documental Cosmos: un viaje personal de Carl Sagan es, probablemente, su trabajo de mayor impacto.

Alpha es el corte que, a mi parecer, mejor evoca la fascinación por el espacio en toda su amplitud.

Alpha comienza despacio, como ingrávida, con más silencio que materia musical, como si realmente sonara perdida y rodeada de una inmensidad de vacío negro. La pieza va creciendo, coge cuerpo y llega a adquirir una grandiosidad solemne que bien podría evocar la proximidad de algún enorme cuerpo celeste. Sí, Alpha nos recuerda a golpe de sintetizador que el espacio es capaz del vacío más absoluto y, a la vez, es también la enormidad y lo majestuoso de los cuerpos celestes más extremos.

El uso que hace Vangelis de los sitetizadores crea una atmósfera de perfecto retrofuturismo. No en vano, es una composición de los profundos años setenta y viene de la mano de uno de los pioneros mundiales en la música electrónica.

Es probable que la fuerza de Alpha tenga una gran componente de nostaliga. Yo ví la serie Cosmos de pequeño, pegado al televisor, fascinado por esa combinación de imagen, música y narración que supieron conjugar tan bien Carl Sagan y su equipo. De esta manera, anudé con fuerza en mis neuronas la astronomía y el espacio con la música de Vangelis. Ignoro si las personas que por más mayores o por más jóvenes no hayan visto Cosmos sentirán lo mismo.

Para mí, Alpha es el espacio.

Pero no solo el espacio de la astronomía y la física, sino también el de la ciencia ficción. El maestro Sagan sabía conjugar el rigor científico con la fantasía y la especulación. Imaginó, desde la base de la ciencia, otras formas de vida, otros planetas, la enciclopedia galáctica o maravillosos viajes multigeneracionales.

Vangelis fue un entusiasta de la exploración espacial y de la ciencia. Además de todos los reconocimientos que tuvo desde el mundo de la música, también recibió un homenaje de la Unión Astronómica Internacional, que puso a un asteroide el nombre de Vangelis. Y, ¡quién no quiere un asteroide!

Os invito a escuchar Alpha con calma. Yo imagino que avanzo por las profundidades espaciales descubriendo maravillas, de la mano de un científico divulgador que me las sepa explicar. Y, también, Alpha me acompaña y me ayuda en la tarea de escribir ciencia ficción.

Ficha técnica

  • Tema: Alpha
  • Artista: Vangelis
  • Álbum: Albedo 0.39
  • Año: 1976
  • Duración: 5:44
  • Escúchala en Spotify clicando aquí:

La imagen mostrada de cubierta del álbum se utiliza en baja resolución, a título ilustrativo y sin fines lucrativos. Es, además, una imagen que ha sido utilizada en diferentes webs de internet distintas a esta. Puede estar sujeta a copyright. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/File:Vangelis_Albedo.jpg

Fundación (trilogía)

Asimov-Fundacion

La trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov me ha ocupado desde finales del 2017 hasta este mes de febrero de 2018 que la he terminado de leer. Fundación, Fundación e Impero y Segunda Fundación, tres novelas de la década de los 50. Son un clásico, pilares esenciales en la construcción del género de la ciencia ficción.

De pequeño leí un libro de Isaac Asimov. Era de divulgación científica, sobre agujeros negros. Y desde entonces no había tocado nada suyo. Por eso me ha sorprendido tanto leer a este autor en el género de ficción. ¡Para bien! Enfrentarse a una novela de mediados del siglo veinte así, de primeras, puede dar pereza. Pero esta ha soportado muy bien el paso del tiempo: me ha encantado.

Lo curioso es que no llegué a Asimov porque quisiera abordar a los clásicos de la ciencia ficción. No. Lo leí porque Amazon fue tan hábil de presentarme en la aplicación del Kindle una oferta muy buena que incluía los tres libros de la saga en formato digital. Además del buen precio, acertó justo en un momento en el que me encontraba receptivo a la ciencia ficción. Había terminado de leer no hacía mucho varios libros de Miguel Ángel Alonso Pulido, con naves espaciales y tramas planetarias. Una saga inconclusa a día de hoy, cuando escribo este post, pero que estoy seguro de que se cerrrá en algún momento de 2018. Mientras tanto, el algoritmo de Amazon me puso delante de las narices una joya del género, como diciéndome «no te bajes de la nave espacial, móntate en esta otra que te ofrezco». De este manera me introduje en la trilogía de la Fundación.

La obra de Asimov es genial. El concepto de psicohistoria en sí mismo ya vale un tesoro, y la evolución de la galaxia que plantea a lo largo de cientos de años supone algo fuera de lo común. Acostumbrados a historias que siguen los progresos de un personaje protagonista, el esquema aquí planteado es difícil de encajar en otros moldes. La mezcla de la trama a largo plazo con las historias de cada capítulo, que bien podrían ser pequeñas novelas, es de lo más original. Pero si algo quiero destacar es el conjunto de personajes inteligentes que despliega.

Me he preguntado muchas veces cómo conseguir un personaje inteligente. Creo que debería hacer un artículo sobre ello, mientras tanto pongo mis reflexiones en bruto sobre el tema a continuación.

1. Método directo: El método directo consiste en que un narrador suelte directamente «Paco era inteligente». La ventaja de la facilidad, la desventaja de que es información a secas, es contar y no mostrar, poco atractivo para un lector, más propio de un informe que de la literatura.

2. Método indirecto: Una alternativa más sofisticada es hacer que, en lugar del narrador, sea un personaje el que transmite esa información, así:

—Paco es inteligente —dijo Juan.

Esto es también sencillo, tiene un pelín más de encanto de cara al lector pero, en general, sigue siendo soso.

3. Mostrar la inteligencia: El siguiente nivel es mostrar al personaje realizando acciones que denoten inteligencia. Se le puede poner a jugar al ajedrez, delante de una pizarra llena de ecuaciones y cálculos, o recibiendo un premio por méritos intelectuales. Esto ya es apto para considerarse literatura, y continúa siendo sencillo a la hora de escribir.

4. Métodos sofisticados – diálogos: Si queremos un paso más, debemos adentrarnos ya en el terreno de lo difícil y hacer que nuestro personaje haga de forma directa cosas inteligentes. Ya no vale decir que juega al ajedrez, sino que debemos entrar en el detalle de la jugada maestra que ejecuta. Me gustan especialmente los diálogos audaces. Un personaje que da respuestas ingeniosas, además de demostrar que es inteligente, resulta muy divertido para el lector. Conseguir este tipo de diálogos no es sencillo, supone remangarse y dedicar tiempo a diseñarlos.

5. Métodos sofisticados – resolución de problemas por vía sorpresiva: Otra forma potente de mostrar la inteligencia de un personaje es que consiga soluciones brillantes a los problemas que se le plantean. Simplificando mucho, escribir una novela consiste en inventar una serie de obstáculos o dificultades que ir colocando delante del protagonista, uno tras otro. Si conseguimos que los resuelva de una forma exitosa y con una solución absolutamente lógica pero que el lector no se esperaba, habremos conseguido la mejor manera de inteligencia posible. Para esto, es necesario gestionar muy bien la información en la novela, la forma más sencilla de conseguirlo es que el protagonista tenga un mejor conocimiento del contexto del problema que el lector. Por ejemplo, si un mago se enfrenta a un dragón que es mucho más poderoso que él, pero consigue vencerlo utilizando un conjuro de conjuntivitis que resulta ser un punto débil de los dragones, es algo brillante. El lector así lo entenderá, siempre y cuando no sea algo que el propio lector no conociera antes porque nunca se le ha contado o, mejor aún, porque se le contó de pasada cientos de páginas atrás, no le prestó atención y en este momento su memoria hace «clak» y dice «¡claro, qué buena idea aplicar ese truco que ya ni recordaba!»

Tomé conciencia de la dificultad de crear personajes inteligentes leyendo la trilogía de Príncipe de nada y, con esta saga de Asimov, sigo aprendiendo sobre el asunto, refuerzo ideas y gano más herramientas que luego poder aplicar en mis escritos.

Seguramente los libros de Asimov contengan multitud de mensajes de interés. Aún hablando de un futuro lejano y abarcando una dimensión galáctica, me ha parecido que el contenido bien podría aplicarse a diferentes épocas pasadas de la Humanidad y concentrarse en nuestro planeta. Hay mucha sabiduría y reflexión sobre la sociedad, y estoy seguro de que un sociólogo o un historiador serán capaces de disfrutar los libros de Fundación de formas que a mí se me escapan. La tecnología cumple con una función esencial en la trama, pero no se profundiza en ella, ni es necesario que lo haga. Con ojos de hoy en día hay varios detalles tecnológicos que chirrían, por eso creo que es un gran acierto no abundar en ellos más que lo estrictamente necesario. Otro acierto, y con mucho mérito, ya que estoy seguro de que Asimov tenía capacidad y criterio para haberse aventurado más en ello, pero supo medir fuerzas y no desplegar aquí una artillería que hoy no haría más que enrarecer el libro.

Coincidió que, el mismo día que leí la última frase de la trilogía, descubrí la existencia de la canción Sagan de Nightwish, dedicada al gran astrónomo y divulgador Carl Sagan. Asimov y él tuvieron una relación de admiración mutua (y yo admiro a los dos). Incluyo a continuación el vídeo correspondiente en Youtube. Si la lectura de los libros de Fundación hubiera sido una sesión en el cine, esta canción para mí sería la música del final, esa que suena mientras desfilan los créditos y uno empieza a sacudirse las palomitas, devuelve el sonido al móvil y mira si el pasillo más accesible para salir está a la izquierda o a la derecha.

No sé cuándo caerá en mis manos otro libro de Asimov. De momento me he quedado satisfecho y no tengo prisa por seguir consumiendo letras de este autor. Mientras sigo esperando el libro que cierre la saga de La amenaza treyana de Miguel Ángel Alonso Pulido, Amazon ya ha sabido venderme otro: Ready Player One de Ernest Cline. Este lo descubrí en realidad escuchando uno de los podcasts de Los Verdhugos hace unos meses (¡uf!, qué digo meses, igual más de un año hace ya). No es una compra compulsiva, es otro acierto de Amazon de ofrecerme por menos de lo que vale un café una obra sobre la que ya había escuchado hablar y que me apetecía. No sé por dónde tiraré, tengo varios libros que quiero atacar. Sea como sea, prometo contar en la siguiente entrada dedicada a mis lecturas qué libro elegí y por qué.

¡Nos vemos dentro de un libro de nuevo en esta sección!