La reina de los cuervos

Existen lugares mágicos. Uno de ellos es Libros de Arena, en el barrio de San Blas – Canillejas de Madrid.

Conocí a José Ángel Fornás, regente de esta librería, allá por 2008 en un contexto que nada tenía que ver con libros. Coincidimos por trabajo en un proyecto de I+D+i sobre tecnología y turismo. José Ángel era uno de los ingenieros en aquel proyecto, y mantuvimos contacto profesional durante algunos años. En 2018, y cuando ya hacía mucho que no sabía nada de él, descubrí a través de LinkedIn que ahora José Ángel ya no se dedicaba a la informática, sino que había puesto en marcha su propia librería. Le escribí inmediatamente un correo electrónico. Retomar el contacto fue una estupenda noticia para ambos y quedé en visitar la librería y vernos en persona en cuanto fuera posible.

La casualidad quiso que el 17 de marzo pudiera por fin visitar Libros de Arena y que, además, esa misma tarde José Ángel organizara la presentación de un libro. Cuando vi de qué autora se trataba me llevé una alegría adicional: Minerva Gallofré, escritora y editora en Tres Inviernos. Tuve la oportunidad de conocerla el verano anterior en el III Encuentro Interactivo Dédalo. Fue una de las ponentes que más me gustó en aquella jornada llena de librojuegos y ficción interactiva, y me encantó la idea de encontrarla de nuevo.
Llegué a Libros de Arena y saludé a José Ángel. Le vi feliz y, en el primer vistazo que eché al interior de la librería, pude ver que se trataba de un lugar especial, creado con cariño y esfuerzo. Saludé también a Minerva.

Eramos pocos los privilegiados que nos congregamos aquella tarde en Libros de Arena. Nos sentamos dispuestos a atender a la presentación de La Reina de los Cuervos, un cuento popular alemán adaptado en formato de álbum ilustrado. Minerva nos leyó el cuento completo. La librería se transformó en un bosque nocturno y nos agrupamos entorno a un fuego para escuchar aquella historia centenaria sobre cuervos, magia, princesas y brujas. Hacía mucho que no me contaban un cuento y la experiencia fue un regalo de un trozo de infancia. La Reina de los Cuervos responde a las principales premisas de los cuentos de hadas, con una estructura firme, casi matemática, de narración alemana, con todo el encanto de los reinos fantásticos del norte y la atrocidad original de los cuentos. Como bonus extra, me llevé el descubrir el género del álbum ilustrado. Minerva nos ofreció una visita guiada por la obra, recorriendo los detalles y explicando el significado de cada ilustración. Me aseguré de hacerme con un ejemplar de La Reina de los Cuervos firmado por la autora, en ese momento y en ese lugar, para incorporarlo a mi biblioteca de libros dedicados.

Ya diluidos el bosque nocturno y el fuego que se había creado con la lectura de ficción, continuamos con una conversación sobre escritura y libros. Algo de magia flotaba aún. El camino de vuelta a casa lo hice recordando los cuervos que se dejaban ver en Reading aquel año que pasé en Inglaterra. Poco a poco, la carretera me devolvió a la realidad, pero sabía que llevaba conmigo un cuento al que recurrir cada vez que quisiera volver al Reino de los Cuervos.

 

Nota adicional: si mi Naksatra incluye un «cómo se hizo» en el propio libro, La Reina de los Cuervos cuenta con una entrada en el blog de Minerva que explica también cómo se creó el libro, y que puedes leer en este enlace.

Universo de tinta (homenaje a Stephen Hawking)

Una gota de tinta cayó en el folio en blanco. En un instante quedó impreso sobre el papel un manchurrón completamente negro en su centro y con salpicaduras cada vez más espaciadas en los alrededores. La tinta aún se extendió un poco más hasta que quedó seca. Aunque irregular, la figura generada presentaba una forma inequívocamente redondeada.
—Así se formó el Universo —dijo el profesor Cepeda. Su sobrino le miraba incrédulo. Aquello era más extraño aún que la historia de las jarras filóticas—. Evidentemente, es un modelo simplificado. La superficie del folio representa el espacio-tiempo, pero reducido a un plano de dos dimensiones en lugar de las tres que tiene en la realidad. El impacto de la gota de tinta apenas dura un instante y representa el Big Bang, sus primeros momentos. Desde el punto de vista del papel, que solo tiene dos dimensiones, parece que la tinta, la materia del Universo, ha aparecido de la nada. Pero tú y yo hemos sido testigos de lo sucedido en tres dimensiones y por eso sabemos que el Universo no ha surgido de la nada, sino que es el resultado de que la gota de tinta impacte o se proyecte sobre una superficie.
—O sea —el niño se rascó detrás de la cabeza y tardo unos segundos en hilar su razonamiento—, que si solo nos fijamos en el folio, parece que la tinta ha aparecido de la nada.
—Exacto, ¡muy bien! Mi teoría es que el Universo donde vivimos, de tres dimensiones, es una proyección del Universo real de cuatro dimensiones. Es el resultado de algún proceso o evento cuatridimensional equivalente a la gota de tinta. —El profesor Cepeda tomó aire—. Y podemos ir más allá. Si forzamos la tinta a llegar al borde del folio, allí se encontrará con una línea y ya no tendrá dos dimensiones en las que seguir expandiéndose. Algo parecido ocurre en la realidad, ¿sabes dónde?

El niño negó con la cabeza y el profesor Cepeda continuó inmediatamente.

—¡En el horizonte de sucesos de los agujeros negros! Estas regiones han quedado reducidas de tres a solo dos dimensiones. No se sabe lo que hay más allá del horizonte de sucesos. Los científicos lo llaman singularidad porque no puede explicarse. Igual que el Big Bang, que también es una singularidad. Y por eso creo que la singularidad de un agujero negro puede resolverse de la misma manera: planteando una cuarta dimensión.
—¿Y qué tiene que ver todo esto con la peperomia obtusifolia, tío?
—Sería muy largo de explicar, pero es suficiente con que entiendas una única idea: la translógica puede parecer inexplicable en tres dimensiones, pero toma sentido y coherencia en un modelo matemático cuatridimensional.

Aquella noche, el niño soñó con estrellas, agujeros negros y el Big Bang.

 

En homenaje a Stephen Hawking
Puedes saber más sobre la translógica, la peperomia obtusifolia y las jarras filóticas en Naksatra.

Ready player one

Captura de pantalla de mi móvil con Ready player one dispuesto a comenzar

Descubrí Ready player one a través de un podcast y, cuando Amazon me lo puso fácil, lo compré. Es un caramelo para los que hemos crecido con videojuegos de 8 bits y partidas de rol, pero preveo que este libro soportará mal el paso del tiempo y las generaciones más jóvenes lo ignorarán… A no ser que Steven Spielberg haga de la versión cinematográfica una obra maestra que inmortalice esta historia. ¡Se estrena muy pronto!

Como lector, lo he disfrutado sin tapujos. Como escritor, he detectado varios puntos débiles.

Este artículo es un comentario personal sobre mi experiencia de lectura de Ready player one en febrero de 2018. No es una sinopsis objetiva ni un comentario estructurado para orientar a posibles lectores sobre si este libro les podrá gustar o no. Aunque me enfoco más en lo que rodea al libro que en el contenido de la novela en sí, puede contener spoilers. El debate en los comentarios es bienvenido.

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Alcorque nº 2 (1995)

Revista Alcorque, nº 2 (junio 1995)

En junio de 1995, y para despedir el curso de creación literaria de la Universidad Popular de Alcorcón, publicamos el segundo número de la revista Alcorque.

El planteamiento parecía que sería similar al del primer número, pero ocurrieron varias cosas que le dieron a este mucha más fuerza. Las ilustraciones ganaron en calidad, comenzando por la propia portada. En esta ocasión, no imprimimos los ejemplares en un servicio de reprografía, sino que utilizamos los recursos y la fotocopiadora de la misma Universidad Popular de Alcorcón, y eso la hizo aún más artesana que la primera. Pero, sobre todo, tuvimos a Yolanda Núñez.

Yolanda irradiaba una energía especial. Era todo nervio y buen carácter. Se echó al hombro la revista y tiró de ella, de todos nosotros. Revolucionó la maquetación: la sacó de los corsés del software de oficina de la época y trabajó con tijeras, pegamento y rotuladores sobre los grandes pliegos A3 originales. Supo crear una tremenda complicidad entre nosotros. Ya no era tan solo la revista del aula de creación literaria que cargaba su peso en la profesora del curso para poder flotar, se había convertido en algo autónomo, de todos y mucho más fuerte.

Volví a publicar junto a mis compañeros del primer número y, además, se nos sumó Juan José Alcolea. El número 2 de Alcorque fue el primer proyecto que tuvimos en común  él, Ana Garrido y yo. Años más tarde, ingresaríamos en Verbo Azul y cogeríamos las riendas juntos de La Hoja Azul en Blanco. Pero esa es otra historia y debe contarse en otra ocasión.

Publiqué dos textos, el cuento «Sekuestro doble» (sí, a mis 16 años no sabía bien cómo ser rebelde, y utilizar la letra ka en cualquier sitio no me parecía tan mal) y «Hada», un poema breve, adolescente también, del que me sigue gustando el ritmo.

Este segundo número fue poderoso y mágico. El árbol lector del dibujo de portada me encanta, la verdadera imagen de lo que para mí significa esta revista. Y mucho más. Si es verdad que, cuando uno muere, se agolpan las imágenes de lo más importante que ha vivido, para mí esta portada será sin duda una de ellas.

Animo a todo el mundo a imprimir un par de cuentos o poemas y, después, dejar de lado el ordenador, desplegar en la mesa de trabajo un gran papel A3, revistas, tijeras, rotuladores y pegamento, recortar nuestros textos impresos y cualquier cosa con lo que nos apetezca rodearlos y montar una obra artesana.

Este ejemplar bien podría ser una pieza de coleccionista. Creo que la experiencia en Alcorque tiene mucho que ver con que hoy en día guarde con cariño cualquier libro de tirada ultracorta que caiga en mis manos, y mucho también con que me guste tanto leer escritores aficionados o independientes.