Odín, Thor y Loki en «Odd y los gigantes de escarcha», de Neil Gaiman

Hoy traigo la reseña de un relato delicioso, fantasía dirigida a niños, jóvenes y a cualquier persona que disfrute de la mitología nórdica. Y es que leer mitología es como beber agua directamente de la fuente, formando un cuenco con las manos. Sin tuberías, sin grifos, garrafas, botellas, jarras o vasos. Porque, a veces, beber de la fuente original sabe mejor.

No negaré, sin embargo, que Odd y los gigantes de escarcha es mitología tratada convenientemente para garantizar que su consumo sea seguro para los lectores actuales. Pero sigue siendo agua fresca (¡fresquísima!) recién traída de la fuente. Y de la mano, nada menos, que de Neil Gaiman.

Como de costumbre, esta reseña es inofensiva en tanto que no tiene destripes (o spoilers para los que gusten del término inglés), pero si queréis que dialoguemos sobre ella, nos vemos en los comentarios, ahí sí, sin filtros ni cautelas.

Título: Odd y los gigantes de escarcha
Autor: Neil Gaiman

Ilustrador: Chris Riddell
Editorial SM, año 2017
129 páginas

Descubrimiento

Este libro lo compré como regalo para mi sobrino hace ya unos cuantos años y, si no recuerdo mal, en una librería de Benidorm. Me cautivó la estética, con esas ilustraciones en blanco y negro de Chris Riddell, y esa cubierta recortada que imitaba la abertura de una cueva por la que se asoma el ojo de un gigante. Siendo el texto de Neil Gaiman, pensé que sería un valor seguro y quedó comprado y envuelto en un periquete.

Este verano coincidí unos días con mis sobrinos en casa de mis padres. Y habían traído Odd y los gigantes de escarcha como parte del equipaje. Porque todos sabemos que en verano es imprescindible viajar con algún libro. Era ahora el turno de mi sobrina pequeña. Heredaba así esta lectura y podía disfrutar de las aventuras de Odd y de las fantásticas ilustraciones del libro, todo apropiado para una edad a partir de 8 o 10 años. Ojo, que digo «a partir de» equis años pero no digo «hasta» equis años. Así que, por supuesto, también quise leerlo yo.

Sinopsis (según la editorial)

Odd significa “punta de espada” y era un nombre que daba buena suerte.
En lo más crudo del invierno interminable, Odd siente que no tiene suerte: para correr sus propias aventuras, solo dispone de un hacha, único recuerdo de su padre vikingo, y una pierna destrozada.

Una oscura mañana, Odd se pone la ropa que más le abriga, roba un lomo de salmón y, con su hacha y su muleta, parte hacia la nieve.

Le espera una apasionante, gélida y mágica aventura escrita por Neil Gaiman, ganador de la Medalla Newbery, con las deslumbrantes ilustraciones del multipremiado Chris Riddell.

Mi lectura

Leer con vistas al Valle del Jerte siempre mejora la experiencia. Más aún si el libro quiere conectar con escenarios naturales y épocas antiguas. Dejarse mecer por esta historia, a sabiendas de que no sería exigente pero sí mágica, fue un placer.

Se trata de un cuento de tipo iniciático que coquetea con la mitología y la fábula, conectando al instante con ese imaginario maravilloso que todos tenemos instalado de serie. Narra la historia de Odd, un niño que habita un antiguo poblado situado en el Midgard o el mundo corriente de los hombres, según la mitología nórdica. Y, si digo Midgard, seguro que ya has deducido que las aventuras de Odd lo conducirán a Asgard, el mundo de los dioses donde habitan los míticos Thor, Odín o Loki.

La historia es lo suficientemente breve como para no abundar en más detalles. Es un cuento mágico bien escrito, que bien podría aceptar una buena adaptación cinematográfica (o, mejor, de animación), que funciona como historia, no le sobra nada e incluso redondea la evolución del protagonista, Odd.

Pero hay algo más. Algo que Neil Gaiman nos ofrece casi de tapadillo pero que, para mí, encierra la genialidad de este relato. Son apenas dos pinceladas que seguro que muchos lectores y fans de la mitología nórdica agradecen, y que a mí como escritor dedicado a inventar historias me ha encantado. Ahí van (no cito literal, sino como las recuerdo):

Pincelada genial número uno: Odd encuentra a Odín, Thor y Loki. En un momento dado, estos tres personajes explican su naturaleza. Odín es el dios principal, de la sabiduría. Thor es el dios del trueno. ¿Y Loki? Creo que es el propio Odín quien intenta explicar quién es Loki y termina por decir algo así como «Bueno, Loki es el que hace que las cosas sean interesantes». Y esta definición encaja tan bien con la naturaleza de ese personaje, y con cómo se explota en los contenidos actuales que se basan en la mitología nórdica, que no queda otra que darle la razón al señor Neil Gaiman.

Pincelada genial número dos: en un momento dado, alguien dice algo así como que «los dioses son así, no aprenden, no cambian». Y es otra genialidad, porque explica en una frase la inmutabilidad de los dioses como personajes. Por eso es difícil convertir a los dioses en protagonistas de nada y hacen falta personajes como Odd. El joven Odd aprende, evoluciona, cambia y completa su arco de personaje: al final del cuento, es alguien diferente, alguien que ha completado un ciclo. Pero Odín seguirá siendo el mismo dios de la sabiduría, con el mismo poder de siempre y el líder de Asgard; Thor seguirá el mismo dios del trueno con su martillo Mjolnir, fuerte y belicoso; y Loki seguirá siendo el que urde engaños, el que hace que las cosas sean interesantes. Los dioses de la mitología nórdica son así, no tienen un final o una evolución, y podrían aparecer una y otra vez en distintas historias que los reconoceríamos al instante por sus habilidades, sus intenciones y su manera de comportarse.

¿Te lo recomiendo?

Sí, te recomiendo leer Odd y los gigantes de escarcha de Neil Gaiman. Y te recomiendo también que lo dejes cerca de los niños: sus cubiertas y dibujos los atraerán a una buena lectura.
Si eres adulto, abórdalo como si fuera un cuento de hadas, sin mayores expectativas que eso. No esperes que Loki, Odín o Thor realicen grandes hazañas, porque aquí el protagonista es Odd, es su historia, su cuento.

Y si eres bookstagrammer, la versión en tapa dura es genial, de verdad, para enseñar en vídeo a tus seguidores asomándote entre las estalagmitas como si fueras el mismísimo gigante de escarcha. Las ilustraciones del interior son también una pasada.

Enlaces para saber más:

Sobre el autor: https://neilgaiman.com/

El libro (como no es de una editorial pequeña, permíteme la libertad de poner un enlace de afiliados de Amazon): https://amzn.to/4lYXN4R

Un programa podcast que te enseñará cosas MUY CHULAS sobre la mitología nórdica: https://www.ivoox.com/verne-wells-ciencia-ficcion-mitologia-iii-parte-audios-mp3_rf_134536256_1.html

Te leo en los comentarios. Y si quieres leerme tú a mí, te regalo un ebook aquí.

Narradores no fiables y parejas en «Nueve semanas (justas-justitas)», de P. L. Salvador

No es ciencia ficción ni literatura de género. Nueve semanas (justas-justitas) de P. L. Salvador es narrativa contemporánea. Lo leí a mediados de agosto y aquí está mi artículo-reseña en la que te cuento por qué me lancé a esta lectura y, quizá, por qué deberías hacerlo tú también.

Como de costumbre, la reseña es inofensiva en tanto que no tiene destripes (o spoilers para los que gusten del término inglés), pero si queréis que dialoguemos sobre ella, nos vemos en los comentarios, ahí sí, sin filtros ni cautelas.

Nueve semanas (justas-justitas), P. L. Salvador

Título: Nueve semanas (justas-justitas)
Autor: P. L. Salvador
Editorial Pez de Plata, año 2016
128 páginas en versión impresa, o 3 horas y 50 minutos en audiolibro

Descubrimiento

A principios de agosto, buscando activamente audiolibros de ciencia ficción en español en la plataforma de audiolibros Nextory, di con 2222 de P. L. Salvador. Me gustó. Y por eso enganché enseguida como siguiente lectura con otro audiolibro del mismo autor que la plataforma me propuso: Nueve semanas (justas-justitas). Esta vez no era ciencia ficción, ni fantasía, ni terror. No era una lectura pendiente, una recomendación o un libro de algún colega escritor que quisiera leer. Nada de eso. Simple y llanamente, el libro anterior de este autor me gustó y me pareció bien repetir pluma con otra obra suya. Mérito de P. L. Salvador. A ti también te pasa, ¿verdad? Lo de engancharte a un escritor y darle preferencia por encima de cualquier otra cosa, como si es o no de tu género favorito, o si la sinopsis te ha cautivado o no. No me preocupé de investigar de qué trataba Nueve semanas (justas-justitas), ni si tenía más o menos valoraciones de más o menos estrellitas. Sabía que iba a ser mi siguiente lectura sí o sí.

Es una novela relativamente corta. Algo menos de cuatro horas en su versión narrada. Así que, aunque no es ni ciencia ficción ni fantasía, ni tampoco un librojuego, podía permitirme sin problemas unos días para dedicar a esta novela contemporánea. A fin de cuentas, me encanta leer variado y mis géneros favoritos seguirán estando ahí, esperándome, para cuando vuelva.

Sinopsis (según la editorial)

Esta es la historia de Bloss Ñejer, un golfo irresistible que siempre vivió de las mujeres porque ellas se lo permitieron. Nació guapo y con talento, pero él no tiene la culpa. Tampoco tiene la culpa de ser escritor. Maldita sea, lo necesita. Necesita escribir. Necesita registrar sus sensaciones en una libreta-diario. Bloss en un canalla, un tipo burlón que le planta cara a la vida enseñando los dientes. Apretando los dientes. El éxito es esquivo y la vida golpea. Pero de uno de esos golpes (un golpe de suerte) nacerá un nuevo estilo literario cuyo poder de seducción va más allá de los lectores y de la propia literatura. Un estilo inimitable, que todos imitarán. Un estilo contagioso, indecoroso, sedicioso. El estilo de un hombre al que ya le toca ganar. Así pues, experimentemos….

Mi lectura

Venía de escuchar en audiolibro la novela 2222 del mismo autor, por lo que me cogió preparado para afrontar un estilo particular. Mi cerebro lector estaba muy en forma y enganché sin esfuerzo con la narración, también en audiolibro, de Nueve semanas (justas-justitas). El libro comienza directamente en la voz de Bloss, el protagonista, como narrador en primera persona. Pero hay que esperar un poco para entrar en materia y entender qué es lo que verdaderamente nos plantea la novela.

La novela cuenta la historia de amor de Bloss y Dedé. Con sus requiebros, intrigas, complicaciones, juegos de intereses y, quizá, amor verdadero. Con sus giros y sorpresas, y mucho más interesante en el desarrollo (tanto forma como contenido) que en el desenlace. No digo que el final falle ni sea flojo, sino que en esta novela, como en los buenos viajes, se disfruta el camino más que el destino último.

Los capítulos cortos funcionan muy bien, y, sobre todo, los cambios de narrador. El juego de narradores de Nueve semanas (justas-justitas) cuenta con un punto adicional de sofisticación si lo comparamos con 2222, novela en la que también se salta con maestría de un personaje a otro para adoptar su punto de vista.

La novela es lineal en el tiempo y los distintos personajes van pasándose el rol de narrador, como en una carrera de relevos. Así, la estructura es simple en cuanto a la cronología, y relata efectivamente una historia que se desarrolla durante nueve semanas. Las sofisticaciones vienen después y son de lo más interesante.

La primera sofisticación es que los distintos personajes, cuando narran, cuentan su propia versión. En líneas generales, el relato que componen entre todos los personajes narradores es coherente, pero no del todo, porque hay algunas contradicciones interesantes que son, además, la sal y la pimienta de esta novela. Así, nos enfrentamos a un pentagrama de cinco narradores no fiables que pretenden contar una misma historia y, claro, el resultado es un relato con cierta multiplicidad, rizado con varios flecos y posibilidades para que cada lector escoja la verdad que más le guste. En cualquier caso, el final es irrefutable, único en cuanto a los hechos.

La segunda sofisticación es que, además, los personajes son escritores y escriben, precisamente, lo que sucede en sus propias vidas como un experimento literario. Así, nos enfrentamos no solo a narradores no fiables porque cada uno tenga sus intereses o maneje diferente información. También son no fiables porque, a fin de cuentas, son escritores, amigos de la ficción, lo no real, quizá dispuestos (o no) a añadir elementos de su invención al relato, mezclados con los hechos objetivos y con sus intereses particulares. Y es que lo que escriban influirá en la trama, en lo que pueda suceder con sus vidas.

El gran logro de P. L. Salvador es que uno, como lector, es capaz de empatizar con todos estos narradores. Lógicamente cada lector tendrá sus favoritos. Os digo cuál es el mío en los comentarios, no porque eso sea un spoiler, sino porque prefiero no condicionarte y que sean los propios personajes quienes peleen por ganarse tu crédito o tu simpatía.

De nuevo, al igual que 2222, Nueve semanas (justas-justitas) utiliza una ambientación mediterránea. En este caso, al ser una novela contemporánea, los escenarios son mucho más precisos y reales. Me gusta, de nuevo, que las localizaciones de Valencia y Cataluña se vean retratadas en la ficción.

¿Le pondría algún pero? Cuestión de gustos. Si me esfuerzo en rebuscar, comentaría algo sobre Bloss, pero prefiero decírtelo en los comentarios porque podría ser un spoiler.

Como digo, mi lectura ha sido en audiolibro. La narración de Enric Puig es buena, juega perfectamente con las voces para dar a cada personaje su tono. Pero sé que hay algo que me he perdido y que sí tendrán los que lean en papel. El uso de paréntesis, corchetes y, sospecho, guiones para unir palabras. La propia narración hace referencia a ello. A fin de cuentas, los personajes son escritores, editores y correctores, y algo hablan de esas cosas.

¿Te lo recomiendo?

Sí, te recomiendo leer Nueve semanas (justas-justitas) de P. L. Salvador.
Ojo, es novela contemporánea, y quizá si sigues mi blog te interese más la literatura de género (fantasía, terror y ciencia ficción). Si buscas una novela de género especulativo, aquí no la vas a encontrar. Si buscas una novela corta, original, con un estilo de narración diferente al habitual, estimulante, entonces Nueve semanas es una buena opción.

Enlaces para saber más:

Sobre el autor: https://plsalvador.blogspot.com/

El libro en la editorial: https://editorialpezdeplata.com/coleccion-narrativa-pez-de-plata/18-nueve-semanas-9788494307065.html

Te leo en los comentarios. Y si quieres leerme tú a mí, te regalo un ebook aquí.

Ginoides y parejas de ciencia ficción en «2222», de P. L. Salvador

Hace unos días terminé de leer 2222, de P. L. Salvador. Y, como la novela se ha empeñado en hacerme pensar y ha mantenido su inmersión más allá del punto y final, traigo aquí un artículo-reseña personal y subjetivo. La reseña es inofensiva en tanto que no tiene destripes (o spoilers para los que gusten del término inglés), pero si queréis que dialoguemos sobre ella, nos vemos en los comentarios, ahí sí, sin filtros ni cautelas.

Título: 2222
Autor: P. L. Salvador
Editorial Pez de Plata, año 2017
104 páginas en versión impresa, o 2 horas y 43 minutos en audiolibro

Descubrimiento

Llegué a 2222 en el verano de 2025. Quería una novela de ciencia ficción española en audiolibro que me acompañara en mis paseos nocturnos. Mejor si no era demasiado larga. Abrí Nextory. Su catálogo de ciencia ficción tiene lagunas y en ocasiones he echado en falta muchos buenos clásicos del género. Pero hay que reconocer que lo alimentan constantemente y esperaba encontrar algo nuevo. Entre los títulos que me ofreció la búsqueda, apareció 2222. No conocía al autor, sí a la editorial Pez de Plata. Aquello era un audiolibro de ciencia ficción en español y su duración, contenida en menos de tres horas, adecuada para terminar en dos o tres paseos. Así, pulsé el triángulo de play.

Sinopsis

Imagínate en el año 2222. Imagina un planeta superpoblado donde convivimos con robots, aeronaves personales y androides de todo tipo. Como somos demasiados, los elementos deletéreos lo tienen fácil. Lo que antes mataba a seis personas, ahora mata a seis mil. Imagina cuánto paro habrá. Cuánta insatisfacción. Imagina hambrunas, hacinamiento, epidemias, catástrofes naturales… ¿Todavía crees en la humanidad? Piénsalo.
Ahora imagina una casa de campo y un grupo de personas que quieren vivir al margen de la sociedad. Imagina que eres una de esas personas. Visualízate. Si ya te ves dentro de esta historia, responde a la pregunta que la inicia: «Imagina un mundo mejor. ¿Qué añadirías? ¿Qué quitarías? Piénsalo bien».

Mi lectura

Este libo me ha acompañado durante tres días de primeros de agosto. Es una novela de ciencia ficción ambientada en el año 2222. Aunque creo que el título no se refiere solamente al año.

¿Entonces a qué?

A las parejas. Las parejas reales, las parejas potenciales, que se crean entre los personajes que comparten una especie de comuna futurista, tecnológica e intelectual, pero absolutamente cercana y natural para un lector actual. 2222 trata también de parejas por los narradores que usa, siempre en primera persona con el rol de alguno de los protagonistas, por lo que las relaciones entre personajes se desarrollan con ese punto de vista de binomios yo-tú (a veces, de yo-vosotros) que ocurre en este tipo de narradores. Por supuesto, esta es mi interpretación, que puede coincidir o no con la intención del autor al titular así su novela.

2222 se ambienta en un futuro superpoblado y en el que la sociedad está al borde del colapso. Se construye, por lo tanto, sobre una premisa típica de la ciencia ficción. Pero donde 2222 brilla es en lo atípico. Elige un punto de vista enfocado en unos pocos personajes y sus conflictos. Los grandes acontecimientos suceden en segundo plano. Y eso es un acierto. Por supuesto que me hubiera gustado saber más de la trama geopolítica y las conspiraciones que mueven los hilos, pero entonces la novela sería otra cosa, interesante también, pero tal vez con menos encanto. Esto me gusta, nos demuestra la versatilidad de la ciencia ficción, cómo es un género que admite una gran originalidad mucho más allá de una cierta premisa o un «novum» ya utilizados. También, el foco puesto en los diarios de los personajes, en su propia narración subjetiva, es un gran acierto de la novela, que consigue así plantear varias preguntas profundas, interesantes, y exponer las diferentes respuestas de cada personaje sin caer en la imposición de moralejas o grandes respuestas categóricas. Porque, si hay un objetivo en 2222, no es el de dar respuestas, sino el de plantear preguntas. El personaje de la ginoide -o androide femenina- Kest me parece, en este sentido, muy rico. Amplía el foco de temas planteados, de posibles reflexiones. Tantas que, quizá, las 104 páginas (o las menos de tres horas de duración en audio) se quedan cortas. Pero para los que nos gusta el café con mucho sabor, bien cargado y sin aguar, eso está bien. Y, caramba, que no puedo resistirme, me ha atraído irremediablemente la ginoide Kest y su evolución: he disfrutado muchísimo buscando paralelismos con Ada, la autómata que mueve gran parte de la trama en mi libro Estrella blanca, estrella roja.

El estilo de 2222 es directo, atípico, se apoya mucho en la elipsis, en lo que se omite, y eso le da a la lectura un grado más de dificultad, pero también de estímulo. Uno como lector tarda varios capítulos en hacer pie hasta que, una vez encajadas las piezas maestras, seguir con el puzle que plantea la narración se convierte en una gozada. Pero no temas, en esta novela «varios capítulos» no implica esperar mucho: son brevísimos y ágiles.

A destacar, también, el pequeño juego metaliterario que plantea. Presente y aflorado como para que lo apreciemos los lectores que, como yo, disfrutamos de estos guiños. Pero suficientemente contenido como para que la experiencia lectora de alguien que prefiera centrarse en la novela sin mirar hacia los lados la disfrute sin demasiadas interferencias.

Hay algo más que quiero contarte de 2222, algo que me encanta. Es ciencia ficción en español, pero no solo porque el autor sea de Valencia, o la editorial de Oviedo. También porque los escenarios de la novela transcurren en España, en lugares a los que tengo cariño, como Calpe. Realmente, la novela funcionaría exactamente igual de bien si se hubiera ambientado en Estados Unidos. O casi tan bien, porque el temple de algunos personajes se me antoja más acorde con lo mediterráneo que con lo norteamericano. Y, caramba, que la ambientación mediterránea contribuye a la originalidad, claro que sí.

¿Te lo recomiendo?

Sí, te recomiendo leer 2222 de P. L. Salvador.
Si eres fan de la ciencia ficción, te lo recomiendo. Aunque la premisa no resulte rompedora, la forma de narrar, los puntos de vista y el abanico de preguntas que despliega son más que suficientes para un disfrute pleno.
Si no eres fan de la ciencia ficción, te lo recomiendo. Encontrarás algunos momentos perturbadores, pero no diría que es un libro complejo, no plantea verdaderas dificultades para el lector en cuanto a entender conceptos científicos o tecnológicos. Si la lectura presenta algún reto, no es por la ciencia ficción, y en cualquier caso no hablaría de lectura difícil, sino de estimulante.
Si no tienes costumbre de escuchar audiolibros, te recomiendo que lo leas en papel. Recuerdo que hace años, cuando escuché mis primeros audiolibros, me costaba alcanzar el mismo nivel de concentración y disfrute que conseguía con naturalidad en la lectura impresa del papel o del ebook. Hoy por hoy, muchos audiolibros después, me he acostumbrado a ellos y consigo una inmersión tan fuerte en audio como en lectura tradicional. En el caso de 2222, el número de personajes es alto y sus nombres, extraños. Ese puntito de concentración que exige la novela puede ser un pequeño inconveniente si acabas de empezar con los audiolibros o te cuesta más concentrarte en el oído que en la vista.

Enlaces para saber más:

Sobre el autor: https://plsalvador.blogspot.com/

El libro en la editorial: https://editorialpezdeplata.com/coleccion-narrativa-pez-de-plata/22-2222-9788494696220.html

Qué es un tataradeudo, que reconozco que yo no lo sabía antes de leer esta novela: https://dle.rae.es/tataradeudo

Te leo en los comentarios. Y si quieres leerme tú a mí, te regalo un ebook aquí.

Un mago de Terramar

Mi lectura seleccionada de mayo de 2024 ha sido el clásico de fantasía Un mago de Terramar, de Ursula K. Le Guin.

De nuevo, aproveché las relativamente recientes y estupendas ediciones en audiolibro para sumergirme en la lectura, esta vez con la voz de Marta Rodríguez Pandozi en una narración excelente.

Siempre que abordo un libro célebre, temo que mis expectativas sean altas y la novela acabe por no alcanzarlas y por decepcionarme. Sin embargo, me ocurrió algo singular en este caso. Han sido tantas las reivindicaciones que he escuchado del buen hacer a todos los niveles de la escritora estadounidense Ursula K. Le Guin que mi yo lector del subconsciente comenzó a pensar que no sería para tanto, que se trataría de una moda sobrevalorada. Así que mis expectativas sobre Terramar, aun tratándose de un clásico, estaban bastante contenidas.

Lo comencé a leer y ocurrió algo genial. La narración me llevó de la mano de una manera que me hizo olvidar a Ursula K. Le Guin, a toda su aura de escritora mítica y a las miles de críticas, análisis y alabanzas sobre su obra. A los poco minutos de escucha, dejé de ser consciente de estar leyendo a una escritora clásica y encumbrada, porque lo único que me interesaba era la historia que contaba. Nos habíamos quedado solos el libro y yo, aislados del contexto, en esa sincronía íntima que hace cada lectura única y diferente.

Un mago de Terramar me ha hecho reconectar con ese lector adolescente que aún conservo. Siempre lo digo: si uno lee de niño, siempre será capaz de leer con ojos de niño. Si uno lee de adolescente, también sabrá volver a esa edad lectora y disfrutar así de los libros.
En esencia, Un mago de Terramar cuenta el viaje iniciático de Ged, su protagonista. Se desarrolla en el archipiélago de Terramar. Sí, la construcción del mundo es importante en la novela, pero se agradece que la acción predomine sobre ello. No abusa de referencias a la política, la historia o la geografía de Terramar y la narración fluye muy bien. También debo decir que mis lecturas inmediatamente anteriores eran densas y, en comparación, cualquier cosa puede parecerme ágil: vengo de leer Veinte mil leguas de viaje submarino de Julio Verne y Moby Dick de Herman Melville, obras que intercalan verdaderos documentales entre escena y escena.

La narración de Un mago de Terramar cuenta la juventud de Ged, y su evolución como mago. Rompe algunos esquemas, pero en general incluye un buen número de arquetipos (muy bien manejados, eso sí). El viejo mago mentor, los dragones sabios y majestuosos, una escuela de magia -aunque en un libro de 1968 probablemente esto fuera novedoso- con las figuras de maestro, el amigo y rival y, sobre todo, el doble largo viaje, tanto exterior como interior, que emprende el protragonista y lo forja.

El capítulo más estremecedor, en mi opinión, es el que transcurre en la Corte del Terrenon. Allí, Ged se reencuentra con Serret, personaje que ya intervino en la niñez de Ged y que ahora aparece como mujer y esposa del señor del Terrenon. La relación que establece con Ged es desconcertante y desemboca en el que para mí es el punto clave del viaje de Ged. La escena de Ged y Serret junto al ancestral Terrenon, me hizo sentir frío. Sí, el frío de la narración se volvió físico. Es cierto que, además, esa parte del audiolibro vino a coincidir con un paseo nocturno por un lugar expuesto al viento. Los detalles de la situación y si Ged sale airoso o no lo dejo a cada lector. Lo inquietante es que, en lo profundo, Ursula K. Le Guin instala un gran desasosiego en el lector: desde fuera, está clara la forma correcta de proceder, pero en mi intimidad lectora entendí que, aún siendo todo tan claro, yo hubiera sucumbido a las palabras de Serret. Por eso la escena es tan potente y, para mi gusto, destaca sobre otras quizá más espectaculares y adornadas de dragones, hechizos o sombras. La esencia de Serret me recordó a la mítica película de serie B I walked with a zombie, (Jacques Tourneur, 1943) con la actriz Edith Barrett interpretando a la zombificada señora Rand.

Es de esas escenas que hace que un libro se gane mi respeto como lector, que lo mire de igual a igual. Y, cuando eso sucede, leer es maravilloso.

Moby Dick

Hoy os traigo mi lectura seleccionada del mes de abril de 2024.

Es un libro que tenía desde hace mucho tiempo en mi lista de pendientes y que, gracias al formato de audiolibro, por fin lo he leído.

Se trata del clásico de Herman Melville, Moby Dick. En la voz de Germán Gijón la experiencia es muy buena e inmersiva y dura un total de casi 23 horas. Os podéis imaginar con esto que me ha acompañado durante bastantes días en paseos, deporte y tareas del hogar.

La novela fue publicada originalmente en 1851. Hablamos de un texto con solera. Es apenas veinte años anterior a otro de los libros que leí recientemente: Veinte mil leguas de viaje submarino, de Julio Verne. A pesar de que son prácticamente contemporáneos, la novela de Melville me evocó un mundo mucho más antiguo. Quizá porque Moby Dick mira a popa y el libro de Verne se proyecta a proa. A fin de cuentas, Veinte mil leguas de viaje submarino es novela científica y de anticipación.

En cualquier caso, ambas novelas creo que tienen mucho más en común que de diferente. No solo que son hijas del siglo XIX. Sobre todo, comparten la misma temática común del mar. Pequod y Nautilus mueven la trama a golpe de remos, velas o motor. Ambas obras despliegan grandes cantidades de párrafos documentales: esto es algo inconcebible en las novelas actuales, ¿detener la trama para describir o explicar en detalle las maravillas del mar o las características de los cetáceos? En eso se nota que son obras escritas por una generación de escritores muy anterior a la actual y, desde luego, para unos lectores muy diferentes. Ambos libros presentan sendos capitanes sombríos. Ahab en el Pequod de Moby Dick y Nemo en el Nautilus de Veinte mil leguas de viaje submarino. Quizá la evolución de ambos personajes es opuesta, pero desde luego que habitan en la oscuridad durante gran parte de sus relatos. Los dos libros destilan también una supremacía del ser humano sobre la naturaleza, responden a esa manera de pensar de que el hombre, con su habilidad, su conocimiento o su audacia, tiene derecho a disponer de todos los recursos naturales que sea capaz de dominar. Ambos libros se cuentan desde un narrador en primera persona que acaba siendo más testigo que verdadero actor de los sucesos: si en los primeros compases el lector los identifica como protagonistas, pronto esto cambia y la trama acaba sostenida por esos Ahab y Nemo, que son verdaderamente memorables.

Y hasta aquí las similitudes que quería apuntar. Me interesa, ahora, destacar algunas particularidades de Moby Dick y responder a la pregunta de si es una lectura apropiada para nuestros tiempos.

Moby Dick, a mi parecer, describe con más fuerza la vida en el mar. Utiliza más sentidos, más detalles y, también, un cierto orgullo que impregna todo de sentimiento. El mar que atraviesa el Pequod es áspero, exigente con el esfuerzo físico y atroz a la hora de dibujar el destino en el horizonte. Moby Dick, a mi parecer, es también más redondo. La gran pregunta, si Ahab dará caza o no al gran cachalote blanco Moby Dick, queda respondida al final del libro.

Con todo, se trata de una narración de sello antiguo, de dos siglos atrás. Me da vértigo, como escritor, pensar en el envejecer de las obras. Porque uno se hace a la idea de envejecer como persona, pero se aferra a esa idea de que las obras podrían ser más duraderos que uno mismo. Y, sin embargo, veo que Moby Dick pasa de moda. Por mucho que se mantenga a flote como clásico, no es pujante ni creo que atrape a nuevos lectores. Sí, siempre habrá quien llegue a sus páginas por una u otra razón, pero serán cada vez menos personas. Creo que este libro resuena en unos códigos que tienen cada vez menos que ver con los que configuran a los más jóvenes hoy en día. Resistirá como pieza de valor filológico, quizá dé algunos coletazos gracias a alguna adaptación cinematográfica, pero su relevancia se extinguirá. Y no deja de ser peculiar. La caza indiscriminada que se describe (y se reverencia) en la obra de Melville llevó casi a la extinción a las ballenas, pero finalmente creo que serán las ballenas las que sobrevivirán a Moby Dick.

Y es que, quizá, lo fascinante en Moby Dick es la carga cultural que las personas asignamos a la naturaleza, más que la naturaleza misma.

La lectura en audiolibro merece la pena. La locución transmite bien las tensiones y energías en conflicto, los caracteres fuertes de los personajes y el pulso que requiere la obra. Sí, la narración de Germán Gijón es muy buena. Creo, además, que a mí Moby Dick me ha cogido por los pelos y que no lo hubiera leído si la única opción disponible fuera la edición tradicional en papel. Aún así, lo recomiendo, sí, para cualquiera que esté dispuesto a enfrentar libros de dos siglos atrás y descubrir todas esas cosas buenas que ofrecen, aunque no respondan a los códigos de las novelas actuales. Porque leer algo de este estilo, que se sale totalmente de la fórmula del best seller actual, también tiene un punto de rebeldía muy agradable.

El templo de los grillos

Hoy os traigo mi lectura seleccionada del mes de marzo de 2024.

Se trata de un relato.

Ya sabéis que soy un defensor de los formatos breves en literatura. Me encanta la capacidad de los cuentos para innovar, sorprender y ofrecer una experiencia de lectura completa en un intervalo concentrado de tiempo.

También me encanta escuchar historias. Que me cuenten un cuento.

El templo de los grillos, de Nuria Chicote, me ha regalado una de estas experiencias que tanto me gustan.

Se trata de un relato publicado en el podcast Ciencia espeluznante de Principa. Antes que ficción sonora fue publicación en texto en la versión impresa, en el número 18 de Principia Magazine. Pero yo he accedido directamente a la versión en audio.

Y me ha encantado.

Cuenta la historia de una arqueóloga que, siguiendo los pasos del explorador británico Lord Mowbray, busca el templo de Tso-Dre Lha-Khang oculto en algún lugar perdido de Nepal con el objetivo de desentrañar los misterios de una técnica de momificación ancestral.

Sí, tengo costumbre de escuchar audiolibros largos. El templo de los grillos reúne, como relato, algunos atractivos adicionales que lo han aupado a mi lectura seleccionada del mes.

Sobre todo, es una estupenda narración. Un relato de los de verdad, con intriga, con buena ambientación y con escenas llenas de imágenes potentes. Con gancho. Es de esos relatos que te lleva directamente a un terreno de aventuras donde pueden ocurrir cosas fascinantes, a ese lugar donde habitan las historias genuinas, que tanto gusta visitar desde la seguridad de un sillón en el interior de un hogar porque, quizá, nos impresione demasiado y necesitemos recordar que tan solo estábamos leyendo.

Además, insisto, eso de escuchar una historia completa, de principio a fin, en poco más de veinte minutos de locución es absolutamente mágico. La novela es la reina de la literatura hoy en día, pero las narraciones breves tienen su sortilegio especial, ese pulso atávico que poseen las historias antiguas.

La producción es buena. El equipo de Principia ha hecho un estupendo trabajo con la ambientación sonora. Y la propia autora, Nuria, nos lo narra. Nos cuenta su relato al oído. ¿Qué más se puede pedir?

Junto a la recomendación, eso sí, quiero dejar una advertencia. El relato no se enmarca por casualidad en un podcast de ciencia espeluznante. Es muy probable que te haga estremecer.

Yo ya te he advertido. Ahora te toca a ti decidir si te aventuras a penetrar en el templo de Tso-Dre Lha-Khang.

Veinte mil leguas de viaje submarino

Hoy os traigo mi lectura seleccionada del mes de febrero de 2024.

Se trata de un clásico de Julio Verne, y una de sus novelas más célebres.

Verne, el autor de los Viajes extraordinarios, el gran precursor de la ciencia ficción moderna, el que tan bien ha sabido conectar con sucesivas generaciones de jóvenes. Y, sin embargo, yo aún no había leído este libro.

En realidad, lo he escuchado en audiolibro. Casi diecisiete horas de audio. Narrado excepcionalmente por la voz de Juan Carlos Albarración en la edición que, en mi caso, encontré en la plataforma Nextory.

Me ha maravillado su prosa. Lenta, sí, en algunos pasajes, sobre todo en los más descriptivos y enumerativos. Verne hace desfilar en inmensos párrafos información que más bien parece propia de una enciclopedia y no de una novela.

Pero, quizá, es que nos estamos acelerando demasiado.

Porque, tras las dos o tres primeras horas de escucha, empecé a acostumbrarme a esta parsimonia. Lo que al principio me llegaba a desesperar, se convirtió en disfrute. Sí, esa manera tan exhaustiva de narrar tiene un curioso encanto. Como si, en una película, se intercalaran de vez en cuando fragmentos de documental. Y eso no está tan mal.

Disfrutar esta novela pausada me hizo sentir rebelde frente a todas esas cosas que se llevan hoy en día en la literatura. Me refiero a los mensajes que pretenden destacar las virtudes de un libro como «Trepidante», «No podrás parar de leer», «Te engancha desde el principio».

Pues bien, Veinte mil leguas de viaje submarino no es trepidante. No es imposibe de dejar de leer (de hecho, estuve a punto de abandonarlo en sus primeros compases). No engancha desde el principio. Pero tiene otras cosas.

Conecté con mi manera de pensar más infantil y adolescente, de esos últimos años del milenio pasado, cuando las cosas no iban tan rápido (y cuando quizá para mí el tiempo pasaba más lento).

Disfruté de la textura del libro, como quien disfruta de un viaje en tren y decide enfocarse en contemplar el paisaje en lugar de obsesionarse con la hora de llegada al destino.

Celebré las escenas y pasajes de acción, las saboreé más y las disfruté enormemente, ya que destacaban tanto entre la parsimonia de la trama que destacaban y brillaban de forma especial.

Y me sentí un poco capitán Nemo, un poco Verne, empaticé con ese afán de encerrarme en mí mismo y dejar la vertiginosa realidad social fuera. Porque, a veces, uno quisiera tener un Nautilus en el que refugiarse de todo el ruido exterior, donde encontrarse a uno mismo y disfrutar de esos momentos propios, sin exposición al escrutinio de los demás. Porque quizá solo así se puede ser realmente feliz.

Así, tengo que reconocer que esta viaje submarino en forma de lectura de audilibro me ha sentado de maravilla. Y he disfrutado de ser rebelde.

Además de en Nextory, también está disponible en Amazon. ¿Te animas a leer (¡o escuchar!) este libro?

A modo de curiosidad, os dejo referencia a una vista de google maps que reproduce el viaje del Nautilus: en este enlace.

Hijos del dios binario

Os traigo mi lectura seleccionada de enero de 2024.

Descubrí al escritor David B. Gil gracias al podcast literario A 30 teclas por hora. Desde entonces, supe que más temprano que tarde terminaría por leer algo suyo.

Lo que no sabía es que mi primera lectura de un libro de David sería un tecnothriller, en lugar de una de sus obras de ambientación japonesa histórica, que es quizá lo que mejor caracteriza a este autor.

He leído su novela Hijos del dios binario.

Es una obra de ciencia ficción. Pero, sobre todo, es un thriller. Uno en toda regla. Estoy seguro de que todos los amantes del thriller disfrutarán muchísimo con esta obra.

Su logro, desde mi punto de vista, es que tiene elementos de ciencia ficción lo suficientemente potentes como para gustar también a un lector de ci-fi.

Su acierto es que comienza como thriller, que se desarrolla como thriller, y que las componentes más tecnológicas se introducen paulatinamente: en un principio son detalles no demasiado importantes para la trama y, para cuando lo tecnológico toma mayor relevancia, el lector ya está sumergido en el ritmo del thriller. Creo que es una forma inteligente de mantener la tensión sin renunciar a los elementos de especulación científica (en este caso podríamos decir tecnológica) que nos hacen soñar a los lectores como yo.

No destriparé lo que ocurre durante la trama. Sí que quiero comentar, sin embargo, que la gran pregunta que plantea el libro al inicio es propia del thriller y se ofrece una respuesta al final. Por otro lado, David B. Gil abre un buen puñado de interrogantes basados en el marco tecnológico que ha diseñado para la novela, pero los desarrolla solo en tanto que cumplen un servicio hacia la historia principal y los deja sin responder. Así que he cogido el guante y he reflexionado sobre esos cabos abiertos. Creo que están ahí para eso, para que los curiosos juguemos a desarrollarlos nosotros mismos.

¿Deviene el mundo en una distopía digital donde lo virtual se sobrepone a lo real? La novela lanza la pregunta, pero no necesita responderla para completar un historia excelente, así que nos toca pensar sobre ello a los curiosos como yo.

¿Qué ocurre con esos personajes que tienen habilidades físicas, digamos, especiales? Darían juego para una novela posterior pero, de nuevo, su destino queda fuera del ámbito de este thriller y la pregunta queda abierta.

¿La guerra fría digital devendrá en guerra caliente? ¿Será una guerra en la que las corporaciones tengan tanto o más protagonismo que los propios estados? No sé si, en algún momento, el autor querrá recoger ese material disponible para escribir un nuevo libro.

Hijos del dios binario es completo, pleno y redondo, independientemente de que queden preguntas en el aire, porque sí que resuelve lo principal. Además, tiene una prosa que destaca para bien. Merece la pena engancharse a la trepidante historia que viven los protagonistas y, a la vez, zambullirse en el escenario de futuro tecnológico que nos plantea David B. Gil.

¿Te animas a leer este libro?

Premios Ignotus 2022: candidatos

Los Ignotus son los premios de referencia en España en literatura de género, que convoca la Asociación Española de Fantasía, Ciencia Ficción y Terror, Pórtico. Incluye numerosas categorías y se premian las obras publicadas durante el año anterior. La característica principal, o la que a mí más me gusta, es que son premios que otorga la propia comunidad lectora. Es decir, los finalistas son elegidos de forma popular por todas las personas que conforman el censo electoral de Ignotus y que son lectores de ciencia ficción, fantasía y terror. No se me ocurre mejor jurado que la propia comunidad para elegir las mejores obras del año.

En esta edición, tengo varias obras «Ignotables» que han visto la luz a lo largo del año pasado, 2021, y que por lo tanto pueden ser votadas o propuestas por cualquier persona de la comunidad. Aquí las pongo, redoble de tambores mediante:

  • El jardín eterno, Joseto Romero. Colección Mil Oniros Ciencia Ficción, nº 1. Autopublicado en Amazon KDP. Candidato para la categoría de «mejor cuento» y mi apuesta personal más fuerte este año. Sabéis que la colección Mil Oniros Ciencia Ficción es el proyecto literario más ilusionante que estoy llevando a cabo, en colaboración con otros autores y autoras del género, y con el que queremos reivindicar la producción de ci-fi en español y el género del relato. Alcanzar un puesto de finalista con este cuento sería, además, un impulso para el conjunto de la colección y sus autores que me haría de verdad muy feliz.
  • El mercader de Venus vol. 3. Ciberpunk. Varios Autores. Editorial Con Pluma y Píxel. Candidato para la categoría de «mejor antología». Este libro viene a consolidar la serie de El mercader de Venus, una excelente iniciativa de Francisco Tapia-Fuentes que, de nuevo, impulsa la ciencia ficción en español y apuesta por el cuento como vehículo literario con plena vigencia. Somos varios los autores y, a estas alturas, diría que también amigos, que juntamos plumas en esta antología. Hago una incursión en el ciberpunk con el relato «La constante de Kaprekar».
  • La constante de Kaprekar, Joseto Romero, relato publicado en la antología El mercader de Venus vol. 3. Ciberpunk, editada por la Editorial Con Pluma y Píxel. Candidato a la categoría de «mejor cuento». Lo bueno de participar en una antología es que uno puede optar de manera conjunta al premio de mejor antología y, de manera individual, al de mejor cuento. En esta ocasión, mezclo los códigos del género negro con el ciberpunk y utilizo un concepto matemático, la constante de Kaprekar, como metáfora global de la historia.

Hasta aquí mi contribución a la literatura de género en 2021 y mis candidatos a los premios Ignotus 2022.

Por otro lado, y con el gorro de votante, estoy deshojando la margarita. En los próximos días decidiré qué obras propongo, pero entre las opciones que estoy valorando se encuentran otros títulos de la colección Mil Oniros Ciencia Ficción para la categoría de mejor cuento, la antología Aún podemos salvar la tierra. Cuentos sobre un futuro ecofeminista de Tinta Púrpura Editorial, los geniales librojuegos de la Agencia Kronos -Misión Pandemia y Misión Caribe- lanzados por Algar editorial del autor Jacobo Feijóo y que encajan a la perfección en la categoría de mejor libro infantil-juvenil, o el maravilloso podcast Donde nace la fantasía de Tatiana Herrero para la mejor producción audiovisual aficionada.

Como veis, ¡tengo todo preparado para sacar las palomitas y quedar atento a los resultados! Y tú, ¿tienes lista tu papeleta para los Ignotus?

La cosmonave perdida

 

Con La Cosmonave Perdida, de Miguel Ángel Alonso Pulido, traigo de nuevo un libro de ciencia ficción a mi blog. Se trata del primer libro publicado del autor, una novela corta, que introduce todo un mundo de ficción. Leí este libro a principios de 2016 y lo reseñé en Diludia, mi espacio web anterior a este blog. Hoy recupero y adapto el comentario que hice entonces, y quisiera ya en la introducción decir algo muy relevante sobre la literatura de Miguel Ángel: a día de hoy, he leído todos sus libros publicados y estoy a la espera de la próxima publicación de la novela que cerrará la saga abierta por La Cosmonave Perdida.

 

Mi reseña original, de 2016

La Cosmonave Perdida cuenta con algunos de los principales ingredientes del género: naves espaciales, armas láser y no solo humanos. Se trata de una novela ágil, construida sobre un mundo de ficción que se intuye muy sólido pero del que no se da más información de la necesaria, y con una excelente gestión de la intriga. El resultado es un libro adictivo y dos veces bueno, por lo breve.

La novela trata sobre la aparición de una inquietante cosmonave. El motor principal de la trama es precisamente la resolución del misterio y, sin embargo, lo que engancha al lector no es tanto el avance de la trama principal como la continua tensión a la que están sometidos los personajes en cada escena. Se trata de un texto casi cinematográfico, de aventuras y de acción constante que hace de La Cosmonave Perdida un libro de lo más entretenido.

Aunque en un primer plano tenemos a los protagonistas resolviendo situaciones complicadas, la novela permite al lector asomarse ligeramente a un mundo futurista con una compleja organización política. Sin duda el Gran Consejo que gobierna la galaxia es un lugar apropiado para intrigas y grandes planteamientos. Suena el eco de una guerra pasada y se intuye un gran conflicto por venir. Pero La Cosmonave Perdida no profundiza en nada de eso, se mantiene fiel al ritmo trepidante de la escena concreta que nos cuenta en cada momento. ¡Bien! ¿cuántas veces hemos tenido que leer cientos de páginas antes de llegar a la verdadera acción? Si quieres saborear lentamente un menú degustación, puedes optar por muchas buenas sagas que te satisfarán, pero si quieres tomarte un café solo muy cargado de un trago, La Cosmonave Perdida es lo tuyo.

Empieza in media res y, así, nos presenta al protagonista en acción. No nos interesa la infancia de Chaka Gutionov ni su historia, el autor lo mete en apuros y hace que se desenvuelva. Ya está, tenemos un personaje definido. Y así con el resto del reparto, caracterizaciones muy hábiles y personajes interesantes, entre los que me gustaría destacar el aracnoide Tenok Pol. Todos quedan trazados con pocas líneas y, sobre todo, a través de diálogos muy bien elaborados. Y esta es otra contribución a que la novela parezca tan cinematográfica: abundan los diálogos pero no son gratuitos, siempre hacen avanzar la trama.

Otra característica destacable de La Cosmonave Perdida es la forma en la que se resuelve el equilibrio entre ciencia y ficción. Aunque no diría que se trata de ciencia ficción de la más dura, es evidente que hay un gran trabajo en la descripción de la tecnología para mantener una coherencia con la ciencia que conocemos. Sí, tiene una textura que recuerda a Star Wars, pero en el caso de La Cosmonave Perdida la ciencia y la tecnología son elementos de peso. Siendo claros: uno puede basar la historia de Star Wars en un futuro con naves espaciales, en la Edad Media, el salvaje oeste o casi en cualquier escenario, y pienso que están muy acertados aquellos que clasifican Stars Wars en el género de fantasía. Pero la novela de Miguel Ángel Alonso Pulido le da a la tecnología un papel más relevante que el de simple decorado y lo aprovecha para generar tensión: la radiación va en aumento y eso inyecta urgencia, la gravedad es diferente que en la Tierra y eso influye en cómo se mueven y qué pueden hacer o no los personajes, y otros elementos que nos llevan a clasificar La Cosmonave Perdida como ciencia ficción, sin ninguna duda. Pero, y aquí está la clave del equilibrio, el autor no se pierde en explicaciones científicas innecesarias. Algunas da, sí, pero aportan coherencia sin llegar a cortar el ritmo de la novela. Es decir, no para la película para proyectar un documental, tenemos película todo el rato. Conseguir este equilibrio no es sencillo, y para mí es uno de los grandes méritos de La Cosmonave Perdida.

Y todo esto en una novela de debut, la primera novela publicada de Miguel Ángel Alonso Pulido, y está llena de puntos a favor. Desde luego, algún aspecto a  mejorar encontraremos si sacamos la lupa. Pero no cabe duda de que estamos ante un ejemplo más del excelente trabajo de la nueva generación wlogger. Sí, el autor mantiene su propio blog de escritor, con series de artículos realmente interesantes y un enfoque de escritor-editor-empresario que merece la pena seguir. En su web encontraréis, además, una sinopsis que de verdad os cuente de qué va la novela (mi reseña, como es habitual, apunta otros aspectos más que resumir la trama u ofrecer una sinopsis).

Leí la novela en ePUB, y lo configuré con letra blanca sobre fondo negro, el «negativo» de lo habitual. Aparte de que me parece una forma muy agradable de leer, el fondo negro para una novela de ciencia ficción con espacio profundo alrededor es de lo más apropiado.

Ahora que La Cosmonave Perdida ha mostrado la puerta a un mundo de ficción con mucho potencial, queda preguntarse cómo habrá decidido Miguel Ángel desarrollarlo en sus siguientes novelas, Traición en el Gran Consejo y Proyecto Armagedón. Aunque tengo otras lecturas pendientes y la llamada de espadas y dragones es fuerte, seguramente la ciencia ficción y la novelas de este autor se abrirán un hueco de nuevo en mi Kindle.

 

Preguntas con respuestas

La Cosmonave Perdida es un libro autoconclusivo. La historia que se plantea, el conflicto, se cierra con el punto y final. Sin embargo, el desarrollo del mundo de ficción creado queda abierto y tiene continuidad en la saga de La amenaza treyana del mismo autor. La guía de lectura que Miguel Ángel incluye en su web expone de una manera muy ordenada y útil toda la obra, incluidos algunos relatos adicionales, para facilitar a los lectores una buena experiencia.

Me juré no comenzar el primer libro de ninguna saga que no estuviera ya completada porque quiero evitar a toda costa engancharme a una historia inconclusa y arriesgarme a quedarme colgado y con síndrome de abstinencia lectora a la espera de la publicación de las continuaciones. Por eso, la noche que comencé a leer Traición en el Gran Consejo, mi intención era solo sondear, pero no realmente leer la novela completa. Sin embargo, no pude dejar de leerla. La Cosmonave Perdida es un buen texto para un autor novel y autopublicado, pero que queda en el círculo de historias entretenidas y agradables, lejos del conjunto de novelas memorables o del top de libros favoritos para un lector con un mínimo de bagaje. Por eso me sorprendió el salto de calidad que Traición en el Gran Consejo supone respecto a La Cosmonave Perdida. Y me alegró mucho. Pero hablar de este libro y los siguientes será motivo de otra reseña o entrada de blog. Hoy me quiero centrar en comentar el resultado: leí la saga y ahora me encuentro a la espera de la publicación de la novela que promete cerrarla, La guerra del ayer, que me consta que está en proceso de elaboración. Estoy tranquilo porque el autor transmite una imagen de profesionalidad muy fuerte y estoy seguro de que trabaja duro para terminar su saga y aliviarnos el síndrome de abstinencia lectora a los que quedamos enganchados a su mundo de ficción.

Leer autores independientes cuando uno mismo también lo es enriquece muchísimo. En el caso de Miguel Ángel Alonso Pulido, tan interesante como su obra de ficción es su trabajo como divulgador sobre asuntos de autopublicación y del oficio de escritor. Descubrí a Miguel Ángel por sus artículos, no por sus libros, cuando llegué a su web buscando información sobre Scrivener. Pronto, pasé de leer sus consejos a sumergirme en sus libros y a seguir su carrera de autor. Estoy convencido de que volveré a hablar de Miguel Ángel es este blog, más pronto que tarde.

Las niñas ya no quieren ser princesas

Mi lectura de playa este 2018 ha sido Las niñas ya no quieren ser princesas, de Covadonga González-Pola.

Hace unos meses que este libro ocupaba su lugar en la librería del salón. Me apetecía mucho sacarlo de viaje y que, con suerte, también él me sacara a mí.

 

¿Por qué este libro?

Las niñas ya no quieren ser princesas me llegó en tapa blanda, con solapas, buena presencia y tacto agradable el 24 de octubre de 2017. Coincidí con su autora, Covadonga González-Pola, en un evento literario en la librería Estudio en Escarlata. La actividad se enmarcaba en la edición de ese año de la Semana Gótica de Madrid. Aquella tarde, entre otros, se presentaban dos libros: Las niñas ya no quieren ser princesas, de Covadonga, y Escrito en Piedra: Nigredo, la obra que, gracias a Juan Miguel Lorite, convirtió en libro el conjunto de microrrelatos trazados sobre piedras en el que había venido trabajando los meses anteriores.

Aunque solo sea por haber compartido evento de presentación, considero a Las niñas ya no quieren ser princesas como una especie de familiar literario, un libro que comparte un trocito de su recorrido con mi Escrito en piedra y, además, un ejemplar de mi biblioteca dedicada. Colecciono libros dedicados por sus autores y Covadonga fue, además de interesante en la presentación, amable en el tú a tú y en su dedicatoria.

 

Injertos fructíferos

He visto varias veces cómo se injertan los cerezos en mi pueblo. El árbol original, un plantón joven, aporta las raíces y un tallo -que luego será tronco- suficientemente ancho como para alimentar las púas del injerto, que luego serán ramas. Así, de un plantón salvaje brotará un árbol que dará una variedad suculenta de cerezas de buen calibre.

Covadonga ha partido de los clásicos de Disney como plantones, y ha injertado su propia versión de los cuentos para hacer crecer sus historias y dar nuevos frutos llenos de originalidad. Versiones feministas, pero es que cualquier revisión actual de estos clásicos tendría que serlo, ¡estaban demasiados escorados a lo masculino! La CenicientaEl rey leónLa sirenitaLa Bella y la BestiaAladdin , La bella durmiente Blancanieves, siete películas de cuento que se revitalizan en la pluma de Covadonga y que, además de ofrecernos historias alternativas, nos regalan una herramienta crítica adicional con la que enfrentarnos a cualquier cuento, película o acontecimiento de la vida real. El machismo está a nuestro alrededor, no se gastó todo en los años 50.

Las niñas ya no quieren ser princesas cuenta con un buen número de reseñas en la web que entran en el detalle de cada relato. La Editorial Esdrújula ofrece una amplia lista de las mismas, con sus enlaces, en la página del libro. Recomendaría la reseña en lahuelladigital.com o la de clubdemalasmadres.com, o no, espera, mucho mejor leerse el libro: son poco más de 100 páginas y merece la pena descubrir los detalles por uno mismo.

 

Lectura de escritor

Las niñas ya no quieren ser princesas es una opción recomendable para lectores, especialmente si se han criado con Disney, y también resulta muy interesante para escritores por dos razones muy concretas. Primero, es un buenísimo ejemplo del juego de los cuentos alternativos y, segundo, nos enseña a romper la última de las funciones de Propp. Vamos con ello.

El juego de los cuentos alternativos se puede entender bien con dos palabras: «Caperucita Amarilla». Efectivamente, se trata de tomar un cuento clásico, mezclarlo con algún elemento extraño y generar una nueva versión. Gianni Rodari explicó este concepto en su genial Gramática de la Fantasía el siglo pasado,  hablaba de Caperucita Amarilla o Caperucita en helicóptero. En muchos talleres literarios el ejercicio de escribir cuentos alternativos es muy común: cambiando el punto de vista -ponemos en el centro al lobo en vez de a Caperucita- o añadiendo otros elementos según explicaba Rodari -¿y si Caperucita tuviera un smartphone?

Las niñas ya no quieren ser princesas es todo un libro construido con estas premisas, lo que nos recuerda a los escritores el poder de los cuentos clásicos y la utilidad de las herramientas de creatividad y los ejercicios de los talleres literarios. Un autor puede utilizar sus ideas, posicionamientos e inquietudes como filtro para jugar a los cuentos alternativos. Si te obsesiona la ciencia ficción, ¿qué tal imaginar una versión galáctica de La sirenita y plantear la problemática de las relaciones entre seres de diferentes razas o planetas? Si quieres impregnar tu obra con un espíritu ecologista, ¿puedes escribir una versión de El rey león que lo consiga? Las niñas ya no quieren ser princesas es un ejemplo de cómo este método puede tener éxito, ya no sólo como ejercicio, no sólo como vehículo para plasmar las ideas de un autor, sino también alcanzar éxito como producto editorial.

Romper la última de las funciones de Propp es todo un placer. Estas funciones, puntos que aparecen en todos los cuentos de hadas y definen su estructura, siguen un orden. El último de todos es el matrimonio. El beso o la boda son el final tanto de la mayoría de los cuentos de hadas populares como de muchas otras historias modernas. Negarse a que este sea el final o proponer nuevos conflictos y retos tras la boda es también un buen ejercicio. Covadonga nos plantea en algunos de sus cuentos qué ocurre después del final feliz de la versión clásica. Un personaje que sólo quiera ser princesa completará su arco o su viaje en cuanto se case con el príncipe. Ya está. Pero si tiene otras aspiraciones, deberá seguir luchando por conseguirlas. Puede que ni siquiera necesite la boda ni al final ni en el medio de su camino. Jugar con los cuentos clásicos no se limita a añadir elementos o cambios como sería una Capericita Amarilla o una Caperucita con teléfono móvil: se puede jugar con la propia estructura, violar las funciones de Propp si al fin y al cabo no nos interesa que nuestra versión sea un cuento de hadas, sino otra cosa más jugosa. En Las niñas ya no quieren ser princesas, su planteamiento feminista no puede conformarse con la boda o el matrimonio como función de cierre y final feliz: necesita atacar la estructura. Por esto la obra de Covadonga González-Pola va más allá de un ejercicio de alteración de historias concretas, de una propuesta de cambio de siete clásicos. Lanza una bomba nuclear a la estructura misma de los cuentos de hadas clásicos que equivale a lanzar esa misma bomba a las estructuras aún machistas de nuestra sociedad -y no sólo de la sociedad de la generación anterior-. Ahí radica la verdadera potencia de la propuesta de Covadonga. El inconformismo y la rebeldía de siete mujeres que no quieren ser princesas son cabeza de ariete para un movimiento que debería cambiar la sociedad. Todo esto concentrado en un libro de poco más de cien páginas.

Como escritores, debemos buscar algo más allá de las tramas y acciones concretas, debemos utilizar también la estructura, debemos ver nuestros relatos como instancias particulares de un todo más general, más trascendente. Las niñas ya no quieren ser princesas puede ocupar un lugar en nuestra biblioteca al lado de los libros de ficción, pero también puede colocarse en el apartado de los libros para escritores, junto a la Gramática de la Fantasía, El Viaje del Escritor, la Morfología del cuento. Si me apuras, podemos colocarlo al lado de los libros que los padres solemos tener sobre cómo criar a los niños.

 

Dentro de mí: Emmo

Hoy traigo a mis lecturas Dentro de mí: Emmo, de Jaime Blanch. Lo terminé de leer hace unos días, en abril de 2018, pero algunas de las cosas que me ha traído su lectura son recuerdos de tiempo atrás.

Antes de Emmo

Emmo es un alien que contacta en un plano psicológico con David, un terrícola de nuestra época actual afincado en la ciudad de Castellón. Esto lo viene a adelantar ya la sinopsis que ofrece Jaime Blanch sobre su libro. Y es lo que me enganchó para leerlo porque la temática tocaba de lleno un par de antecedentes en mi vida (vida literaria y de ficción, ojo, ¡que no quiero decir que me haya abducido nunca un extraterrestre!)

En el año 2014, hace ya cuatro años, redacté un cuento breve, Arak, para uno de los retos de escritura que se proponían regularmente en los Foros de Fantasía Épica (sitio genial, desaparecido por desgracia hace ya años). El reto trataba sobre villanos, y el puñado de escritores que nos presentamos teníamos la misión de escribir cuentos en los que el villano brillara y fuera original. En estos retos, además de escritor, uno participaba sobre todo como lector: debía leer y calificar en resto de obras presentadas. Descubrí villanos psicópatas, paranormales, divertidos, macabros y hasta animales (me refiero al sustantivo). Yo escribí sobre Arak, un ente extraterrestre con la capacidad de instalarse en el cerebro de una persona y así poseerlo y dominarlo, con la malévola misión de conquistar la Humanidad. Aquel reto me sirvió como gran experiencia. Quedé el último o de los últimos en puntuación entre los que se presentaron al reto, no recuerdo bien, pero me sentí ganador por lo que aprendí de los demás, de sus textos y de sus críticas hacia el mío. Desde entonces, hago un uso mucho más correcto del guionado en los diálogos, por ejemplo. A pesar del escaso resultado cosechado por aquel cuento, seguía considerando que Arak, mi villano, tenía muchas posibilidades en ficción gracias a su capacidad de poseer cerebros y voluntades.

Pero Arak no fue el único psicoalien con quien me topé antes de Emmo. El verano pasado, disfruté con mi familia de unos días en casa de unos amigos en Suiza. Tengo la manía de cotillear los libros de las casas ajenas, ¡qué le voy a hacer! Me pego como una polilla a las estanterías y repaso los lomos verticales uno a uno. En aquella casa de Suiza, me topé con The Deep Link de Veronica Sicoe. La sinopsis era más que prometedora: una joven entabla contacto psicológico con un señor de la guerra alien, en un contexto de lucha de poderes a escala galáctica y en el que los humanos no son protagonistas. No leí el libro, pero jugué a imaginar varias historias inspiradas por la portada y su sinopsis.

¿Por qué Emmo?

En los últimos meses estoy incorporando bastante ciencia ficción a mis lecturas: clásicos como Asimov, novedades de éxito como Ready Player One de Ernest Cline, y autores autopublicados como Miguel Ángel Alonso Pulido. Fue a través de este último que conocí la actividad literaria de otros dos autores españoles: Alberto Meneses y Jaime Blanch. Es una alegría saber que hay cantera en España para un género como la ciencia ficción. Por eso era solo cuestión de tiempo que agarrara algún libro de uno de ellos. Y fue Emmo, con esa sinopsis que me recordó a mi malvado Arak y al sugerente título de Veronica Sicoe, por el que decidí empezar.

Mi lectura de Emmo

He disfrutado mucho la lectura de Dentro de mi: Emmo. Algunas críticas y reseñas sobre el libro que he consultado lo valoraban bien, con dos puntos de crítica principales: el inicio se hace lento y tiene moralina. Entiendo ambas objeciones, pero también el propio libro me ha dado argumentos para considerar estas críticas no como puntos negativos, sino como puntos interesantes sobre los que reflexionar, especialmente si uno es escritor y, como yo, además de la lectura convencional añade una que pretende aprender a mejorar los textos propios.

Un inicio lento, ¿o no tanto?

El inicio de Emmo es lento si lo comparamos con lo frenética que se ha vuelto la ficción moderna. Tan rápido suceden las historias hoy en día que, si los primeros compases no son explosivos, los autores y guinostas tienden a mostrar de primeras la historia por la mitad, mediante un in media res que adelanta una futura situación límite, para luego cortar con el típico «una semana antes…» o similar y comenzar la historia por el principio. El libro de Jaime Blanch puede parecer lento en sus primeros compases también porque la promesa que hace en la sinopsis es buena y, como lector, cuando sabe que en un libro sale un alien, quiere verlo en acción cuanto antes. Sin embargo, el ritmo de Emmo está totalmente justificado. Todos los elementos que se presentan en los primeros compases del libro se retoman y redondean más adelante; no hay subtramas vacías y todo lo que se cuenta aporta al conjunto de la historia. Además, la historia presenta un viaje del héroe para el protagonista bien estructurado y que necesita cocinarse a su ritmo. Por eso creo que, en realidad, no es un inicio tan lento.

Moralina

La moralina, según la entiendo yo, sucede cuando el narrador se posiciona. En Dentro de mí: Emmo, la moral que se transmite es la de los diferentes personajes, no la del narrador. Estoy convencido de que el mensaje central es algo que el autor ha querido transmitir con toda la intención, pero lo hace sin salirse de los márgenes de la ficción y eso se agradece. Toca la frontera de la moralina pero no la traspasa. Está a años luz de un libro de autoayuda, y muy lejos de los cuentos para niños rubricados con una moraleja, por si no ha quedado clara la enseñanza del cuento. Estoy seguro de que si, en lugar de esta ambientado en la Castellón de hoy en día, el autor hubiera optado por la Edad Media, el lejano oeste americano o la Era Hiboria, las críticas por la moralina serían mínimas. ¿Por qué? Porque los lectores tendemos a interpretar las ficciones que suceden en nuestra época y entorno cercano de manera distinta y más opinable.

Y, ambientada en esta época y en Castellón, ¿es ciencia ficción?

Dentro de mí: Emmo no es ciencia ficción. Contiene elementos de ciencia ficción, bien diseñados y tratados, pero su papel no es central. El alienígena Emmo conecta con el terrícola David y se desatan una serie de cambios y nuevas situaciones, pero en ningún momento David se ve involucrado en conflictos de escala interplanetaria o galáctica, ni siquiera en una encrucijada para salvar la Humanidad. No es un libro que despliegue acción a escalas épicas, sino una historia de viaje personal, una novela de personajes y enfocada en los conflictos internos. Un libro de sentimientos.

Enseñanzas recibidas como escritor

Si eres escritor, este libro es muy interesante. La técnica de la retrospectiva o flashback está bien utilizada, a través de los sueños y recuerdos que afloran gracias a la interacción psicológica entre David y Emmo. Es un buen ejemplo de cómo una ficción de este tipo puede situarse en un escenario actual y cercano, y no es necesario irse a algún lugar de Estados Unidos para hablar de extraterrestres. El debate de si el ritmo es lento o de si contiene mayor o menor nivel de moralina puede ser muy enriquecedor y ayudar a tomar conciencia de cómo estamos tratando estos puntos en nuestros propios textos. Analizar el viaje del héroe ejecutado por David es también un buen ejercicio, ya que, sin tratarse de una trama de aventuras clásica, sí que responde bien a esa estructura y servirá para entender mejor cómo aplicar el viaje de héroe en nuestras tramas. El contraste entre lo normal y cotidiano con lo absolutamente fantasioso funciona bien en este libro; David y su vida son absolutamente corrientes y el autor no demuestra cómo es más que posible obtener con estas premisas una historia más que interesante. Pero, sobre todo, si construir y mostrar los sentimientos de tus personajes se te hace cuesta arriba, este libro es un ejemplo genial de cómo hacerlo.

En resumen, es un libro original, entretenido, con una estructura cuidada, que demuestra un buen uso de elementos de ciencia ficción, con moralina para quien la quiera ver y le parezca interesante adoptarla, lleno de buenas escenas y cargado de energía positiva. Y, lo mejor de todo, ¡tiene un alien que se mete en tu cabeza!

La reina de los cuervos

Existen lugares mágicos. Uno de ellos es Libros de Arena, en el barrio de San Blas – Canillejas de Madrid.

Conocí a José Ángel Fornás, regente de esta librería, allá por 2008 en un contexto que nada tenía que ver con libros. Coincidimos por trabajo en un proyecto de I+D+i sobre tecnología y turismo. José Ángel era uno de los ingenieros en aquel proyecto, y mantuvimos contacto profesional durante algunos años. En 2018, y cuando ya hacía mucho que no sabía nada de él, descubrí a través de LinkedIn que ahora José Ángel ya no se dedicaba a la informática, sino que había puesto en marcha su propia librería. Le escribí inmediatamente un correo electrónico. Retomar el contacto fue una estupenda noticia para ambos y quedé en visitar la librería y vernos en persona en cuanto fuera posible.

La casualidad quiso que el 17 de marzo pudiera por fin visitar Libros de Arena y que, además, esa misma tarde José Ángel organizara la presentación de un libro. Cuando vi de qué autora se trataba me llevé una alegría adicional: Minerva Gallofré, escritora y editora en Tres Inviernos. Tuve la oportunidad de conocerla el verano anterior en el III Encuentro Interactivo Dédalo. Fue una de las ponentes que más me gustó en aquella jornada llena de librojuegos y ficción interactiva, y me encantó la idea de encontrarla de nuevo.
Llegué a Libros de Arena y saludé a José Ángel. Le vi feliz y, en el primer vistazo que eché al interior de la librería, pude ver que se trataba de un lugar especial, creado con cariño y esfuerzo. Saludé también a Minerva.

Eramos pocos los privilegiados que nos congregamos aquella tarde en Libros de Arena. Nos sentamos dispuestos a atender a la presentación de La Reina de los Cuervos, un cuento popular alemán adaptado en formato de álbum ilustrado. Minerva nos leyó el cuento completo. La librería se transformó en un bosque nocturno y nos agrupamos entorno a un fuego para escuchar aquella historia centenaria sobre cuervos, magia, princesas y brujas. Hacía mucho que no me contaban un cuento y la experiencia fue un regalo de un trozo de infancia. La Reina de los Cuervos responde a las principales premisas de los cuentos de hadas, con una estructura firme, casi matemática, de narración alemana, con todo el encanto de los reinos fantásticos del norte y la atrocidad original de los cuentos. Como bonus extra, me llevé el descubrir el género del álbum ilustrado. Minerva nos ofreció una visita guiada por la obra, recorriendo los detalles y explicando el significado de cada ilustración. Me aseguré de hacerme con un ejemplar de La Reina de los Cuervos firmado por la autora, en ese momento y en ese lugar, para incorporarlo a mi biblioteca de libros dedicados.

Ya diluidos el bosque nocturno y el fuego que se había creado con la lectura de ficción, continuamos con una conversación sobre escritura y libros. Algo de magia flotaba aún. El camino de vuelta a casa lo hice recordando los cuervos que se dejaban ver en Reading aquel año que pasé en Inglaterra. Poco a poco, la carretera me devolvió a la realidad, pero sabía que llevaba conmigo un cuento al que recurrir cada vez que quisiera volver al Reino de los Cuervos.

 

Nota adicional: si mi Naksatra incluye un «cómo se hizo» en el propio libro, La Reina de los Cuervos cuenta con una entrada en el blog de Minerva que explica también cómo se creó el libro, y que puedes leer en este enlace.

Ready player one

Captura de pantalla de mi móvil con Ready player one dispuesto a comenzar

Descubrí Ready player one a través de un podcast y, cuando Amazon me lo puso fácil, lo compré. Es un caramelo para los que hemos crecido con videojuegos de 8 bits y partidas de rol, pero preveo que este libro soportará mal el paso del tiempo y las generaciones más jóvenes lo ignorarán… A no ser que Steven Spielberg haga de la versión cinematográfica una obra maestra que inmortalice esta historia. ¡Se estrena muy pronto!

Como lector, lo he disfrutado sin tapujos. Como escritor, he detectado varios puntos débiles.

Este artículo es un comentario personal sobre mi experiencia de lectura de Ready player one en febrero de 2018. No es una sinopsis objetiva ni un comentario estructurado para orientar a posibles lectores sobre si este libro les podrá gustar o no. Aunque me enfoco más en lo que rodea al libro que en el contenido de la novela en sí, puede contener spoilers. El debate en los comentarios es bienvenido.

Seguir leyendo «Ready player one»

Fundación (trilogía)

Asimov-Fundacion

La trilogía original de la Fundación de Isaac Asimov me ha ocupado desde finales del 2017 hasta este mes de febrero de 2018 que la he terminado de leer. Fundación, Fundación e Impero y Segunda Fundación, tres novelas de la década de los 50. Son un clásico, pilares esenciales en la construcción del género de la ciencia ficción.

De pequeño leí un libro de Isaac Asimov. Era de divulgación científica, sobre agujeros negros. Y desde entonces no había tocado nada suyo. Por eso me ha sorprendido tanto leer a este autor en el género de ficción. ¡Para bien! Enfrentarse a una novela de mediados del siglo veinte así, de primeras, puede dar pereza. Pero esta ha soportado muy bien el paso del tiempo: me ha encantado.

Lo curioso es que no llegué a Asimov porque quisiera abordar a los clásicos de la ciencia ficción. No. Lo leí porque Amazon fue tan hábil de presentarme en la aplicación del Kindle una oferta muy buena que incluía los tres libros de la saga en formato digital. Además del buen precio, acertó justo en un momento en el que me encontraba receptivo a la ciencia ficción. Había terminado de leer no hacía mucho varios libros de Miguel Ángel Alonso Pulido, con naves espaciales y tramas planetarias. Una saga inconclusa a día de hoy, cuando escribo este post, pero que estoy seguro de que se cerrrá en algún momento de 2018. Mientras tanto, el algoritmo de Amazon me puso delante de las narices una joya del género, como diciéndome «no te bajes de la nave espacial, móntate en esta otra que te ofrezco». De este manera me introduje en la trilogía de la Fundación.

La obra de Asimov es genial. El concepto de psicohistoria en sí mismo ya vale un tesoro, y la evolución de la galaxia que plantea a lo largo de cientos de años supone algo fuera de lo común. Acostumbrados a historias que siguen los progresos de un personaje protagonista, el esquema aquí planteado es difícil de encajar en otros moldes. La mezcla de la trama a largo plazo con las historias de cada capítulo, que bien podrían ser pequeñas novelas, es de lo más original. Pero si algo quiero destacar es el conjunto de personajes inteligentes que despliega.

Me he preguntado muchas veces cómo conseguir un personaje inteligente. Creo que debería hacer un artículo sobre ello, mientras tanto pongo mis reflexiones en bruto sobre el tema a continuación.

1. Método directo: El método directo consiste en que un narrador suelte directamente «Paco era inteligente». La ventaja de la facilidad, la desventaja de que es información a secas, es contar y no mostrar, poco atractivo para un lector, más propio de un informe que de la literatura.

2. Método indirecto: Una alternativa más sofisticada es hacer que, en lugar del narrador, sea un personaje el que transmite esa información, así:

—Paco es inteligente —dijo Juan.

Esto es también sencillo, tiene un pelín más de encanto de cara al lector pero, en general, sigue siendo soso.

3. Mostrar la inteligencia: El siguiente nivel es mostrar al personaje realizando acciones que denoten inteligencia. Se le puede poner a jugar al ajedrez, delante de una pizarra llena de ecuaciones y cálculos, o recibiendo un premio por méritos intelectuales. Esto ya es apto para considerarse literatura, y continúa siendo sencillo a la hora de escribir.

4. Métodos sofisticados – diálogos: Si queremos un paso más, debemos adentrarnos ya en el terreno de lo difícil y hacer que nuestro personaje haga de forma directa cosas inteligentes. Ya no vale decir que juega al ajedrez, sino que debemos entrar en el detalle de la jugada maestra que ejecuta. Me gustan especialmente los diálogos audaces. Un personaje que da respuestas ingeniosas, además de demostrar que es inteligente, resulta muy divertido para el lector. Conseguir este tipo de diálogos no es sencillo, supone remangarse y dedicar tiempo a diseñarlos.

5. Métodos sofisticados – resolución de problemas por vía sorpresiva: Otra forma potente de mostrar la inteligencia de un personaje es que consiga soluciones brillantes a los problemas que se le plantean. Simplificando mucho, escribir una novela consiste en inventar una serie de obstáculos o dificultades que ir colocando delante del protagonista, uno tras otro. Si conseguimos que los resuelva de una forma exitosa y con una solución absolutamente lógica pero que el lector no se esperaba, habremos conseguido la mejor manera de inteligencia posible. Para esto, es necesario gestionar muy bien la información en la novela, la forma más sencilla de conseguirlo es que el protagonista tenga un mejor conocimiento del contexto del problema que el lector. Por ejemplo, si un mago se enfrenta a un dragón que es mucho más poderoso que él, pero consigue vencerlo utilizando un conjuro de conjuntivitis que resulta ser un punto débil de los dragones, es algo brillante. El lector así lo entenderá, siempre y cuando no sea algo que el propio lector no conociera antes porque nunca se le ha contado o, mejor aún, porque se le contó de pasada cientos de páginas atrás, no le prestó atención y en este momento su memoria hace «clak» y dice «¡claro, qué buena idea aplicar ese truco que ya ni recordaba!»

Tomé conciencia de la dificultad de crear personajes inteligentes leyendo la trilogía de Príncipe de nada y, con esta saga de Asimov, sigo aprendiendo sobre el asunto, refuerzo ideas y gano más herramientas que luego poder aplicar en mis escritos.

Seguramente los libros de Asimov contengan multitud de mensajes de interés. Aún hablando de un futuro lejano y abarcando una dimensión galáctica, me ha parecido que el contenido bien podría aplicarse a diferentes épocas pasadas de la Humanidad y concentrarse en nuestro planeta. Hay mucha sabiduría y reflexión sobre la sociedad, y estoy seguro de que un sociólogo o un historiador serán capaces de disfrutar los libros de Fundación de formas que a mí se me escapan. La tecnología cumple con una función esencial en la trama, pero no se profundiza en ella, ni es necesario que lo haga. Con ojos de hoy en día hay varios detalles tecnológicos que chirrían, por eso creo que es un gran acierto no abundar en ellos más que lo estrictamente necesario. Otro acierto, y con mucho mérito, ya que estoy seguro de que Asimov tenía capacidad y criterio para haberse aventurado más en ello, pero supo medir fuerzas y no desplegar aquí una artillería que hoy no haría más que enrarecer el libro.

Coincidió que, el mismo día que leí la última frase de la trilogía, descubrí la existencia de la canción Sagan de Nightwish, dedicada al gran astrónomo y divulgador Carl Sagan. Asimov y él tuvieron una relación de admiración mutua (y yo admiro a los dos). Incluyo a continuación el vídeo correspondiente en Youtube. Si la lectura de los libros de Fundación hubiera sido una sesión en el cine, esta canción para mí sería la música del final, esa que suena mientras desfilan los créditos y uno empieza a sacudirse las palomitas, devuelve el sonido al móvil y mira si el pasillo más accesible para salir está a la izquierda o a la derecha.

No sé cuándo caerá en mis manos otro libro de Asimov. De momento me he quedado satisfecho y no tengo prisa por seguir consumiendo letras de este autor. Mientras sigo esperando el libro que cierre la saga de La amenaza treyana de Miguel Ángel Alonso Pulido, Amazon ya ha sabido venderme otro: Ready Player One de Ernest Cline. Este lo descubrí en realidad escuchando uno de los podcasts de Los Verdhugos hace unos meses (¡uf!, qué digo meses, igual más de un año hace ya). No es una compra compulsiva, es otro acierto de Amazon de ofrecerme por menos de lo que vale un café una obra sobre la que ya había escuchado hablar y que me apetecía. No sé por dónde tiraré, tengo varios libros que quiero atacar. Sea como sea, prometo contar en la siguiente entrada dedicada a mis lecturas qué libro elegí y por qué.

¡Nos vemos dentro de un libro de nuevo en esta sección!