Un torneo de fútbol en Transilvania

Traigo una novedad muy especial para este Halloween de 2025.

¡Publico nuevo libro!

Se titula Monstruos del Fútbol. Es un librojuego al más puro estilo de los clásicos de elige tu propia aventura que te llevará a participar con tu equipo en la Copa Transilvana de Fútbol.

La editorial Con Pluma y Píxel ha puesto en marcha una campaña de mecenazgo que, también, funciona como venta anticipada. Y viene con unas ofertas muy jugosas. Si quieres aprovechar las condiciones especiales y ser de los primeros en recibir el libro en tu casa en cuanto salga a mercado durante el mes de octubre, puedes ver toda la información y apoyar la campaña aquí (o pinchando en la imagen de abajo).

Estoy muy contento de volver a publicar en la colección de librojuegos infantiles-juveniles Aventurer@s de esta pequeña editorial riojana. Y deseando tener en mis manos los primeros ejemplares, ¡las ilustraciones tiene pero que muy buena pinta!

¿Te atreves a competir contra los mejores equipos transilvanos?

Música pacifista 01: ONE (Metallica)

Darkness imprisoning me
All that I see
Absolute horror
I cannot live
I cannot die
Trapped in myself
Body my holding cell

ONE es, probablemente, la canción más desgarradora que podemos escuchar sobre la guerra. Una descarga brutal antibelicista con toda la potencia del sonido de la legendaria banda de thrash Metallica. Y, sin embargo, el vector de fuerza más grande de este tema no es el sonido, sino la historia que cuenta y su mensaje.

Y, como se titula ONE, tenía que ser la primera canción a destacar en esta nueva serie de posts sobre música pacifista.

Pertenece al album And Justice for All de la banda, publicado en 1988, y obtuvo un premio Grammy.

ONE está inspirada en el relato de Dalton Trumbo titulado Johnny cogió su fusil (Johnny Got His Gun en su título original) que el genial escritor y cineasta americano nos contó tanto en película (1971) como en novela (1939).

Cuenta la historia de un soldado americano de la Primera Guerra Mundial que queda mutilado por una explosión en el frente. La canción de Metallica se centra en el horror del despertar del soldado, sin brazos ni piernas, habiendo perdido el habla y sus sentidos de vista y oído, pero vivo. Cuenta ese lado de la guerra que sabemos que está ahí, maldita sea, pero que no se suele mostrar en los relatos de héroes. Plantea también el debate de la eutanasia, mostrando un caso extremo de sufrimiento irreversible.

El videoclip de ONE, a diferencia de la versión del disco, intercala escenas de la película Johnny Got His Gun, haciéndolo más impresionante y visceral. Si eres una persona sensible, te recomiendo ceñirte a la versión de audio y evitarte el vídeo. Puede revolverte no solo la conciencia, sino también las tripas, y provocarte una noche de inquietud e insomnio. Te lo digo por experiencia.

El momento más estremecedor musicalmente se desarrolla desde el minuto 4:33 al 5:22. Es probable que este fragmento sea uno de los mejores minutos de la historia del heavy metal.

Un mensaje antibelicista tan crudo como el de Johnny Got His Gun no encajaba muy bien con el discurso de enaltecimiento de la guerra de los Estados Unidos en la época de publicación del libro. La actividad intelectual de Dalton Trumbo cayó bajo el punto de mira del poder. Como consecuencia, el autor fue perseguido. Fue uno de los Diez de Hollywood. Dalton Trumbo fue víctima del macartismo o de la caza de brujas contra el comunismo impulsada por el senador McCarthy en Estados Unidos durante la guerra fría. Esto le supuso al bueno de Trumbo meses de prisión y años de exilio, y a Estados Unidos una mancha más (¡otra!) en su largo historial de injusticias, persecuciones y represión de las libertades.

Por eso la canción de Metallica es, también, un homenaje a Dalton Trumbo, a su obra y a la libertad de expresión. Pero, sobre todo, es un tema antibelicista, pacifista, de esos que por alguna razón no abundan demasiado en las radiofórmulas pero sí en estilos musicales más comprometidos.

Acabo con dos consejos. Uno es trivial: escucha ONE, que es un temazo. El otro es el mejor consejo que recibirás jamás, aunque nunca te lo dirán los poderosos: si hay una guerra, no vayas.

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El anillo único y la bomba atómica

Tolkien no estaba de acuerdo con la interpretación de algunos de considerar el anillo único como una metáfora de la bomba atómica. Sin embargo, en el contexto de guerra fría, la comparación quizá fuera inevitable.

He revisitado la versión cinematográfica de Peter Jackson y, aunque quería dejarme mecer por la mera ficción, no he podido evitar que me asaltara mi propia interpretación del asunto.

Hoy en día, nueve son las potencias nucleares, igual que nueve fueron los anillos de poder entregados a los hombres y que los corrompieron hasta dar lugar a los nueve Nazgûl o espectros del anillo.

Rusia

Estados Unidos

China

Francia

Reino Unido

India

Israel

Pakistán

Corea del Norte

Todas estas naciones disponen de arsenal nuclear. Cada una de ellas, podríamos decirlo así, posee su propio anillo de poder.

Pero, igual que en la obra de Tolkien, las nueve naciones han caído en la terrible trampa del anillo único, el que los domina a todos.

Y no es otra que la trampa de la individualidad, del egoísmo, del nacionalismo excluyente, del miedo al otro y de la búsqueda de la supremacía.

Los países con arsenal nuclear viven a la contra, ejecutan una política de miedo de puertas adentro y amenaza de puertas afuera. Las bombas atómicas nos alejan irremediablemente de ese futuro de paz y unidad mundial al que muchos aspiramos.

El consenso y la unidad es la herramienta con la que, en El Señor de los Anillos, se planta cara al mal del anillo. La Última Alianza o la Comunidad del Anillo son, en la obra de Tolkien, las grandes empresas unificadoras que se enfrentan al poder oscuro.

En nuestro mundo real, contamos con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), creada precisamente para mantener la paz y solucionar grandes problemas globales desde el consenso entre naciones.

La ONU trabaja, entre otros muchos temas, por el desarme y por la defensa de los derechos humanos. Es algo muy inspirador y que nos puede hacer soñar con un futuro verdaderamente unificado de la Tierra, una unidad desde la que emprender el próximo paso de la humanidad en su camino hacia otros planetas y estrellas. Pero la ONU es débil, los países no siempre adoptan sus resoluciones e incluso hay naciones que tienen derecho de veto. Es decir, de evitar que una resolución de la ONU salga adelante, aniquilando unilateralmente cualquier consenso alcanzado por los demás. De los 193 estados miembros de la ONU, un privilegiado grupo de cinco tienen derecho de veto.

Rusia

Estados Unidos

China

Francia

Reino Unido

Sí, lo has leído bien. Los cinco países con derecho a veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas son, precisamente, las cinco mayores potencias nucleares, los cinco países con mayor arsenal nuclear.

¿Cómo te quedas?

Frente al poder de Sauron y de los Nazgûl, a los pueblos libres no nos queda otra alternativa que unirnos y luchar, por supuesto, desde una postura no bélica, para conseguir una verdadera unión por la paz. No creo que pueda construirse un marco de prosperidad global dictado por la voluntad de quienes se empeñan en atesorar un mayor poder de destrucción y de muerte. Tampoco creo que pueda construirse un marco próspero desde los vetos.

A la vez que seguimos quemando recursos en dividirnos, confrontarnos y matarnos, se nos reduce la capacidad de afrontar los grandes retos, de luchar contra los verdaderos enemigos: la pobreza, el hambre, la enfermedad o el cambio climático. Se nos reduce la capacidad de mirar hacia adelante y de plantear un futuro mejor.

Mi lucha no cuenta con arsenal nuclear, ni siquiera con armas de fuego ni armas blancas. Igual que la magia de los elfos, es más sutil. Lucho con algunos de mis libros (solo algunos, porque no todo es activismo y apuesto también por el mero entretenimiento) y con algunos artículos de este blog.

Lucho también con mi lista de correos, Holoceno 13000.

Holoceno 13000 habla principalmente de literatura, de lo que escribo, y de mi aproximación de lo que puede ser la humanidad en el año holoceno 13000 (o año 3000 de nuestra era).

¿Te inscribes y me acompañas en esta empresa para destruir el anillo único nuclear?

Puedes hacerlo aquí, ¡y además te regalo un ebook por suscribirte!

Peter Fechter y «Estrella blanca, estrella roja»

Hay muchos sucesos pasados que ignoro y que, cuando los descubro, me golpean con tanta vigencia como si fueran noticia.

Hace un tiempo me interesé por Nino Bravo, ese cantante de voz poderosa, vídeos en blanco y negro y del que todos -al menos todos los de mi edad- sabemos de memoria algunos estribillos.

Descubrí que la famosa canción Libre se suele atribuir a la historia real de Peter Fechter.

Peter Fechter

Peter fue asesinado en 1962 al intentar cruzar el muro de Berlín. Tenía solo dieciocho años. Fue tiroteado por la Deutsche Grenzpolizei, los militares encargados de vigilar la frontera entre las dos Alemanias. El joven se desangró durante una hora, sin ayuda, delante de decenas de testigos.

Dieciocho años. Un niño.

Yo a los dieciocho años no tenía la misma conciencia del riesgo que tengo ahora. De alguna manera, niños y adolescentes se sienten inmortales. Pero no lo son. Viven muy intensamente y su capacidad de disfrutar es tan enorme como su capacidad para sufrir.

Quizá desde que soy padre me he vuelto más sensible. Cuando leí la historia de Peter Fechter y su trágico final, me afectó de verdad. Sí, un suceso viejo, ya reivindicado y homenajeado, una herida cicatrizada, pero me golpeó con toda la contundencia del presente. Sentí una tristeza enorme y una rabia tremenda. Aquella injusticia, aquella atrocidad, no podía quedar así. Y me daba igual que el muro ya hubiera caído en 1989. Tuve unas ganas enormes de emprenderla a martillazos con una almaina contra aquel muro, como si derrumbarlo físicamente me ayudara a pasar el trago.

Pero no queda ya muro que derribar. Y no tengo una almaina a mano. Tengo, eso sí, papel, bolígrafo y un teclado. Porque soy escritor.

Así creé, como mi homenaje particular, el personaje protagonista de mi relato Estrella blanca, estrella roja, Peter Janos. Lo ubiqué en la ciudad ficticia de Fehresvoros, unión de dos antiguas ciudades enemigas y atravesada por un río, como un trasunto steampunk de Berlín o de cualquier otra ciudad herida tras una guerra. Utilicé palabras en húngaro para poblar el relato de nombres con aire a Europa central y del Este. Y, sobre todo, quise que explotara todo. Sí, quise utilizar el relato como canal en el que detonar toda la rabia que me había provocado la triste historia del otro Peter, del real, de la víctima Peter Fechter.

Por supuesto, mi versión de escritor racional acudió después para construir la historia de Estrella blanca, estrella roja desde una posición, digamos, más profesional y coherente. Importaba también la escaleta de la historia, el estilo, el ritmo, la ambientación, y no solo la víscera pura.

Añadí elementos románticos, sal y pimienta de mi despensa de experiencias lectoras y que cogí de la balda dedicada a La mecánica del corazón de Mathias Malzieu o de La brújula dorada de Philip Pullman, o de mis referencias audiovisuales como Avatar, la leyenda de Korra.

Uno de los ingenios steampunk de Avatar, la leyenda de Korra

Apliqué técnica y oficio para el desarrollo de la trama y, sobre todo, quise escribir un relato que le gustar a mi mujer.

Pero la fuerza inicial seguía ahí. La ciudad partida en dos que se lleva almas por su cicatriz.

Creo que no se puede escribir sin un impulso inicial de rabia, amor, tristeza, esperanza o de alguna emoción primaria. Luego viene todo lo demás y, sí, entra en juego el escritor profesional, práctico, capaz de crear una historia con los elementos que tiene encima de la mesa y a base de constancia. Ahí ya no hay musa ni rabia y el trabajo es eso, trabajo, nada de inspiración romántica.

Pero hubo una pulsión inicial. Una fuerza que hizo a la historia nacer. La historia de Peter Fechter que conocí gracias a Nino Bravo y a su grandiosa forma de cantar Libre.

La bruja Maruja

Acabo de publicar «La bruja Maruja y su castillo». Se trata de un cuento infantil y el proceso de elaboración ha sido precioso.

A la bruja Maruja no le gusta compartir nada con nadie. Lo que más desea en el mundo es vivir sola, lejos de todos. Pero, una vez que consigue comprar su propio castillo, ocurre algo inesperado. ¿Quieres descubrirlo?

Lo inventé junto con mi hijo, cuando tenía cuatro años. Él aportó los elementos iniciales y el giro principal de la trama. Yo puse las cosas en orden y apliqué una estructura sencilla pero eficaz. Ese planteamiento, nudo y desenlace que en los cuentos de niños puede concretarse en presentación del personaje, problema y solución con final feliz. Todo esto de forma oral, hablada, con apoyo de una libreta en la que esbocé unos dibujos para acompañar la narración.

Este juego de inventar un cuento lo habíamos hecho otras veces mi hijo y yo. En esta ocasión, el resultado fue muy divertido, la aportación del niño muy enriquecedora y el resultado muy redondeado. Decidí pulirlo y emprender el camino para convertirlo en un cuento de verdad.

Alcancé muy pronto una redacción del texto satisfactoria. Pasar del oral al escrito, además, suele aportar orden y ayuda a mejorar la estructura. Después, empecé a concebir el formato del libro y a decidir algunos aspectos del diseño que, aunque ya los sabía por intuición, me sorprendieron cuando tomé conciencia de todos ellos.

  • Letra ligada. Los niños de 4 años comienzan a familiarizarse con las letras, es el inicio del aprendizaje de la lectura. El tipo de letra que se utiliza en los colegios no es letra de imprenta, sino letra ligada, de tipo manuscrita y que presenta una continuidad del trazo dentro de una misma palabra. Como padre comprador de cuentos, me ha costado encontrar ediciones que utilicen este tipo de letra. Hay algunas, muy buenas, pero la mayoría utilizan tipografías de imprenta. Tuve claro desde el primer minuto que «La bruja Maruja» tendría letra ligada.
  • Tamaño de letra grande. Por la misma razón. El cuento va dirigido a niños que están empezando su aprendizaje de la lectura y el adulto que lee el cuento puede seguir con el dedo palabra a palabra. También va dirigido a los niños que han aprendido ya a leer y se enfrentan a sus primeras lecturas autónomas. El tamaño de letra, en cualquiera de los casos, debe ser grande.
  • Ilustrado y a todo color. En los cuentos infantiles de esta edad, la imagen es crucial. De hecho, es hasta más importante que el propio texto. Desde la primera redacción de «La bruja Maruja y su castillo» tuve en cuenta que cada párrafo correspondería con un dibujo. Así, el manuscrito del cuento estaba compuesto ya en su primera versión por una sucesión de escenas sencillas.
  • Formato cuadrado. La mayoría de los cuentos infantiles que forman parte de la biblioteca de mi hijo son cuadrados. Es el formato más cómodo, y el más apropiado para una publicación en la que los dibujos van a ser protagonistas.

Con estas premisas, invité a mi amigo Alberto GG a ilustrar el cuento. Además de ser un estupendo dibujante, tiene experiencia con tiras cómicas y sabría sacarle todo el partido a un texto divertido. También se maneja a la perfección con las herramientas digitales necesarias para crear un PDF profesional, algo imprescindible para plantearnos una edición propia. Pero, por encima de todo, Alberto es uno de mis mejores amigos.

El proceso de creación de las ilustraciones, la portada, la tripa o interior del libro, la sinopsis y todos los elementos adicionales llevó meses. Mi hijo fue testigo de los avances, y mi mujer una crítica atenta a los detalles y constructiva.

Con todo preparado, enfrentamos el proceso de publicación en Amazon. Tras validar un primer ejemplar de prueba y superar todas las revisiones necesarias, por fin ha salido a la venta. ¡A tiempo para las navidades!