El anillo único y la bomba atómica

Tolkien no estaba de acuerdo con la interpretación de algunos de considerar el anillo único como una metáfora de la bomba atómica. Sin embargo, en el contexto de guerra fría, la comparación quizá fuera inevitable.

He revisitado la versión cinematográfica de Peter Jackson y, aunque quería dejarme mecer por la mera ficción, no he podido evitar que me asaltara mi propia interpretación del asunto.

Hoy en día, nueve son las potencias nucleares, igual que nueve fueron los anillos de poder entregados a los hombres y que los corrompieron hasta dar lugar a los nueve Nazgûl o espectros del anillo.

Rusia

Estados Unidos

China

Francia

Reino Unido

India

Israel

Pakistán

Corea del Norte

Todas estas naciones disponen de arsenal nuclear. Cada una de ellas, podríamos decirlo así, posee su propio anillo de poder.

Pero, igual que en la obra de Tolkien, las nueve naciones han caído en la terrible trampa del anillo único, el que los domina a todos.

Y no es otra que la trampa de la individualidad, del egoísmo, del nacionalismo excluyente, del miedo al otro y de la búsqueda de la supremacía.

Los países con arsenal nuclear viven a la contra, ejecutan una política de miedo de puertas adentro y amenaza de puertas afuera. Las bombas atómicas nos alejan irremediablemente de ese futuro de paz y unidad mundial al que muchos aspiramos.

El consenso y la unidad es la herramienta con la que, en El Señor de los Anillos, se planta cara al mal del anillo. La Última Alianza o la Comunidad del Anillo son, en la obra de Tolkien, las grandes empresas unificadoras que se enfrentan al poder oscuro.

En nuestro mundo real, contamos con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), creada precisamente para mantener la paz y solucionar grandes problemas globales desde el consenso entre naciones.

La ONU trabaja, entre otros muchos temas, por el desarme y por la defensa de los derechos humanos. Es algo muy inspirador y que nos puede hacer soñar con un futuro verdaderamente unificado de la Tierra, una unidad desde la que emprender el próximo paso de la humanidad en su camino hacia otros planetas y estrellas. Pero la ONU es débil, los países no siempre adoptan sus resoluciones e incluso hay naciones que tienen derecho de veto. Es decir, de evitar que una resolución de la ONU salga adelante, aniquilando unilateralmente cualquier consenso alcanzado por los demás. De los 193 estados miembros de la ONU, un privilegiado grupo de cinco tienen derecho de veto.

Rusia

Estados Unidos

China

Francia

Reino Unido

Sí, lo has leído bien. Los cinco países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas son, precisamente, las cinco mayores potencias nucleares, los cinco países con mayor arsenal nuclear.

¿Cómo te quedas?

Frente al poder de Sauron y de los Nazgûl, a los pueblos libres no nos queda otra alternativa que unirnos y luchar, por supuesto, desde una postura no bélica, para conseguir una verdadera unión por la paz. No creo que pueda construirse un marco de prosperidad global dictado por la voluntad de quienes se empeñan en atesorar un mayor poder de destrucción y de muerte. Tampoco creo que pueda construirse un marco próspero desde los vetos.

A la vez que seguimos quemando recursos en dividirnos, confrontarnos y matarnos, se nos reduce la capacidad de afrontar los grandes retos, de luchar contra los verdaderos enemigos: la pobreza, el hambre, la enfermedad o el cambio climático. Se nos reduce la capacidad de mirar hacia adelante y de plantear un futuro mejor.

Mi lucha no cuenta con arsenal nuclear, ni siquiera con armas de fuego ni armas blancas. Igual que la magia de los elfos, es más sutil. Lucho con algunos de mis libros (solo algunos, porque no todo es activismo y apuesto también por el mero entretenimiento) y con algunos artículos de este blog.

Lucho también con mi lista de correos, Holoceno 13000.

Holoceno 13000 habla principalmente de literatura, de lo que escribo, y de mi aproximación de lo que puede ser la humanidad en el año holoceno 13000 (o año 3000 de nuestra era).

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