Hoy, 6 de agosto de 2025, se cumplen 80 años de uno de los mayores asesinatos masivos jamás perpetrados, si no el mayor. Hoy, hace 80 años, Estados Unidos detonó su bomba atómica sobre la ciudad de Hiroshima, causando más de 70.000 muertes en el acto y otras tantas víctimas que fueron muriendo después.
La banda de tecno pop Orchestral Manoeuvres in the Dark lanzó su particular bomba en 1980, en forma de un tema musical inolvidable, pacifista y cargado de megatones de crítica y condena contra aquel bombardeo nuclear.
La canción salió al mercado en 1980, en un momento de la historia en el que el pulso frío entre la URSS y los Estados Unidos amenazaba con desencadenar un nuevo desastre nuclear.
Como ahora.
Hoy, 80 años después del horror de Hiroshima, los fanáticos nos van ganando la partida a los que somos una inmensa mayoría de población mundial pacifista y campas a sus anchas, infectando las instituciones nacionales e internacionales, diseminando su discurso belicista y su todo vale para enriquecer a unos pocos, incluso las invasiones ilegítimas y los genocidios. Sí, la canción Enola Gay vuelve a estar vigente.
Orchestral Manoeuvres in the Dark ejerció su activismo pacifista desde el tecno pop, con sus sintetizadores y su letra inteligente y reivindicativa. Quizá uno piense que el pacifismo es más fuerte si viene desde estilos musicales más combativos, como el punk, el rock, el heavy o la canción protesta. Pero no. Lo cierto, y lo importante, es que también los géneros como el pop pueden ser potentes. La fuerza, muchas veces, está en el mensaje y en su alcance. Enola Gay es una canción excelente en ambos ámbitos: un claro mensaje pacifista y un alcance inmenso en las listas de éxitos de su tiempo que se extiende a nuestros días como tema de culto.
Si quieres respirar ochenterismo puro, tecno pop de sintetizador en una de sus máximas expresiones, aquí tienes el vídeo musical de la banda británica.
Yo, a mi manera, también reivindico el pacifismo. Por ejemplo, en este libro.
Para los que prefiráis Spotify, aquí os la dejo:
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Jóvenes pobres matan a jóvenes pobres mientras cuentan sus ganancias viejos ricos
En la ciudad de Orense, a tan solo unos metros de la orilla del río Miño -el más largo de Galicia-, se ubica la calle Isaac Piñeiro Varela.
En el disco San Francisco Express de la banda gallega Los Suaves, su tercer corte y más largo de todo el álbum se titula Ourense-Bosnia.
Ambos, la canción y la calle, son homenajes a Isaac, militar gallego muerto en 1993 en Bosnia durante la guerra de los Balcanes en misión internacional.
Ambos, la calle y la canción, comparten un ánimo de consolar a la familia del fallecido.
La canción, además, se ha convertido en todo un alegato pacifista que pone el foco en las madres de los soldados muertos, de esos hijos que se casan con la patria (signifique lo que signifique eso) y nunca vuelven.
La banda gallega Los Suaves cuenta en su repertorio con un gran número de temas comprometidos y reivindicativos, profundamente humanos, y cuentan con una sensibilidad extraordinaria a la hora de tratar y reflejar el sentimiento de tristeza. No abundan los grupos que brillan en temas sobre la tristeza o el dolor. Los que se me vienen a la cabeza son Los Suaves y Doctor Deseo, verdaderos maestros en ahondar en sentimientos profundos de tristeza desde el pentagrama musical. Y, así, Los Suaves demuestran que la reivindicación no solo puede activarse desde la rabia (como tantas bandas punk o heavy) o desde lo festivo (como algunas propuestas ska).
Ourense-Bosnia despliega nueve minutos largos de manifiesto. Es una canción comprometida, alejada de las radiofórmulas, cargada de mensajes que llegan mucho más allá del homenaje a Isaac Piñeiro. Explota así un recurso muy típico en Los Suaves, de contar una historia pequeña, de personajes, que acaba siendo representativa de una realidad mucho más amplia. Ahonda en el sentido de la vida, en el sinsentido de la muerte, en cómo todas las grandes palabras sobre la patria, el valor o el deber se deshacen ante la realidad del dolor de la muerte, de esa muerte tan atroz que provoca el enfrentamiento entre seres humanos. Desvela, también, la verdadera naturaleza de las guerras, sus motivaciones gestadas en las oscuras altas esferas del poder y totalmente alejada de la verdadera patria: tu casa, tu familia, tus amigos.
En lo musical, Ourense-Bosnia es rebelde en varias dimensiones. En el sonido agresivo de las guitarras, en el tono contestatario de mitin de letra y voz, en el propio planteamiento de su estructura y su longitud tan alejado de la «norma» de esas canciones que, sin asumir compromiso alguno, son alzadas al pódium de la moda por los mismos medios de comunicación que blanquean las guerras.
Cada sílaba de esta canción está cargada de sentido, del peso de tantas almas de jóvenes soldados empujados al matadero por la mano de los oligarcas y señores de la guerra. Escuchar Ourense-Bosnia es toda una actitud en sí misma. Y hacerlo ayuda a que uno pueda ir a cualquier parte con la barbilla alta y un orgullo de ser un verdadero defensor de la paz.
Una pistola en mi cabeza Me está obligando a asesinar a mi papá Soy una máquina de guerra Mi dedo aprieta ese gatillo sin vida
El grupo Ska-P, madrileño y vallecano, cuenta en su repertorio con Niño soldado, un tema estremecedor que sabe conjugar a la perfección la música festiva de la banda con la conciencia sobre una de las realidades más atroces de nuestro tiempo.
Me temo que el reclutamiento de niños ha sido una constante a lo largo de la historia de las guerras. Sin embargo, fue a partir del genocidio de Ruanda de 1994 cuando el término de niños soldado fue acuñado en la forma moderna que entendemos hoy.
Niño soldado pertenece al álbum ¡¡Que corra la voz!!, de 2002, el quinto de la banda. Es, probablemente, la mejor canción del disco y uno de los temas que no pueden faltar en sus directos.
Como en otras canciones de Ska-P, además de la fuerza musical destaca la agilidad vocal de su cantante, Pulpul, capaz de buenos agudos, rápido silabeo y una expresividad que le aporta la garra necesaria a este tipo de temas reivindicativos.
Descubrí a Ska-P en los años 90, gracias al mítico programa de rock y heavy Disco Cross que conducía el periodista musical Mariano García en la radio por aquella época. Pude ver a la banda madrileña en directo en el Palacio de los Deportes de Madrid gracias, precisamente, a ese programa de radio: conseguí una de las entradas que sorteaban en antena. Desde entonces, Ska-P era un habitual en mi radio-casete. Me alegré mucho, varios años después y durante un curso que pasé becado en París, al descubrir que la banda gustaba también en Francia. Se hacía raro escuchar a los vallecanos en un país que protege como nadie a sus artistas nacionales, con legislación específica que limitaba la música que sonaba en radio y televisión procedente de fuera de sus fronteras. Y es que el éxito de Ska-P trascendió a su barrio de Vallecas, a Madrid, a España e incluso a Europa, gozando de muchísimos fans en América Latina. Por desgracia, las injusticias sociales que denuncia la banda son internacionales.
El binomio de niños y guerra me horroriza. Niños soldados. Niños víctimas. El mundo controlado por los adultos que decepciona enormemente, porque son los mayores los que diseñan desde sus despachos las guerras en las que son niños mueren o matan. Hoy estas injusticias siguen tristemente vigentes. Quizá deberíamos hacer algo de caso a Ska-P, que nos animaba a dejar de ser testigos pasivos de las guerras a través de la televisión (hoy añadiríamos las redes sociales), que nos empujaba al activismo.
Porque algo podremos hacer para evitar que los niños sean víctimas de la guerra, ¿no? Aunque sea escribir un post y recordar una canción rebelde. Y seguro que se nos ocurre alguna cosa más.
Spanish songs in Andalucía The shooting sites in the days of ’39 Oh, please, leave the ventana open Federico Lorca is dead and gone
Los británicos The Clash son una de las bandas emblemáticas del primer movimiento punk anglosajón. ¿Quién no conoce sus archifamosos temas Should I Stay or Should I Go o London calling? ¿O quizá el I Fought the Law o la maravillosa versión en castellano Luché contra la ley que se marcó Loquillo?
Las letras de The Clash, bien impregnadas de mensaje y compromiso social, hicieron también un hueco a la Guerra Civil Española.
Hoy hablo de Spanish bombs, un corte incluido en el que se considera uno de los mejores discos de la historia de la música, London calling, de 1979.
Los españoles de mi generación, nacidos ya en democracia (y más o menos a la vez que The Clash publicaba el London calling), hemos tenido acceso a un amplio contenido histórico y cultural sobre nuestra Guerra Civil. Son muchos los artículos, documentales, novelas de ficción y películas que han querido recordar aquella guerra, desde las propuestas más generales con vocación histórica hasta aquellas más enfocadas en los personajes y sus pequeñas historias particulares.
Numerosas escritoras, escritores, cineastas y artistas españoles nos han dejado su visión de la Guerra Civil. Todo este material, sumado a la Historia objetiva y a los relatos propios de cada familia, nos han ayudado a componer nuestro particular mosaico de lo que supuso aquel conflicto.
Todos cargamos con nuestros sesgos, y por eso es muy enriquecedor conocer la visión sobre nuestra guerra que tienen en otros países. Como dice un amigo mío, para enterarte de lo que pasa en realidad en tu país, a veces es necesario acudir a la prensa extranjera. Y esto puede ser un buen motivo para escuchar con atención el Spanish bombs: ¿cómo ve el asunto un grupo punk-rock británico de los 70 y los 80? Otro motivo para poner en acción los altavoces es, por supuesto, el de disfrutar de la música de The Clash.
En lo musical, quien se acerque por primera vez a The Clash quizá espere una descarga de energía y rabia punk enaltecida. Pero no. Encontrará en Spanish bombs un sonido que hoy en día clasificaríamos casi más dentro del pop por su suavidad.
Y es que el punk, al fin y al cabo, está más en la intención y en el mensaje de fondo que en la música como tal.
Es una canción exótica por su mezcla de idiomas. Las frases pronunciadas con fuerte acento inglés imprimen una personalidad muy distintiva a este tema. Puede resultar extraño, pero a mí eso me encanta. Durante una etapa breve de mi vida, fui profesor de español como lengua extranjera en París. Aprecio mucho cuando una persona extranjera se esfuerza por hablar mi idioma. Sé lo que cuesta aprender lenguas, yo mismo he pasado centenares de horas (qué digo cientos, ¡miles!) estudiando inglés y francés. El español es una lengua maravillosa, para mí la mejor del mundo, en la única en la que puedo expresarme con total amplitud, y me encanta que las personas con otras lenguas maternas lo aprecien. A fin de cuentas, eso es también apreciar nuestra historia y nuestra inmensa cultura.
En cuanto al mensaje que transmite Spanish bombs, está trazado con palabras claves que, en lugar de plasmar ese mensaje con todas sus formas y detalles, lo sugieren. Yo diría que es una canción impresionista, sin contornos definidos ni detalles nítidos, pero con toda la fuerza.
Me parece que la parte más potente de la canción está ni más ni menos que en la mención a Federico García Lorca. The Clash denuncia así una de las consecuencias más nefastas de las guerras, y es que junto con las vidas humanas se pierden ideas, patrimonio, riqueza cultural y libertades. Es natural que unos músicos lamenten especialmente la muerte de los poetas.
Todo esto me hace pensar qué obras geniales podría haber producido Lorca si hubiera continuado vivo y libre para crear. Hubiera, a buen seguro, engrandecido aún más la cultura de mi país, este idioma que tanto quiero y al que cada obra literaria hace un poquito más grande. Para intentar concebir el tamaño de la pérdida cultural que supuso la guerra, a veces me gusta pensar en el gran escritor J. R. R. Tolkien (coetáneo de Lorca, por cierto, tan solo se llevaban ocho años). El autor de El Señor de los Anillos luchó en el frente durante la Primera Guerra Mundial, como tantos otros jóvenes pobres británicos. Pudo no haber sobrevivido a las trincheras. ¿Os imagináis todo lo que nos hubiéramos perdido si Tolkien hubiera muerto en la guerra? Nada menos que uno de los relatos más importantes e influyentes de los últimos cien años, tanto por sus aspectos literarios como comerciales. Quizá la Guerra Civil Española dejó entre sus muertos a otros escritores españoles que habrían cultivado, por ejemplo, géneros como la fantasía o la ciencia ficción. Una fantasía y una ciencia ficción que se vieron anuladas casi por completo durante la dictadura que siguió a la guerra. ¿Os imagináis toda la riqueza que puede haberse perdido para España y para nuestro idioma entre disparos y bombas?
Pero mejor no encerrarse en ese pensamiento tan demoledor. Hoy en día disfrutamos de libertad para crear. Aprovechémosla y luchemos por ella si alguien intenta arrebatárnosla. Igual que, a su manera, los británicos The Clash lucharon con su música contra el Thatcherismo.
¿Nos ponemos los auriculares?
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Así es el cinismo de la humanidad cedieron el futuro a la industria militar hoy no sale el sol, solo hay dolor Inés, Inés, Inesita Inés
Inspirados en la canción infantil tradicional Tres hojitas, madre, los madrileños Boikot crearon una versión a su estilo punk-rock, titulada Inés, rubricando un tema ágil, muy bailable en los conciertos en directo y con un clarísimo mensaje pacifista.
Su mayor acierto es mostrar la guerra desde los ojos de la infancia. Todos los argumentos a los que los señores de la guerra nos tienen acostumbrados para justificar sus atrocidades se derrumban ante los ojos de una niña, de un niño, que ha venido a coincidir en el mismo lugar en el que algún desalmado ordenó colocar sus bombas.
Bombas que buscan enemigos, y encuentran niños.
Bombas que buscan terroristas, y encuentran niños.
Bombas lanzadas en el nombre de la paz, y que son la guerra misma.
Bombas y disparos que hablan de bandos incomprensibles. ¿Por qué destruyen mi ciudad, mi barrio, mi casa? ¿Por qué matan a mis vecinos, a mis seres queridos, a mi familia?
Y es que ponernos en el lugar de los niños nos revela de nuevo la verdadera naturaleza de los bandos en una guerra.
Adultos contra niños: adultos que ordenan disparar, bombardear, atacar, adultos que disparan, bombardean y matan, y niños al otro lado que lo pierden todo, que quedan malheridos o que mueren.
Ricos contra pobres: ricos y poderosos que ordenan lanzar muerte, pobres que se matan entre ellos de forma directa o colateral.
Adultos ricos contra niños pobres. Adultos ricos y poderosos que controlan los medios de comunicación y que jamás, jamás, darán voz a los niños, jamás mostrarán a las víctimas menores. Tan solo, quizá, muestren a un niño alguna vez para instrumentalizarlo, para utilizarlo como medio y sostén de un discurso que les intente legitimar para seguir matando más niños.
Inés es una canción de 2002 que mantiene una triste vigencia. El ejemplo actual más atroz lo tenemos con la guerra Israel-Gaza que comenzó en octubre de 2023. Según estimaciones de la Organización de Naciones Unidas, en los primeros 14 meses de guerra los ataques israelíes mataron a 14.500 niños. ¡Qué cosa tan atroz! Uno de cada tres muertos en una guerra así es menor de edad. ¿Y hablamos de rearme? ¿Hablamos de aumentar el arsenal cuando sabemos que se hacen para matar y que uno de cada tres muertos será un niño?
Por eso la canción de Boikot es importante y está llena de aciertos.
Acierto en dar visibilidad a los niños.
Acierto en acusar a la industrial militar.
Acierto en versionar una canción infantil tradicional, atemporal.
Acierto en rebelarse, en reivindicar un cambio, en confirmar que merece la pena luchar por la paz y la libertad.
Y acierto musical. Boikot es una banda con muy buen criterio a la hora de elegir canciones que versionar. En el caso de Inés, han reconvertido una canción popular en todo un hit de los que más animan al público en los conciertos. Si no te mueve su letra y su mensaje, lo hará su ritmo. A pesar de su devastador mensaje social, también puede ser una canción divertida. ¡Desde luego que sí!
Te propongo visitar esta interpretación del tema que los Boikot hicieron para Los Conciertos de Radio 3 de TVE en 2021.
Además, si tienes curiosidad por la canción tradicional original, aquí la tienes:
Cuidemos la infancia. Soy escritor de literatura infantil y juvenil y quizá por eso las niñas y los niños me preocupan. Sus años dorados están para jugar, para querer, para imaginar, para leer. Pero no para suportar guerras ni mucho menos para librarlas.
Luchar por el cumplimiento íntegro y universal que recoge la ONU en su Declaración de los Derechos del Niño de 1959 es algo legítimo y que está por encima de cualquier interés económico que nos quieran colar entre las prioridades de las personas. Ojalá tuviéramos los medios para velar por estos derechos y hacerlos cumplir. Me entristece enormemente ver por televisión cómo son violados una y otra vez, como si las guerras acaso fueran excusa para saltarse las normas que los propios países nos hemos dado.
Yo hago libros. Otros hacen canciones. Si conseguimos mejorar la vida de niños y niñas, poco o mucho, en todo el mundo o en un rinconcito de nuestro entorno, ya será un logro. No está mal dejar que esta canción de Boikot nos lo recuerde.
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Darkness imprisoning me All that I see Absolute horror I cannot live I cannot die Trapped in myself Body my holding cell
ONE es, probablemente, la canción más desgarradora que podemos escuchar sobre la guerra. Una descarga brutal antibelicista con toda la potencia del sonido de la legendaria banda de thrash Metallica. Y, sin embargo, el vector de fuerza más grande de este tema no es el sonido, sino la historia que cuenta y su mensaje.
Y, como se titula ONE, tenía que ser la primera canción a destacar en esta nueva serie de posts sobre música pacifista.
Pertenece al album …And Justice for All de la banda, publicado en 1988, y obtuvo un premio Grammy.
ONE está inspirada en el relato de Dalton Trumbo titulado Johnny cogió su fusil (Johnny Got His Gun en su título original) que el genial escritor y cineasta americano nos contó tanto en película (1971) como en novela (1939).
Cuenta la historia de un soldado americano de la Primera Guerra Mundial que queda mutilado por una explosión en el frente. La canción de Metallica se centra en el horror del despertar del soldado, sin brazos ni piernas, habiendo perdido el habla y sus sentidos de vista y oído, pero vivo. Cuenta ese lado de la guerra que sabemos que está ahí, maldita sea, pero que no se suele mostrar en los relatos de héroes. Plantea también el debate de la eutanasia, mostrando un caso extremo de sufrimiento irreversible.
El videoclip de ONE, a diferencia de la versión del disco, intercala escenas de la película Johnny Got His Gun, haciéndolo más impresionante y visceral. Si eres una persona sensible, te recomiendo ceñirte a la versión de audio y evitarte el vídeo. Puede revolverte no solo la conciencia, sino también las tripas, y provocarte una noche de inquietud e insomnio. Te lo digo por experiencia.
El momento más estremecedor musicalmente se desarrolla desde el minuto 4:33 al 5:22. Es probable que este fragmento sea uno de los mejores minutos de la historia del heavy metal.
Un mensaje antibelicista tan crudo como el de Johnny Got His Gun no encajaba muy bien con el discurso de enaltecimiento de la guerra de los Estados Unidos en la época de publicación del libro. La actividad intelectual de Dalton Trumbo cayó bajo el punto de mira del poder. Como consecuencia, el autor fue perseguido. Fue uno de los Diez de Hollywood. Dalton Trumbo fue víctima del macartismo o de la caza de brujas contra el comunismo impulsada por el senador McCarthy en Estados Unidos durante la guerra fría. Esto le supuso al bueno de Trumbo meses de prisión y años de exilio, y a Estados Unidos una mancha más (¡otra!) en su largo historial de injusticias, persecuciones y represión de las libertades.
Por eso la canción de Metallica es, también, un homenaje a Dalton Trumbo, a su obra y a la libertad de expresión. Pero, sobre todo, es un tema antibelicista, pacifista, de esos que por alguna razón no abundan demasiado en las radiofórmulas pero sí en estilos musicales más comprometidos.
Acabo con dos consejos. Uno es trivial: escucha ONE, que es un temazo. El otro es el mejor consejo que recibirás jamás, aunque nunca te lo dirán los poderosos: si hay una guerra, no vayas.
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Didn’t know what time it was, the lights were low I leaned back on my radio
Es muy probable que a la mayoría de los que seguís esta serie de posts sobre música de ciencia ficción quien primero os viniera a la cabeza fuera el gran David Bowie.
Tengo que reconocer que con este artista me pasa un poco lo mismo que con la mayoría de referentes culturales de los años 70: no me atrajeron en un primer contacto de niño o de joven y, sin embargo, me han entusiasmado al redescubrirlos ya de cuarentón.
David Bowie ofrece un catálogo espectacular de música de ciencia ficción, así que el Starman de hoy es solo el inicio de otras canciones del artista británico que, seguro, traeré a esta serie de posts. Y es que esta canción, sin ir más lejos, se incluye en el álbum The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972) un disco conceptual todo entero dedicado a ciencia ficción. ¿No es genial?
Inconfundible Bowie
Me encanta la música que Bowie logró enlazar con la carrera espacial y los avances de los años 60 y 70. En aquella época, el espacio era tema habitual en los informativos y, supongo, en las conversaciones cotidianas. Es una pena que hoy en día la fascinación científica se haya enfriado para el gran público. Me maravilla pensar que lo popular, lo «pop», supo incluir entonces temas complejos, transcendentales y que invitaban a la reflexión. Si el pop demanda artistas con una buena profundidad de pensamiento y una alta calidad intelectual, creo que se logran obras y sociedades mucho mejores. No digo que hoy en día no haya una producción cultural tan buena o mejor que entonces, pero mi impresión es que la calidad ha quedado relegada a segundo plano y muchos productos culturales de éxito son, en realidad, mediocres. Además, las redes sociales parecen estar dominadas por algoritmos que nos ofrecen toneladas de contenido similar a lo que ya hemos consumido, dificultando enormemente el descubrimiento de cosas nuevas, distintas y realmente originales. Así, ¿cómo saber de nuevos artistas y obras que nos abran la mente a nuevos caminos?
Pero dejemos la pataleta y volvamos a Starman.
La propia textura de la canción es genial. Me encanta esa repetición de sílabas finales en algunos versos, esa melodía inconfundible y ese mensaje que admite interpretaciones, tanto de la crítica como, sobre todo, personal de cada uno.
Y es que esta es la fuerza de las canciones gracias a la que, en ocasiones, son superiores al resto de géneros literarios. Las canciones insinúan, cuentan brevemente o esbozan, invitando (¿obligando?) a los oyentes a poner mucho de su parte para completar la obra. Así, yo imagino unos niños protagonistas, únicos capaces de conectar con el mensaje de Starman, porque aún no han perdido su capacidad de pensamiento mágico. Sí, ese mismo tipo de pensamiento que hace que los niños disfruten de una manera tan plena de los cuentos de hadas maravillosos. Hay cosas que solo pueden ocurrir hasta la edad de ocho o nueve años porque luego el cerebro cambia y pierde pie en ese sentido de la maravilla.
Starman me gusta porque conecta ciencia ficción con magia y fantasía a través de los niños, clave de todo. Para mí, esto es nuclear. Soy escritor en géneros de ciencia ficción e infantil y me cuesta horrores explicar que para mí tiene un sentido único. Lo intento a través de mi newsletter Holoceno 13000, pero es difícil, y por eso me entusiasma encontrar ejemplos que me ayuden a justificar mi posicionamiento creativo. Y si el ejemplo viene de la mano de un artista tan brutal como David Bowie, mucho mejor.
Aunque también podría ser que esté proyectando mi manera de pensar en su canción, claro, y quiera encontrar validación para mis ideas en referentes culturales externos.
Starman puede ser una metáfora de inocencia, si se quiere, o metáfora también si nos empeñamos que la canción puede estar dirigida a ese manido «niño que todos llevamos dentro». Pero, no nos engañemos, el centro de gravedad de la canción Starman ya no está en nuestro ombligo.
Hoy le he puesto esta canción a mi hijo. No me lo esperaba, pero le ha gustado y se ha interesado por la letra. Definitivamente, es una canción multigeneracional, aunque su esencia solo pueda pertenecer con plenitud a los más pequeños.
Y tú, ¿cómo interpretas esta canción? ¿Cómo es tu Starman?
Ficha técnica
Canción: Starman
Artista: David Bowie
Álbum: The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars
Año: 1972
Duración: 4:14
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La imagen mostrada de cubierta del álbum se utiliza en baja resolución, a título ilustrativo y sin fines lucrativos. Es, además, una imagen ha sido utilizada en numerosas webs de internet distintas a esta. Puede estar sujeta a copyright.
Mi ejemplar, firmado por la autora y que disfruté muchísimo
Sea como fuere, lo importante es el concepto en sí.
Pongámonos en situación.
La circunferencia de la Tierra es de unos 40.000 kilómetros. Así que dos puntos cualesquiera de la Tierra, como máximo, pueden estar alejados entre sí unos 20.000 kilómetros. Es decir, que en la Tierra, como mucho, uno puede estar alejado 20.000 km de otra persona, pero no más.
Todas las personas que existen se encuentran en el planeta Tierra. Todas, excepto los astronautas. En 1969, tres astronautas viajaron a la Luna: los archiconocidos Armstrong, Aldrin y Collins. La Luna se encuentra a una distancia media de unos 384.000 kilómetros de la Tierra. Es decir, que en julio de 1969, los tres astronautas del Apolo 11 estaban más alejados del resto de los seres humanos de lo que nunca hayan estado otras personas. Al menos, eran tres.
Pero, en un momento dado, Armstrong y Aldrin descendieron a la superficie de la Luna en el Eagle, mientras Collins permaneció en la nave Columbia orbitando alrededor del satélite.
Collins se quedó solo. Muy solo. Sumado a la soledad de la tremenda lejanía con la Tierra, llegó a estar además separado más de 3.500 kilómetros de sus otros dos colegas astronautas.
De ahí que al bueno de Collins se le apodara como el hombre más solitario del universo.
La canción Llamando a la Tierra de M Clan define a la perfección esa soledad cósmica, tan profunda y abrumadora. La letra de este tema es melancólica y crea una atmósfera de tristeza profunda… si es que acaso se puede crear una atmósfera así como así en el espacio. Y, casualidad o no, M Clan y Mike Collins comparten iniciales.
Así, Llamando a la Tierra es una canción de ciencia ficción. No relata en particular la soledad de uno u otro astronauta: aunque usa el espacio exterior como escenario, se trata de una canción que apunta directamente al espacio interior de cada uno. Porque la soledad se vive de forma íntima.
El tema se incluye en el álbum Usar y tirar de 1999. Madre mía, ¿tanto tiempo ha pasado?. Llamando a la Tierra es una versión pero, al menos en España, el tema de M Clan es mucho más conocido que el original (Serenade, de la Steve Miller Band).
La canción es buena. De tan conocida, resulta difícil describirla y evaluarla. Diré que me gusta cómo acaba algunos versos con rimas en «o» y con ese vibrato largo tan característico. Si la conoces, seguro que ya estás tarareándola (aunque solo sea mentalmente) de lo pegadiza que es. Si no la conoces, no puedo hacer otra cosa que recomendarte escucharla.
Antes, tan solo un par de líneas para agradecer a mi amigo Miguel Ruíz que me recomendara para incluir esta canción en mi lista de música de ciencia ficción, en respuesta a la llamada que hice a través de mi boletín Holoceno 13000 ¡Un abrazo, compañero!
Ficha técnica
Canción: Llamando a la Tierra
Artista: M Clan
Álbum: Usar y tirar
Año: 1999
Duración: 4:04
Escúchala en Spotify clicando aquí:
Imagen de portada del álbum tomada de la web oficial de la banda.
La imagen mostrada de cubierta del álbum se utiliza en baja resolución, a título ilustrativo y sin fines lucrativos. Es, además, una imagen ha sido utilizada en numerosas webs de internet distintas a esta. Puede estar sujeta a copyright.
My telescope looks out into the stars tonight A little speck of light seems twice the size tonight
Si sois fans de Iron Maiden, os vendrán a la cabeza decenas de canciones de esta banda británica. Pero estoy seguro de que ninguno piensa de primeras en When two worlds collide.
Sin embargo, he elegido esta canción porque trata uno de los temas más genuinos de la ciencia ficción: la detección de un objeto en trayectoria de colisión contra la Tierra.
Este patrón narrativo lo podemos encontrar en la maravillosa película Don’t look up(2021) y en más de una novela de ciencia ficción, entre las que me gustaría destacar Mundo sin futuro (2012) de Alberto Meneses.
Pero la canción de Maiden que traigo hoy es bastante más antigua. Pertenece a su undécimo álbum, Virtual XI, publicado en 1998. Y, sí, es un disco que incluye referencias expresas a la realidad virtual que, por aquel entonces, tenía más de expectativas que de certezas.
La portada muestra una persona con un gran casco de realidad virtual sobre la cabeza.
Para que os hagáis una idea, en el año del lanzamiento del disco, 1998, el sistema operativo reinante eran Windows 95 y Windows 98, y los procesadores más pujantes los Intel Pentium II. La realidad virtual asomaba sus patitas, pero aquellos ordenadores apenas eran capaces de reproducir una película grabada en baja calidad desde un CD.
Las personas, sin embargo, somos buenos anticipadores. O nos gusta jugar a serlo, por lo menos. Así, incluso en aquel presente tecnológico tan limitado, muchos éramos capaces de ver el potencial de desarrollo de la realidad virtual. Y de desearlo.
Por eso este álbum es interesante. Aúna lo digital con la astronomía, quizá los dos pilares principales de la ciencia ficción.
Aunque Virtual XI suele ser considerado uno de los álbumes más flojos de la banda británica Iron Maiden, tiene momentos destacables.
When two worlds collide tiene unos excelentes dos minutos iniciales. El inicio lento encaja muy bien con la quietud del espacio. El cambio de ritmo en el minuto 0:46 es genial y enlaza de nuevo con otro buen cambio en 1:13. La pena es que el tema no aporte mucho más y se extienda a más de seis minutos de duración. Muchos echarán de menos la voz de Bruce Dickinson, el vocalista más representativo de los Maiden, pero hay que decir que en esta canción la voz de Blaze Bayley hace bien su trabajo. En definitiva, es un tema interesante, con un muy buen inicio, pero innecesariamente larga y que no aprovecha bien las buenas melodías desplegadas en el primer minuto y medio. Sin embargo, aunque no sea un tema sobresaliente y quede claramente por debajo de la calidad de los temazos a los que nos tienen acostumbrados Iron Maiden, me parece de gran interés como tema de ciencia ficción. El disco y la canción son testigos de su época, de esa visión que desde los años noventa queríamos proyectar a lo que sería la siguiente década, con cambio de siglo y de milenio. Quizá con eso de dos mundos que colisionan Iron Maiden no se referían solo a grandes rocas, sino también a dos visiones, una en cada milenio, una casi pasada y otra por venir.
Me temo que, a poco que pensemos, encontraremos muchos más ejemplos de mundos que chocan. Presente y futuro. Oriente y occidente. Norte y sur. Ricos y pobres. Y, sí, todas estas colisiones tienen que ver con la ciencia ficción. Quizá no esté mal pensar en ello escuchando de fondo los acordes de esta canción que, después de haberle dedicado este artículo, quiero permitirme clasificar como retrofuturista.
Ficha técnica
Canción: When two worlds collide
Artista: Iron Maiden
Álbum: Virtual XI
Año: 1998
Duración: 6:17
Escúchala en Spotify clicando aquí:
Imagen de portada del álbum tomada de la web oficial de la banda.
La imagen mostrada de cubierta del álbum se utiliza en baja resolución, a título ilustrativo y sin fines lucrativos. Es, además, una imagen ha sido utilizada en numerosas webs de internet distintas a esta. Puede estar sujeta a copyright.
¿Qué son los agujeros negros? ¿Se expande el universo? ¿Es cóncavo o convexo?
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? es una canción de los geniales Siniestro Total, incluída en su álbum Menos mal que nos queda Portugal de 1984.
La ciencia y la ciencia ficción tienen en común el hecho de que plantean preguntas. Se diferencian, eso sí, en la manera de responderlas. La primera utiliza el método científico y, la segunda, la especulación.
Por eso, esta canción de Siniestro total se mueve muy bien entre la ciencia, la filosofía y la ciencia ficción. Plantea tres preguntas cruciales.
¿Quiénes somos? es una pregunta que apela muy directamente a la filosofía.
¿De dónde venimos? es una cuestión que cae, principalmente, en el tejado de los científicos.
¿Adónde vamos? es el interrogante que más genuinamente pertenece a la ciencia ficción, a su capacidad especulativa y predictiva. Es la pregunta más incómoda de todas y la aborda a menudo también la política, con mejor o peor tino y muchas veces de manera capciosa.
Algunos buscan las respuestas en alguna de las más de 4.000 religiones que existen actualmente en el mundo, pero me temo que por esa vía se obtienen más 4.000 respuestas distintas, muchas arbitrarias y contradictorias entre sí y, lo más grave, todas con la seguridad de que solo una es verdadera y las otras más de 3.999 son falsas o incluso herejes.
La ciencia es más humilde, ya que ofrece la mejor respuesta que es capaz y queda abierta tanto a las críticas como a aceptar, si se descubre, una respuesta mejor.
La ciencia ficción, por lo general, es muy potente planteando preguntas, pero suele andar a tientas con las respuestas. De hecho, la resolución que ofrece no deja de ser ficción, quizá basada en alguna hipótesis, pero siempre inventada, orientada al entretenimiento y la reflexión y sin pretensiones de ostentar la verdad. La ciencia ficción se mueve en el modo verbal condicional, de lo que podría suceder, no ofrece certezas ni pretende hacerlo.
La canción de Siniestro total es punk. Y con esto me refiero más a su mensaje que al género musical, que algunos podrían decir que escora más al rock.
¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? es punk porque encierra una rebledía muy fuerte y genial. Sí, son preguntas trascendentes, pero son expuestas en la canción de un modo casi casual, desenfadado, casi humorístico, popular, como asumiendo que cualquiera puede planteárselas. En un bar. En una conversación con el vecino. En cualquier momento. Y estas pregutnas debe podérselas plantear cualquiera, sin importar procedencia, clase social, orientación sexual ni ningún otro factor.
Y esa es la rebeldía y el carácter punk de la canción. Porque a veces parece que plantearse preguntas, ser curioso o crítico está mal. A veces parece que las repuestas a las cuestiones importantes solo pueden ofrecerlas las personas importantes, como los líderes políticos, religiosos, económicos, mediáticos o culturales. Incluso, más allá, a veces parece que sólo ciertas autoridades tienen la capacidad de plantear las preguntas correctas que la sociedad debe hacerse. Pues no, menos mal que nos queda Siniestro total que nos recuerda que todos y cada uno de nosotros podemos ser curiosos, críticos, y podemos pensar en los temas verdaderamente trascendentes. El futuro y el adónde vamos incluído.
Para mí, este es el verdadero punk, el que contribuye a la emancipación del pensamiento, el quenos hace más libres frente a los sistemas. No son punk, a mi modo de ver, las canciones que hacen apología de las drogas (una forma de esclavismo) ni las que intentan adoctrinar inyenctando a los oyentes un cierto adoctrinamiento (por mucho que sea un adoctrinamiento contra el poder, el sistema o ciertas tradiciones). No. El verdadero punk es incómodo en los dos lados de la balanza, en el del poder, pero también en el del individuo, porque le hace pensar y le fuerza a crearse un criterio propio (¿qué pereza, ¿no?, ¡con lo fácil que es que otro piense por ti!).
Tú verás. Puedes correr ahora a escuchar este temazo de Siniestro total. Puedes investigar qué dicen los filósofos sobre quiénes somos. Puedes estudiar lo que historiadores y científicos han descubierto sobre de dónde venimos. Puedes preguntarte, junto con algún buen libro de ciencia ficción, adónde vamos. Haz lo que quieras, pero con criterio (el tuyo). Si eres punk, tienes un ÁURYN.
La imagen mostrada de cubierta del álbum se utiliza en baja resolución, a título ilustrativo y sin fines lucrativos. Es, además, una imagen que ha sido utilizada en diferentes webs de internet distintas a esta. Puede estar sujeta a copyright.
But it’s the pelvic thrust That really drives you insane Let’s do the Time Warp again
Time warp en una de las canciones del musical Rocky Horror Show y se incluye en la banda sonora de su versión cinematográfica, The Rockcy Horror Picture Show, de 1975.
La película homenajea, a su manera (una manera entre parodia y sátira, absolutamente saturada y divertida) al género de ciencia ficción y, en particular, a las películas de serie B del estudio RKO, que produjo un buen número de filmes de género fantástico y especulativo como King Kong o I walked with a zombie.
The Rocky Horror Picture Show se considera una película de culto. Yo he llegado a ella mucho después de su época. Durante muchos años, eso de Rocky Horror me sonaba, pero no supe muy bien qué era hasta hace relativamente poco. Está construída con unos códigos de los años setenta que, para ser sincero, de primeras encajaron muy poco conmigo.
Fue a raíz de la noticia de la muerte de Meat Loaf en 2022 me hizo repasar algunos de sus éxitos y volví a interesarme por Rocky Horror. Esta vez, digerí mejor la saturación que me provocó en mi primer acercamiento, entendí que tenía un buen número de elementos fascinantes que la elevaron a la categoría de película de culto, como la música, las referencias a la cultura pop o una descarada y en cierto modo rebelde pesta en primer plano del travestismo y la liberación sexual.
Me encantó descubrir también la referencia que hace la película al cuadro American Gotic de Grant Wood en la primera escena de la película. Es una pintura ampliamente asimilada en la cultura pop de Estados Unidos y, también, aquí muy muy cerca de mí. La ilustración de portada de la antología de ciencia ficción El mercader de Venus vol .4, de la editorial riojana Con Pluma y Píxel, parte del mismo concepto, adaptada por el ilustrador Antonio del Hoyo y mereció el reconocimiento de finalista en la categoría de ilustración de los Premios Ignotus 2023. Por lo demás, El cañón cinético, el cuento con el que participo en esta antología, nada tiene que ver con Rocky Horror más allá de la conexión de la ciencia ficción y de la imagen de portada.
Poco a poco, algunas de sus canciones se me colaban a menudo en mis escuchas de Spotify. Time warpera una de mis favoritas. Ese concepto de time warp o túnel del tiempo es muy genuino de la ciencia ficción, y encontrarlo en el marco de un musical que homenajea al género lo acentúa aún más. Por eso he querido traer aquí este tema. Es una canción divertida, rock n’roll bailable que cuenta con su propia coreografía popular de pasos sencillos y accesibles a todos.
Tengo que decir que, dentro de la enorme amplitud de la ciencia ficción, prefiero las aproximaciones más científicas, la ciencia ficción dura, y las historias que incluyen crítica y relfexión potentes. Rocky Horror apunta más a otra ciencia ficción, más ligera, de aventuras, popular y llena de clichés. Ambas son posibles y necesarias, desde luego, y no dejan de estar conectadas por ese sentido de la maravilla. A veces toca disfrutar, otras veces toca pensar, aunque en realidad siempre hay una dosis de cada cosa.
¿Coges el túnel del tiempo para retroceder a 1975 y escuchar esta canción?
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I’m a man that will go far Fly the moon and reach for the stars
Princes of the universe mezcla espadas y guitarras eléctricas. Se trata de un tema de Queen compuesto por Freddie Mercury. Es el último corte del disco A kind of magicde la banda británica pero, además de este cierre, hace de apertura de la película Los inmortales (Highlander en su título original) dirigida por Russell Mulcahy.
Princes of the universe de uno de los temas más rockeros de Queen. Algunos lo clasifican dentro del heavy, y es cierto que descarga mucha energía. Quizá porque Queen es uno de los primeros grupos que he escuchado con verdadera devoción, a mí me cuesta clasificarla. Es una canción de Queen y punto, suena a Queen, a Red Special, a Freddie. ¿Me parece heavy? Pues entiendo que muchos la vean así, pero para mí el heavy debe tener una batería más contundente. En Princes of the universe son otras cosas las que destacan, como los coros, la estructura poco habitual con esos cambios de ritmos y un Freddie Mercury en su versión más energética. Creo que es imposible escuchar este tema y quedarse indiferente. Gusta desde el primer segundo y su dinamismo es tremendo. Es de esas canciones que dan ganas de cantar.
El inicio utiliza compases lentos, con un punto solemne, para luego cambiar de ritmo alrededor del minuto 1:30. Continúa alternando y construyendo un tema verdaderamente bueno y que encaja a la perfección con los saltos temporales de la trama de la película. Princes of the universe se hace corta, daría para más, pero entiendo que su duración de 3:33 es muy adecuada para acompañar como banda sonora a los créditos de entrada de una película.
Siendo estrictos, Los inmortales es un filme de género fantástico y de aventuras. Los elementos de ciencia ficción son pocos, un aderezo, pero ni mucho menos el ingrediente principal. La canción de Queen, sin embargo, sí que incorpora una buena atmósfera cienciaficcionera tanto en la música como en la letra.
El conjunto de película y canción tiene un interesante punto retro. El filme es de 1986 y cuenta una historia contemporánea cargada de restrospectiva histórica. Quizá por eso la película haya envejecido de una forma más acusada que otras de corte más atemporal. Pero está bien así. Es un bocado puro de ochenterismo, para degustar por todo aquel que sienta nostalgia o simple curiosidad por la exhuberante cultura popular de los años ochenta del siglo XX.
Ahora tú decides: ¿ver la película o escuchar la canción?
Ficha técnica
Canción: Princes of the universe
Artista: Queen
Álbum: A kind of magic
Año: 1986
Duración: 3:33
Escúchala en Spotify clicando aquí:
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Mother nature’s crying out in pain We are the ones to blame
Paradise trata de una manera absolutamente frontal la preocupación por el calentamiento global y la conservación de la naturaleza en nuestro planeta. Toca, así, una de las temáticas recurrentes en la ciencia ficción.
La canción pertenece al álbum Visions de la banda finlandesa de power metal Stratovarius. Vio la luz en 1997. Sí, la preocupación por el cambio climático viene de muy atrás y en esto los países nórdicos han mostrado una altura de miras y un compromiso notables.
Stratovarius visita con frecuencia el futuro en sus canciones y podemos decir que, junto a otras bandas como Helloween o Gamma Ray, aúnan futurismo y power metal de una manera brillante.
Paradise cuenta con la potencia de sonido característica de la época más clásica de la banda. La voz Timo Kotipelto sostiene con firmeza toda la descarga de power metal del tema y brilla con agudos muy claros en el estribillo. La música es tan directa como la letra, de factura sencilla, sin extravagancias y con una buena melodía. Si uno se para a escuchar con detenimiento, puede apreciar la virtud de esta banda. Sí, desde luego que son buenos. A mí, Stratovarius siempre me han parecido un tanto fríos, muy técnicos, pero de calidad innegable. Son muy nórdicos, vaya, como si se situaran constantemente en las antípodas de la canción del verano. Pero cuando tiran de emoción también lo saben hacer muy bien, ahí está por ejemplo su tremenda balada Forever.
Stratovarius cuenta con un buen abanico de canciones que tratan futuro, tecnología y ciencia ficción en general y seguro que los vuelvo a traer a mi blog en nuevas ocasiones. Para esta presentación, Paradise me parece un tema de lo más adecuado. Un tema de los años noventa pero muy vigente y que nos saca los colores: casi treinta años después, no hemos hecho nada más que empeorar. Quizá los chicos de Stratovarius tienen algunas ideas mucho más claras que los dirigentes que se han reunido en la reciente COP28.
Ficha técnica
Canción: Paradise
Artista: Stratovarius
Álbum: Visions
Año: 1997
Duración: 4:27
Escúchala en Spotify clicando aquí:
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¿Qué será esa bola de color? ¿Y qué hago yo girando alrededor?
Laikaes uno de los cortes de Descanso dominical, el disco más vendido en España en su año (1988) y un nuevo éxito para Mecano, uno de los máximos exponentes del pop nacional. Quizá Laika no sea una de las canciones más populares de la banda, y de hecho fue uno de los temas descartados en la edición en vinilo del disco, pero lo que no puede negarse es que tiene un sonido que evoca lo cósmico y lo espacial de manera excepcional.
Laika no es estrictamente una canción de ciencia ficción, sino más bien histórica, al estar inspirada en la famosa perra astronauta que, a bordo de la Sputnik 2, se convirtió en 1957 en el primer ser vivo en alcanzar la órbita terrestre.
El avance demostró que un mamífero podía sobrevivir a un lanzamiento espacial y fue un éxito para la URSS en el marco de la carrera espacial.
Lo que los chicos de Mecano no sabían es que Laika no estuvo seis días con vida girando alrededor de la bola de color, sino que murió al poco tiempo de alcanzar la órbita por sobrecalentamiento. No lo sabía nadie. Hasta 2002 no se conocieron los detalles reales del vuelo de Laika, y la versión oficial previa, impregnada de la mentira sistemática de la guerra fría, fue que la perrita astronauta vivió varios días hasta que se le agotó el oxígeno.
A la aventura de Laika siguieron las de otros animales con destinos dispares. En 1960, las perras Belka y Strelka, fueron los primeros en regresar con vida a la Tierra después de su viaje espacial a bordo de la Sputnik 5.
La realidad de estos inicios de la era espacial es mucho más escabrosa que la versión edulcorada que vendieron los aparatos propagandísticos de la URSS y de Estados Unidos, y más que la interpretación romántica de Mecano en su canción Laika.
Pero no podemos culpar a Mecano de manipulación. Todo lo contrario. Tan solo el hecho de dedicar una canción a un hito espacial como este merece un aplauso. Ojalá hubiera más canciones que nos acercaran a los logros científicos y técnicos. Mecano, además, aporta un sonido fascinante en Laika. El piano a partir del minuto 2:35, o la rapidísima progresión que pretende emular el lanzamiento del cohete son geniales. Toda la canción lo es, tanto en sus fases minimalistas en las que Ana Torroja parece cantar desde la inmensidad silenciosa del mismo espacio hasta las partes inundadas de ese sonido retrofuturista de sintetizador.
Apuesto a que, si la escuchas, acabarás reproduciendo esta canción al menos dos o tres veces seguidas. ¡Disfrútala!
Ficha técnica
Canción: Laika
Artista: Mecano
Álbum: Descanso dominical
Año: 1988
Duración: 4:38
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Si hay un artista sinónimo de astronomía y exploración espacial, ese es Vangelis. Su contribución a la banda sonora de la mítica serie documental Cosmos: un viaje personal de Carl Sagan es, probablemente, su trabajo de mayor impacto.
Alpha es el corte que, a mi parecer, mejor evoca la fascinación por el espacio en toda su amplitud.
Alpha comienza despacio, como ingrávida, con más silencio que materia musical, como si realmente sonara perdida y rodeada de una inmensidad de vacío negro. La pieza va creciendo, coge cuerpo y llega a adquirir una grandiosidad solemne que bien podría evocar la proximidad de algún enorme cuerpo celeste. Sí, Alpha nos recuerda a golpe de sintetizador que el espacio es capaz del vacío más absoluto y, a la vez, es también la enormidad y lo majestuoso de los cuerpos celestes más extremos.
El uso que hace Vangelis de los sitetizadores crea una atmósfera de perfecto retrofuturismo. No en vano, es una composición de los profundos años setenta y viene de la mano de uno de los pioneros mundiales en la música electrónica.
Es probable que la fuerza de Alpha tenga una gran componente de nostaliga. Yo ví la serie Cosmos de pequeño, pegado al televisor, fascinado por esa combinación de imagen, música y narración que supieron conjugar tan bien Carl Sagan y su equipo. De esta manera, anudé con fuerza en mis neuronas la astronomía y el espacio con la música de Vangelis. Ignoro si las personas que por más mayores o por más jóvenes no hayan visto Cosmos sentirán lo mismo.
Para mí, Alphaes el espacio.
Pero no solo el espacio de la astronomía y la física, sino también el de la ciencia ficción. El maestro Sagan sabía conjugar el rigor científico con la fantasía y la especulación. Imaginó, desde la base de la ciencia, otras formas de vida, otros planetas, la enciclopedia galáctica o maravillosos viajes multigeneracionales.
Vangelis fue un entusiasta de la exploración espacial y de la ciencia. Además de todos los reconocimientos que tuvo desde el mundo de la música, también recibió un homenaje de la Unión Astronómica Internacional, que puso a un asteroide el nombre de Vangelis. Y, ¡quién no quiere un asteroide!
Os invito a escuchar Alpha con calma. Yo imagino que avanzo por las profundidades espaciales descubriendo maravillas, de la mano de un científico divulgador que me las sepa explicar. Y, también, Alpha me acompaña y me ayuda en la tarea de escribir ciencia ficción.
Ficha técnica
Tema: Alpha
Artista: Vangelis
Álbum: Albedo 0.39
Año: 1976
Duración: 5:44
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When you hear these words We’ve taken cold refuge In freezers to keep us alive
Mission motherlandes un tema de ciencia ficción pleno y sin complejos, que habla de la llegada a la Tierra de una civilización más avanzada que busca un planeta donde vivir.
Viene firmada por la banda alemana de heavy metal Helloween, para quienes es habitual crear historias épicas en forma de canción y logran ambientar de una manera excelente géneros como la fantasía o la ciencia ficción.
Helloween es uno de los máximos referentes del power metal y Mission motherlanddespliega toda la potencia de sonido del grupo alemán. Es un tema largo si lo comparamos con las radiofórmulas, pero nada extraño para los usos y costumbres del heavy metal, que incorpora habitualmente cortes de estas dimensiones en sus discos.
Descubrí Mission motherland después de haber escuchado los discos de la anterior etapa de Helloween. Me flipaban los Keeper of the seven keys Iy Keeper of the seven keys II, power metal ochentero con un Michael Kiske pletórico en la voz. Por eso, al principio, los álbumes Master of the ringsy The time of the oath, con el vocalista Andi Deris al frente, se me hicieron extraños. Hoy en día, no sabría decir cuál de los dos cantantes me gusta más. Deris, con una espectacular base glam, me parece que contribuye al ambiente de ciencia ficción de una manera inmejorable. Por eso Mission motherlandtiene una factura tan buena. Cuenta con varios tiempos y mi parte preferida de la canción es la del minuto 6:18 y siguientes, con unos compases lentos y casi oníricos que parecen traídos desde el mismísimo futuro hasta los oídos de quien escucha, para reconectar paulatinamente y con una muy buena progresión (redobles mediante) con la potencia y los riffs más cañeros que abordan ya la recta final.
Al parecer, la banda nunca ha incorporado esta canción en sus directos. A fin de cuentas, los conciertos, incluso los de heavy metal, deben ceñirse a una duración finita. El repertorio de Helloween es inmenso y meter una canción de nueve minutos tiene que estar muy justificado. Personalmente, Mission motherland me parece mejor que otros temas míticos largos de la banda como Halloween o The time of the oath, pero entiendo que tenga menos peso específico que estos y que no es posible meter más que un par o tres de estos cortes extralargos en un directo.
Conceptos como la criopreservación, los viajes interplanetarios, el destino de las civilizaciones o la amenaza de las tormentas solares se integran en una letra estremecedora.
Helloween, junto con sus primos hermanos musicales Gamma Ray, me parecen unos maestros en el arte de tocar ciencia ficción.
Y es que el heavy metal no tiene miedo ninguno a incorporar temáticas de este estilo en sus canciones. Quizá la capacidad del heavy de tratar todo tipo de temas hace que se mantenga siempre vigente, aunque ya no sea mainstream.
Ficha técnica
Canción: Mission motherland
Artista: Helloween
Álbum: The time of the oath
Año: 1996
Duración: 9:01
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La imagen mostrada de cubierta del álbum se utiliza en baja resolución, a título ilustrativo y sin fines lucrativos. Es, además, una imagen que ha sido utilizada en diferentes webs de internet distintas a esta. Puede estar sujeta a copyright. Fuente: https://en.wikipedia.org/wiki/File:Oathcover.jpg
Tengo un relato en proceso de ideación que mezcla una banda de rock y un personaje con poderes paranormales. En un momento dado, quiero mencionar en el relato al club de los 27.
El club de los 27 hace referencia a una serie de músicos y otros artistas que murieron a la edad de 27 años. Los de mi quinta recordamos muy bien el caso de Kurt Cobain, el líder de Nirvana, porque la noticia de su muerte nos cogió de sorpresa en plena adolescencia en los años noventa profundos. Los que sean más jóvenes que yo, recordarán con más claridad el caso de Amy Winehouse.
Aunque el fallecimiento de Cobain vino a acuñar definitivamente el concepto del club de los 27, la cosa se había gestado antes, entre 1969 y 1971, con la muerte de músicos como Brian Jones de los Rolling, Jimi Hendrix o Jim Morrison de The Doors.
Podría decir que busqué un vídeo de Joplin para documentarme, pero no sería del todo cierto porque la referencia al club de los 27 en el relato será solo eso, una referencia, una mención o un comentario de algún personaje.
Pero no todo es documentación.
Hay otra cosa que los escritores necesitamos y es meternos en contexto, entrar en un cierto modo de pensar, acercarnos a un estado emocional determinado. Esto ayuda a darle a la escritura el pulso necesario, la textura adecuada.
Fijaos qué potente es este video de Piece of my heart en directo grabado en Alemania en 1968, y donde Janis Joplin lanza una interpretación bestial.
No es una voz que pueda decirse en el canon de lo que es cantar bien, pero transmite muchísimo. Pone los pelos de punta. Me impresionó la actuación de Joplin y me he creado mi propia imagen de esta mujer, mi propio personaje completado con mucha imaginación y detalles que tan solo son ficción.
Veo a la cantante ya devastada por la heroína y el alcohol en este vídeo, dos años antes de su muerte. De hecho no parece que tenga veinticinco años, está envejecida. Me da la sensación de que, de alguna manera, sabe que morirá pronto y que no son muchos los momentos plenos, como este, que podrá disfrutar. Por eso invita al público al escenario, para hacer de ese tiempo y ese espacio algo inmortal, y quizá también para rodearse de un cariño que realmente necesitaba. Imagino una Janis Joplin que desde niña ha buscado la felicidad, pero que esta le ha sido esquiva. Mi Janis imaginada es una niña primero y luego una adolescente que pide amor a gritos y no lo consigue, y que de tantas ganas lo cree ver ya de veinteañera en un espejismo: confunde la felicidad serena y a largo plazo con el placer inmediato del sexo, el alcohol y la heroína. Aunque quizá solo se sintiera plena en el escenario.
Sí, he creado un personaje, mi Janis Joplin particular, con dos o tres elementos reales y muchísimos ficticios. Pero es que soy escritor y necesito construir el personaje completo. Y con «completo» no me refiero a crearle una biografía de doscientas páginas que trace su vida, sino a darle esencia y sentido. Y la tragedia de una mujer que busca ser querida pero solo encuentra placeres efímeros que acaban con ella me parece algo bastante completo.
Me parece que esta canción, la interpretación tan poderosa, la historia triste que le he inventado a mi Janis y cierta rabia contra las drogas y todo lo malo que provocan crean un marco emocional que, sí, seguro que acaba derramando chorros de «esencia Joplin» en el texto que resulte.
Venga, ya puedes volver a ver el video de nuevo que lo estás deseando. Yo termino aquí el artículo y dejo que Janis te hipnotice con su manera de cantar Piece of my heart.
Recuerdo escribir Las aventuras de Kai, una novela corta juvenil, en un PC multimedia. Yo tenía entonces 19 años y aquella historia debía ser el resultado del curso de creación literaria impartido por Consuelo Cerejido que realicé en la Universidad Popular de Alcorcón durante el año académico 1998/1999.
Tecleé las 17.000 palabras de aquella novelette en un ordenador Pentium a 120 MHz que cargaba Windows 3.11 y el procesador de textos Word 6. La máquina venía equipada con un lector de compact-disc (CD) y permitía algo tan maravilloso en la época como hacer sonar un disco a la vez que se trabajaba con las herramientas de oficina. Hoy en día esto no tiene nada de especial, pero en los años 90 podía considerarse casi un lujo.
Las aventuras de Kai fueron creadas con el album de estudio de Queen, llamado igual que la mítica banda de Freddie Mercury y editado en 1973. En casa tenía una edición en compact-disc, lo más puntero en la época en cuanto a música, calidad digital frente a los tradicionales vinilos o los cassettes.
Cuando comenzaba a sonar la canción My Fairy King, el cuarto corte del álbum de Queen, llevaba ya algo más de 10 minutos trabajando en el relato y solía haber encontrado esa inmersión en la escritura, ese estado de concentración profunda en el que es una delicia trabajar. Por eso My Fairy King solía pasarme desapercibida y nunca fue una canción que quisiera escuchar en bucle activamente, pero sí que debió marcar mi subconsciente. Y es que hay una serie de características que hacen mágica esta canción.
My Fairy King habla del mundo ficticio de Rhye inventado por el propio Freddie Mercury. Quizá por eso, en algún plano de conciencia, mi Fabularnia encajaba con Rhye. Fabularnia era el universo que inventé para albergar Las aventuras de Kai, y Rhye era el mundo de fantasía del cantante de Queen.
La canción, además, usa un piano magistral, unos coros grabados múltiples veces con la voz de Freddie y ese sonido de la Red Special del guitarrista Bryan May con ecos que resultan en una atmósfera onírica donde magia, hadas y fantasía toman cuerpo.
La estructura de My Fairy King es épica, con ese inicio de canción de paz y armonía en un mundo idílico que se trunca con un grito y una estrofa geniales en el minuto 1:25. Llega el caos, la lucha y el daño infligido al rey de las hadas y una parte instrumental que conduce hasta el final de la canción y nos deja la duda de si acaba así la historia. Yo creo que no, yo creo que nos pasa el testigo y nos invita a completarla nosotros. El rey de las hadas no puede acabar así; la magia, la paz y la armonía deberían ser restauradas. Por eso quizás esta canción anima aún más a escribir.
También, como curiosidad extra, deciros que el cantante de Queen decidió adoptar el apellido artístico de Mercury a raíz de esta canción. ¿Qué os parece?
Os he dejado el video oficial de la My Fairy King para que lo disfrutéis. Hacedlo a vuestra manera. Para mí esta canción es volver a tener 19 años y recuperar una forma de escritura aún inmadura, pero muy honesta y genuina. Escribir es algo mágico y algo fantástico.