Equisiglo

Hoy, 10 de octubre de 2020, es mi equisiglo.

Hoy cumplo el mismo número de días vividos en el siglo XX que en el siglo XXI.

A partir de hoy, se puede decir que pertenezco más al siglo XXI que al XX porque, objetivamente, he pasado más tiempo en este que en el anterior. Sin embargo, soy nativo del siglo veinte y, aunque hace mucho que emigré al siglo veintiuno, tengo un recuerdo y una influencia muy fuertes de mis raíces temporales.

También es mi equimilenio: el año 2000 nos trajo un cambio de siglo y, también de milenio.
Parece que ambos conceptos son muy similares, al menos en su forma ¿verdad? Y sin embargo, los siento de manera muy diferente. Me considero alguien absolutamente del tercer mileno, pero tengo dudas a la hora de clasificarme como una persona del siglo XX o del XXI.

Quizá eso de que uno no deja nunca de ser niño implica también, al menos en parte, que uno no deja de ser nunca de la época que le tocó vivir de niño. Pero esos finales del siglo XX tenían ya la vista puesta en el año 2.000 y más allá, en un futuro científico, tecnológico y esperanzador. Por eso creo que, aunque con unas bases culturales de siglo XX, los que fuimos niños y adolescentes en los ochenta y los noventa nos criamos con una proyección muy dirigida hacia el nuevo milenio, ese lugar temporal donde nos tocaría ser adultos y en el que se nos prometían maravillas.

Hoy en día los coches no vuelan, sigue habiendo guerras, hambre y un cambio climático acelerado, el hombre no ha puesto el pie en Marte y no hemos descubierto extraterrestres. Se lleva más lo postapocalíptico que los futuros de paz y unificación tipo Star Trek o Érase una vez. Pero sigo profundamente esperanzado con este milenio. Se producen cada día cambios a mejor, descubrimientos, avances y tomas de conciencia respecto a los grandes temas. Al menos así lo siento. En algunos ámbitos como el digital, diría que incluso se han superado las expectativas.

Es curioso que, al pensar en este concepto de equisiglo, he reparado casi por naturaleza en ciencia ficción y en cultura. La ciencia ficción que me empuja a ese futuro por venir y la cultura que me recuerda lo disfrutable que eran la música, los libros, las películas e incluso los videojuegos de mi niñez y adolescencia en los ochenta y los noventa. Me siento del tercer milenio, pero probablemente acompañe los grandes momentos por venir con banda sonora del siglo XX. No puedo evitar mirar al futuro, ni puedo evitar hacerlo desde la perspectiva del Comos de Carl Sagan, que no deja de estar impregnada en guerra fría.

No sé aún cómo celebrarlo, o si esta efeméride es algo que celebrar. De momento, he redactado este post y he propuesto a algunos cómplices de letras escribir sobre esta idea del equisiglo en el tándem literario que tengo activo.

Y tú, ¿has cumplido ya tu equisiglo?¿De qué siglo te sientes?¿Y de qué milenio?

Aprender a escribir, papiros y pergaminos

Tenía diecinueve años y aquel curso de creación literaria lo dedicaríamos a escribir una novela.

No recuerdo si el propósito me lo puse a mí mismo o si era la consigna del curso. Creo que más bien lo primero, porque el temario de aquellas clases estaba enfocado más a dominar los diversos aspectos de la narración que a ponerlos juntos. Tipos de narradores, recursos estilísticos, descripciones… La profesora, Consuelo Cerijido, nos animaba a usar estas piezas en nuestra obra, por lo que también el curso planteaba, aunque no en un primer plano, ese objetivo de completar una novela. Por eso muchos de los ejercicios que realicé aquel curso fueron fragmentos de «Las aventuras de Kai», mi primera obra larga. Recuerdo, por ejemplo, la descripción de la guarida del malvado Morcano vista desde la distancia por los protagonistas: quedó bien elaborada, llevaba un tiempo de dedicación extra ya que había sido mi ejercicio de descripción para las clases.

Yo estaba aprendiendo a escribir. Vale, sí, ahora también sigo haciéndolo, nuca deja de aprenderse. Pero entonces acudía a clases semanales de creación literaria y practicaba de una manera activa, consciente y con método gracias a aquellas clases de Consuelo Cerejido.

Hoy quiero contar una de las lecciones que aprendí entonces, con diecinueve años.

Al igual que hacen muchos (¡todos!) los escritores, me apoyaba en los sinónimos con el objetivo de no repetir demasiadas veces la misma palabra y de conseguir una lectura más agradable. En uno de los ejercicios que entregué a Consuelo, hablaba a veces de un pergamino y otras de un papiro, refiriéndome siempre a la misma cosa, un soporte donde la bruja Alexia tenía sus conjuros escritos con runas.

La corrección de Consuelo, en bolígrafo rojo, me enseñó que pergamino y papiro no eran sinónimos. El papiro es más antiguo y se fabricaba con materia prima vegetal. El pergamino, más resistente, se obtiene de piel animal. No pueden utilizarse como sinónimos porque, aunque ambos son soportes antiguos para la escritura, no son lo mismo, ni una cosa un caso particular de la otra.

Supongo que muchas personas sabían ya esa diferencia desde niños. Yo la aprendí con diecinueve años. El manuscrito que completé de «Las aventuras de Kai» no tiene, entre sus aproximadamente diecisiete mil palabras, ningún «papiro» y, sin embargo, «pergamino» aparece en cinco ocasiones. Apliqué la lección aprendida, algo que considero más importante aún que el hecho de aprender.

Aquel fue solo un ladrillo más en la construcción de mi muro de estilo. Me sirvió como aprendizaje de léxico y, también, de humildad. Estoy convencido de que sigo cometiendo errores, pero que son cada vez menos, o cada vez más sutiles. Quizá por eso aprecio tanto las sugerencias y los comentarios de mis lectores beta, o la labor de los correctores en las editoriales con las que he trabajado. Mucho más allá de detección de erratas, su contribución a conseguir un texto limpio es valiosísima.

Conservo esta lección del papiro y el pergamino con cariño. Como recuerdo a la profesora que me la enseñó, como recuerdo a mis diecinueve años y las ganas tremendas de aprender a hacer literatura que tenía. Y, también, porque, ¿acaso no es de lo más apropiado el papiro y el pergamino para aprender a escribir?

Imagen de Osama Shukir Muhammed Amin tomada de Wikimedia Commons

Bacter-Robot. ¿Preparado para viajar por el interior del cuerpo humano?

Acaba de salir a mercado mi obra Bacter-Robot.

Es una ficción interactiva en la que tú, lector, eres el protagonista. Te pondrás a los mandos de los bacterrobots, unos nanorrobots que viajan por el interior del cuerpo humano como células biónicas.

Aquí tenéis la sinopsis:

Visitas con tus compañeros de clase el Centro Nacional de Nanomedicina. Allí, el prestigioso doctor Ziyani os presenta el resultado de sus investigaciones: los bacterrobots, unas bacterias robóticas artificiales capaces de navegar por el interior del cuerpo humano y que pueden manejarse a través de un simulador, como en un videojuego. ¿Te atreverás a pilotar los bacterrobots que se desplazan dentro del cuerpo de una persona? Tus decisiones te llevarán a ti y a tus amigos a vivir todo tipo de aventuras. Podrás utilizar los bacterrobots para curar pacientes y salvar vidas en un hospital, tendrás la opción de ganar millones poniendo tus habilidades al servicio de clínicas privadas, quizá descubras en la medicina tu verdadera vocación y quieras consagrarte al estudio y la investigación, o podrás explorar los límites del cuerpo humano en proyectos secretos.
Las opciones son enormes, pero, ¡cuidado! La vida humana es tan valiosa como delicada y tus decisiones podrán llevarte a desenlaces inesperados, sorprendentes e, incluso, fatales. ¿Juegas?

Bacter-Robot ve la luz con la plataforma de lectura digital Octopus Red, dirigida a colegios e institutos así como a la generación de clubes de lectura. Su modelo de lectura social es muy interesante y realizan una gran labor de difusión de la literatura entre los más jóvenes. Por eso es muy motivante publicar con ellos.

Y ha sido un reto escribir con foco en público adolescente y joven.

La colección de Libro-Juegos de Octopus Red va dirigida a alumnos de educación secundaria y que cubre, aproximadamente, la franja de 11 a 16 años. Tiene por principal objetivo el entretenimiento y hacer que los lectores lo pasen genial pero, además, incorpora valores sociales. Por eso, cuando empecé a diseñar Bacter-Robot, me planteé varias cuestiones.

¿Cómo incluir estos valores sin que resulte un libro con moralina?

Primero, diseñé un escenario de campo de batalla. Quiero entretener, hacer disfrutar a los lectores, que vivan aventuras. La temática que me comprometí a abordar en Bacter-Robot es la de fomento de hábitos de vida saludables. Espero haber cumplido el objetivo. Las batallas en el interior del cuerpo humano entre los bacterrobots que pilota el lector y las infecciones y toxinas son un escenario perfecto para compatibilizar la acción y el entretenimiento con la toma de conciencia sobre la salud.

Segundo, enfrenté al lector a algunos problemas habituales relacionados con la salud como los transtornos de peso o el consumo de drogas. Considero que se puede hablar a las claras con los adolescentes sobre estos temas. Son inteligentes.

¿Cómo implicar de verdad a los lectores en la toma de decisiones?

He procurado que cada una de las decisiones que plantea el libro requiera de una reflexión por parte del lector y que, a la vez, mueva la acción. Desde la primera decisión ya afloran los grandes dilemas que quiero mostrar. Se presentan tres posturas que el lector puede explorar: un enfoque de prevención (es mejor prevenir que curar), otro de curación (¡acabemos con las enfermedades!) y un tercero de mejora del ser humano (experimentemos para conseguir mejorar las capacidades del propio cuerpo). Pero estos enfoques no se presentan de forma evidente, sino totalmente envueltos en acción. El lector debe elegir según suceden los acontecimientos, debe guiarse por la intuición y las tomas de decisiones rápidas frente a situaciones concretas más que por una reflexión pausada de qué es lo más conveniente de manera abstracta y objetiva.

¿Cómo manejo las relaciones entre los personajes?

Me gusta que una ficción interactiva el papel de protagonista pueda jugarlo indistintamente una lectora o un lector. La escritura con un narrador en segunda persona presenta algunas dificultades para esto, pero siempre puede encontrarse una redacción alternativa que sea compatible con ambos sexos. Pero, además, en un libro orientado a adolescentes, la relación con los amigos es muy importante. He trabajado con esto en mente con el objetivo de que Bacter-Robot guste igual a chicos y a chicas.

Tras un proceso de creación largo (¡y también muy divertido!), la obra está ya publicada. Ahora ya no es mía, es también de los lectores. Espero que guste, que la hagan suya, que la disfruten y que encuentren su propio camino.

¡A jugar!

Cuentoxil

Cuentoxil 12 comprimidos es la primera caja de medicinas en forma de relatos breves y microcuentos que traigo directamente desde mis laboratorios literarios.

Hacía tiempo que tenía esta metáfora en mente de publicar una colección de textos muy breves o «comprimidos» y jugar a presentarlos como pastillas. ¡Y aquí está!

Portada Cuentoxil
Cuentoxil 12 comprimidos. Sin receta médica.

Es un libro pequeño para leer del tirón o intercalar en cualquier hueco o tiempo de espera. Contiene doce historias muy variadas que incluyen realismo, humor, anticipación tecnológica, terror y realismo mágico. En lugar de prólogo, viene precedido por un prospecto, como no podía ser de otra manera, que explica todo lo necesario para consumir Cuentoxil.

Algunos de los relatos son nuevos y otros los escribí hace tiempo. El espejo vio la luz en una página literaria ya extinta y esta era una ocasión perfecta para rescatarlo y poderlo presentar de nuevo. Otros han sido publicados en diferentes números de la revista literaria La Hoja Azul en Blanco de la asociación Verbo Azul, como Otro yo o El ciclo de papel. En el caso de El Molino, he revisado y ajustado algunas palabras (pocas, hay que reconocer que venía de serie ya muy bien afinado) del texto original que fue finalista del 12 Certamen de Relatos Cortos “Ateneo Cultural 1º de Mayo” en 2004. También hay relatos que han surgido del trabajo en tándem literario con otros amigos escritores, como Indicadores de futuro (de un tándem literario con Aida Millán) o La neuromúsica del momento (a partir de un reto en el tándem literario que tengo ahora activo con Eduardo Fraile y Juan Miguel Lorite).

Esta obra está muy relacionada con Naksatra en cuanto al estilo de los textos, aunque en esta ocasión las temáticas son deliberadamente variadas y dispares. Con Cuentoxil reivindico, de nuevo, la narración breve como una herramienta poderosa en la literatura.

Dejo aquí la lista de comprimidos que componen esta nueva caja de medicamentos. Espero que disfrutéis de Cuentoxil, ¡pero cuidado con los efectos secundarios!

  • Otro yo
  • Conjuro exprés
  • El ciclo de papel
  • La isla de los monstruos
  • Instrucciones para ver una película de terror
  • La vida
  • La neuromúsica del momento
  • Por fin estás aquí
  • El Molino
  • Termópolis
  • Indicadores de futuro
  • El espejo

Naksatra en Lektu

Vuelvo a menudo a los cuentos de Naksatra. Hay autores que, después de publicar una obra, dicen que no vuelven a leerla. Hay varias razones para esto. Una puede ser que los escritores podemos encontrar siempre una redacción mejor, un pequeño ajuste en las tuercas de las letras y renglones; en un libro publicado ya no hay opción de editar y qué mejor manera de evitar la tentación que no leyendo lo escrito. Otra razón puede ser la de dejar libertad absoluta al libro. Una vez publicado, ya no pertenece al autor, sino a los lectores. Ellos serán los que completen la narración con su lectura, su interpretación, su recreación de la historia; los lectores pondrán la otra mitad.

Yo, sin embargo, vuelvo a leer los cuentos de Naksatra con cierta frecuencia, mucho más que cualquier otro de mis libros. Me gusta imaginar que soy otra persona y juego a leerlo como si fuera mi madre, un amigo o un conocido, y procuro intuir el punto de vista o las reacciones que tendrán. Por alguna razón, este libro, o varios de sus cuentos, dan pie a este tipo de juegos.

También me detengo a analizar cómo ha envejecido un cuento. Naksatra tiene la particularidad de que incluye cuentos que han sido escritos con más de quince años de distancia entre ellos. Entre el moderno test de compatibilidad de Izlup y Sorbina y el streaming chat de El último comodín hay más de una década de diferencia, y las tecnologías tienen diferentes texturas. El asistente virtual de otro de los cuentos lo escribí unos años antes de la irrupción de Alexa y de los altavoces inteligentes, y el interés del cuento ha desplazado su centro de gravedad de la curiosidad tecnológica a la situación y los sentimientos del personaje protagonista. Hay cosas por venir, o que quizá nunca vendrán, como el oficio de broncador descrito en Gaspar y Belinda, y otras que aún no sabemos si se extenderán, como las camisetas inteligentes de Abrazo en Múnich. Con respecto a los elementos mágicos, quizá nunca llegue a descubrirse la conspiración de las corbatas, ni tampoco a inventarse un inversión ficcional ni se comprueben las leyes de la translógica, y que yo sepa aún no se han registrado científicamente conversaciones entre farolas y árboles o entre aspiradoras y osos hormigueros. Pero, ocurran o no estas maravillas, siempre queda ver qué interpretación se le puede dar a cada una de ellas, estudiar cómo cambia su figura al mirarlas al espejo de la realidad presente.

En definitiva, para mí Naksatra está vivo, vigente y muy presente. Esta es una de las razones por las que lo he subido a la plataforma Lektu hace unos días. Quiero darle una vida adicional. Hasta ahora, estaba solo disponible en el formato .mobi de los Kindle y aplicaciones de Amazon. En Lektu he incluido el paquete doble, ePub + mobi. Me encantaría que llegara así a más lectores.

Y para celebrarlo, dejo aquí unos aperitivos, algunos relatos de Naksatra publicados en la revista literaria online Libros Prohibidos y, también, cuentos leídos, para quien prefiera escuchar, en el maravilloso podcast A voz en cuento:

Leer Gaspar y Belinda

Leer Ideas para Lucía

Escuchar Linda Pituitaria

Escuchar Ideas para Lucía

Y quien tenga ganas de pedir el menú completo después del aperitivo, aquí dejo el enlace a Lektu:

Naksatra en Lektu

Bibliotecas

¿Dónde puedo encontrar libros que me gusten? Esta pregunta me acompaña desde que era pequeño.
La biblioteca de mi colegio en Alcorcón abría, para el servicio de préstamos de libros, unos quince minutos después de que terminaran las clases de la tarde. Recuerdo hacer cola en la puerta, junto con otros seis o siete niñas y niños de otras clases, hasta que venía una persona a abrir la sala. La biblioteca del colegio Claudio Sánchez Albornoz de aquel entonces, o como yo la recuerdo, contaba con una única y gran librería que iba de lado a lado de la pared del fondo. El resto, mesas y sillas, puestos de lectura. Objetivamente era una biblioteca pequeña, pero a mí me parecía infinita. Estaba ordenada de una manera deliciosa, no recuerdo si por edades o por cursos de EGB, de manera que uno ubicaba rápidamente las lecturas que le correspondían, y por colecciones. Pero en realidad se podía acceder a todos los libros. Es probable que alguna vez tomara prestado uno clasificado para una edad mayor que la mía, y que lo hiciera de esa manera furtiva, como si la señora que gestionaba los préstamos me fuera a decir algo. Los préstamos duraban una semana pero se podía renovar. Recuerdo cuando renové por segunda vez «La historia interminable» de Michael Ende, del que decidí leer un capítulo por noche, y mis excusas de «es que es muy largo» para sobrellevar la sensación de estar acaparando ese libro más tiempo del debido, como si acaso hubiera una legión de niños esperando a que lo devolviera para poder leerlo. Es curioso pero fue aquí, en la biblioteca de mi colegio, donde desarrollé mi firma. Había que firmar en una ficha cada vez que uno sacaba un libro para llevarse a casa. Comencé sin saber qué hacer, escribí mi nombre y tracé un garabato, y así hasta que la maduré. Hoy firmo de esta manera porque un día necesité tener un trazo para sacar libros de la biblioteca. La verdad, no tengo la menor idea de cómo el resto de la gente desarrolla su firma, yo lo hice así.
Con once años fui al Centro Cívico de Alcorcón para hacerme el carné de la biblioteca municipal. Aquello era el paraíso comparado con la biblioteca del colegio: mucho más grande, los préstamos tenían dos semanas de duración y, por si fuera poco, ¡uno podía llevarse a casa hasta tres libros cada vez! Pero las normas de entonces decían que había que ser mayor de doce años para poder hacerse el carné de la biblioteca municipal. La persona detrás del mostrador me explicó que no podía ser y que tenía que esperar, que si por él fuera me haría el carné en ese mismo momento, pero eran las normas. Creo que aquel señor se quedó tan disgustado como yo, me dio la sensación de que no todos los días se asomaba un niño de quinto de EGB por allí soñando con llevarse tres libros a la vez para devorarlos en casa.
Cumplí doce años y volví al Centro Cívico. Aprendí pronto a desenvolverme allí, a buscar libros en los cajones de ficheros, que entonces no había ordenador. Era genial. Cogí libros de todo tipo, porque aquel lugar podía saciar la curiosidad de un niño al mismo nivel que hoy ofrece la Wikipedia o, incluso, el conjunto de Internet. Literatura infantil y juvenil, por supuesto, pero también libros sobre el fenómeno OVNI, sobre cómo interpretar los sueños o sobre el poder de la mente. Todos ellos me cansaron pronto y me pasé a la astronomía, la mitología o a los libros de ordenadores, sobre todo aquellos que incluían programas que podía luego teclear en mi Amstrad CPC 464, depurarlos, jugarlos y, después, modificarlos. Todo esto siempre acompañado de literatura, una constante en los libros que traía a casa. También cogí alguna vez cómics. Recuerdo muy buenos momentos con alguno de Tintín o Astérix, y también recuerdo coger prestados cómics en los que algún chaval usuario de la biblioteca se había dedicado a añadir dibujos a bolígrafo y escribir bocadillos con una historia alternativa soez, graciosa o semipornográfica, vandalismo de biblioteca que me produjo sentimientos encontrados: aquello no estaba bien pero, ¡vaya! había que reconocer que era ingenioso y divertido. Quizá por eso me atreví una vez a subrayar unas frases en un libro de la biblioteca que me parecieron especialmente brillantes, como para avisar a futuros lectores de que las saborearan especialmente, pero lo hice con timidez, a lápiz, y no pude evitar unos nervios absurdos cuando fui a devolverlo. ¿Y si el bibliotecario abría el libro y veía que lo que había hecho? Ahora en perspectiva, pienso que yo era el menos sospechoso de devolver algo en mal estado, a fin de cuentas era el niño que quiso entrar allí con tan solo once años.
En la biblioteca municipal del Centro Cívico de Alcorcón descubrí el estante de libros de literatura fantástica. Por alguna razón, estaban accesibles, al lado del puesto del bibliotecario, y podían cogerse directamente, sin el trámite de ir al fichero, rellenar la ficha de solicitud y entregarla. Y eso estaba genial porque uno podía explorar el dibujo de la portada o leer la sinopsis de la contraportada, en lugar de ir a ciegas sin más datos que la información mecanografiada de título, autor, editorial, año de edición (y no recuerdo si también indicaba número de páginas). La verdad es que agradecí mucho el modelo que llegaría unos años después de poder uno mismo deambular por las estanterías y coger los libros. Ya había leído a Tolkien y descubrí allí que existían muchos más libros «de esos». Leí varios de Reinos Olvidados y descubrí a Louise Cooper, pero no era sencillo ubicarse en aquel mundo de sagas y trilogías sin ninguna referencia de qué leer primero o qué leer después.
El Centro Cívico cerró, pero la ciudad estaba muy bien surtida de bibliotecas municipales. Una de ellas, en el centro cultural Buero Vallejo, muy cerca de mi casa. El modelo de poder caminar entre las estanterías me gustaba mucho más que el de restringirme al fichero, rellenar una solicitud y esperar a que el bibliotecario fuera a la estantería adecuada, en aquella zona prohibida y medio sagrada cerrada al acceso del público, y trajera tu libro. Ahora uno podía caminar por el corazón de la biblioteca. Lo que no me gustó, sin embargo, fue que tuve que hacerme un nuevo carné de biblioteca. No es que le hubiera cogido apego a la antigua cartulina azul, es que no me respetaron mi número de usuario. Yo tenía el carné de biblioteca número 10.289 de todo Alcorcón, y ahora pasaba a ser el número cincuenta mil y pico, un número nuevo que nunca llegué a memorizar y que, de alguna manera, me bajaba el estatus, me llevaba más adentro en el pelotón de lectores de biblioteca. ¡A mí, que había leído cientos de libros! Aprendí a usar el terminal de ordenador para buscar libros, pero casi siempre prefería recorrer los pasillos de estanterías, aunque tardara mucho más en encontrar lo que quería.
Vinieron otras bibliotecas después. La de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad Carlos III en Leganés donde estudié: aunque la usaba para coger libros de ingeniería, tenía también su pequeña sección de literatura. La biblioteca de la Universidad de Reading en mi año erasmus en Reino Unido, con recursos de todo tipo, ordenadores cada dos por tres, colecciones de revistas, y con un régimen super estricto de devolución de libros con la amenaza de tener que pagar por retrasos o desperfectos. ¡Si vieran lo que les hacían a los cómics en Alcorcón! O la biblioteca de la residencia en la que me alojé, Child’s Hall, que era mucho más justita en libros pero muy agradable como sitio para estudiar. Aunque, si es por encanto, me gustó mucho más la que pude visitar en mi siguiente beca de estudios en el extranjero, en la École Normale Supérieure de Paris. Allí la biblioteca era tremenda y tenía de esas escaleras correderas que se deslizan de un lado a otro de la pared para permitir el acceso a los libros colocados más arriba, algo que me pareció maravilloso y romántico en un momento en el que ya Internet dominaba y estábamos a las puertas de la explosión del libro digital. Por aquel entonces, también, descubrí qué era eso de Bookcrossing.
Los nuevos conceptos de biblioteca, inmersa en el mundo digital, me vinieron de la mano de Luis González de la Fundación Germán Sánchez Ruipérez, cuando por trabajo tuve la suerte de coincidir en un proyecto con él y otros buenos colaboradores. Recuerdo la visita a la Casa del Lector que nos ofreció y sus explicaciones de lo que allí hacían, muchos pasos por delante en innovación de mi primera experiencia en la biblioteca del colegio Claudio Sánchez Albornoz.
Quizá por toda esta trayectoria me pareció a la vez tan natural y tan bonito en las vacaciones del verano pasado, en Noja, acercarme a la biblioteca cercana a la playa de Ris. No es raro que, en un conjunto de alrededor de diez días, salga uno lluvioso en esa zona de Cantabria. La excusa era poder tomar prestado algún libro infantil para mi hijo, pero lo cierto es que disfruté haciendo aquel carné de biblioteca y, simplemente, estando allí y observando los libros disponibles.
No os extrañe entonces si, cuando voy a casa de alguien, en lugar de apreciar las pulgadas del televisor, lo bonitas que son las cortinas o lo bien distribuida que están las habitaciones me pare a revisar los lomos verticales de los libros que haya colocados en estanterías o librerías. Tampoco puedo evitar fijarme en esta época de confinamiento y reuniones por videoconferencia desde la casa de cada uno, en que uno de los fondos de imagen preferidos por muchos son precisamente las estanterías de libros. Porque, quizá, a todos nos gusten las bibliotecas.

Llega «El mercader de Venus»

Esta semana ha salido publicada la antología de relatos de ciencia ficción El mercader de Venus. La coordinación de la obra corre a cargo de Francisco Tapia, amigo y editor de Con Pluma y Píxel.

Acabamos de estrenar el 2020, un año que inicia década, de esos que invitan a reflexionar sobre dónde nos encontraremos en un futuro, cómo habremos conseguido cambiar las cosas, para mejor si es posible. Siempre es buen momento para leer ciencia ficción, para pensarla, reflexionarla y escribirla. Para disfrutar desde las space opera y la ci-fi más blanda y aventurera hasta aquella que nos hace penetrar en los futuros posibles y las configuraciones sociales, tecnológicas, científicas o evolutivas que pueden esperarnos a la vuelta de la esquina del tiempo.

Por eso este libro, El mercader de Venus, llega en un momento de lo más adecuado.

A bordo de la nave, pilotada por Francisco Tapia, nos encontramos los compañeros de tripulación. ¡Buena compañía para este viaje interplanetario, sin duda! A continuación, os dejo la relación de historias y sus autores que encontraréis en este libro:

  • Instinto de supervivencia, por Jacobo Feijóo
  • El legado del hombre, por Fernando Lafuente
  • Camaleón, por Juan Pablo Fernández del Río
  • Lo que permanece, por Joseto Romero
  • El Gran Programador, por Daniel Vargas
  • Un futuro mejor, por José Luis Pastor

Puedes visitar la web de Con Pluma y Píxel para saber más o pinchar aquí para hacerte con un ejemplar.

La bruja Maruja cumple un año

El 26 de noviembre de 2018 lanzamos La bruja Maruja y su castillo, un cuento infantil ilustrado muy especial porque lo trabajamos familia y amigos. Fue una gozada crearlo con mi hijo cuando tenía 4 años, redactarlo y pulirlo con la ayuda de mi mujer y contar con el arte de mi amigo Alberto García Gómez para las ilustraciones y la maqueta.

Es también una alegría ver que ha cosechado un buen puñado de buenas críticas y que, tras un año en el mercado, sigue muy vigente, incluso con fuerzas renovadas de cara a estas Navidades. Las historias de los cuentos infantiles como este, en realidad, nunca pasan de moda.

Quisiera celebrar este cumpleaños agradeciendo a todos los que habéis recibido con cariño a La bruja Maruja y su castillo en vuestras casas, a los que lo habéis disfrutado contándoselo a vuestros hijos e incluso a toda la clase en esos días que los padres nos acercamos al cole a realizar una actividad. Y, sobre todo, a esos niños que, de una manera o de otra, me han hecho saber lo que han disfrutado y se han reído con esta historia.

¡Gracias!

El mago Abracadán y su chistera

Acabo de publicar, en colaboración con Alberto García Gómez, La chistera de Abracadán.

Vuelvo al género infantil, en el que me siento como en casa. Si La bruja Maruja y su castillo es un cuento ilustrado para peques de 3 a 6 años y ¡Supercoche! es una ficción interactiva para niños de 7 a 12, La chistera de Abracadán aborda otro género: es una obra de teatro.

Una obra de teatro para público infantil y, también, que puede ser representada por actores niños. La protagonizan el mago Abracadán y Medianoche, en los papeles más complejos y para los que recomiendo actores adultos o niños experimentados. En la obra intervienen cinco duendes de la magia que, estos sí, son aptos para cualquier niño. Además, la obra es flexible y permite adaptar el número de personajes, de duendes, al número de actores niños que participen en su interpretación, lo que facilita mucho el trabajo en grupos de teatro infantil de cualquier tamaño.

La chistera de Abracadán es una historia a la que tengo mucho cariño. Primero, por su origen. La que fuera mi profesora de creación durante años en la Universidad Popular de Alcorcón, Consuelo Cerejido, me la encargó. No como un ejercicio de clase o unas prácticas, sino como un favor para que la trabajara e interpretara su grupo de niños de la clase de animación a la lectura. Yo entonces tenía alrededor de veinte años, soñaba con ser escritor (esto sigo haciéndolo hoy en día, con cuarenta) y recibir un encargo literario fue estupendo. Aquel encargo, que en realidad era un favor entre amigos, me aportó toda la gratitud de Consuelo y una caja de bombones que saboreé encantado y compartí en casa con mi familia muy orgulloso. Entendí, también, que en realidad el mayor favor me lo había hecho Consuelo a mí, al regalarme una experiencia muy cercana a la escritura profesional.

Pero también tengo mucho cariño a La chistera de Abracadán por su crecimiento. El original que preparé alrededor del año dos mil funcionaba bien para una interpretación escolar, de apenas veinte minutos. El libro que sale ahora publicado contiene una versión bien pulida y abrillantada en sus detalles y que ha crecido hasta una obra de teatro de más entidad gracias al buen hacer de Alberto García Gómez. Dramaturgo y actor, autor de las obras Casting exprés y La visitante de Aguatierra, también ilustrador en La bruja Maruja y su castillo y, sobre todo, buen amigo.

Por todo esto, es para mí muy especial que esta historia con magia, duendes y los perseverantes Abracadán y Medianoche vea la luz y pueda estar a disposición de todo el mundo. Es, también, un homenaje que quiero hacer a la memoria de Consuelo Cerejido.

Lectúra creativa 2 con el lector José Jiménez Delgado

Logotipo podcast Lectúra creativa

En el programa número 2 del podcast Lectúra creativa del 19 de octubre de 2019 conversamos con el lector José Jiménez Delgado. El audio completo del programa se encuentra disponible en la plataforma Ivoox a través de este enlace.

Puedes seguir a José Jiménez en LinkedIn.

A continuación, puedes encontrar las referencias de los libros mencionados durante el programa, que incluyen enlaces de afiliados a través de los cuales podrás acceder a su compra online.

Al faro, Virginia Woolf – COMPRAR
¿Por qué manda occidente… por ahora?, Ian Morris – COMPRAR
Historia del tiempo: del big bang a los agujeros negros, Stephen Hawking – COMPRAR

Una de las recomendaciones más interesantes de este podcast es la colección de clásicos juveniles de Bruguera. Es probable que los originales puedan encontrarse en ferias y tiendas de segunda mano. Por otro lado, siempre se puede recurrir a ediciones modernas.

Corazón, Edmondo De Amicis – COMPRAR
Quo vadis? Henryk Sienkiewicz – COMPRAR
Alejandro Magno, Joseph Lacier

Lectúra creativa 1 con el lector Juan Miguel Lorite

Logotipo podcast Lectúra creativa

En el programa número 1 del podcast Lectúra creativa del 5 de octubre de 2019 conversamos con el lector Juan Miguel Lorite. El audio completo del programa se encuentra disponible en la plataforma Ivoox a través de este enlace.

Puedes seguir a Juan Miguel Lorite en diferentes redes sociales: Twitter, Instagram y LinkedIn.

A continuación, puedes encontrar las referencias de los libros mencionados durante el programa, que incluyen enlaces de afiliados a través de los cuales podrás acceder a su compra online.

Breves relatos aldumanos y tres cuentos fractales, Juan Miguel Lorite – COMPRAR
El idiota, Fiodor M. Dostoievski – COMPRAR
Moby Dick, Herman Melville – COMPRAR
Cien años de soledad, Gabriel García Márquez – COMPRAR
Mil años de historia no lineal, Manuel de Landa – COMPRAR
Rizoma, Guilles Deleuze – COMPRAR
Hojas de hierba, Walt Whitman – COMPRAR
La vida plural de Fernando Pessoa, Ángel Crespo – COMPRAR
El elogio de la sombra, Junichiro Tanizaki – COMPRAR
El halcón maltés, Dashiell Hammett – COMPRAR
El ritmo perdido, Santiago Auserón – COMPRAR
Mies y la gata Niebla, Andrés Jaque – COMPRAR
Finnegans Wake, James Joyce – COMPRAR

Princesa de voz

El microrrelato Princesa de voz fue escrito en Chinchón (Madrid) el 28 de septiembre de 2019. Habíamos llegado esa misma mañana y, tras una buena comida y el descanso posterior, aprovechamos la tarde para visitar la Iglesia de Nuestra señora de la Asunción y pasar un rato admirando las vistas de la Plaza Mayor, del castillo y de todo el pueblo desde la Plaza del Galaz. Allí se ubica la famosa Torre del Reloj de Chinchón. Allí capturé una piedra y la convertí en ficción.

Princesa de voz

Había una torre sin iglesia que encerraba una princesa. La princesa era solo voz de campana. Atrapada, vino el trueno a rescatarla y juntos jugaron a ser otros.

Sí, habían sonado realmente las campanadas en la torre, y también el estruendo de un petardo que vino a coincidir con la última campanada. Aquellos eventos acústicos me llevaron a escribir este microrrelato. Hacía mucho tiempo que no creaba un nuevo texto sobre piedra y me sentí bien. Sobre los pliegues y las derivaciones de este microcuento quizá toque hablar en otra ocasión.

Si pasas por Chinchón, no puedes perderte la preciosa vista del pueblo que se tiene desde la plaza de la torre del reloj. Si, después de un rato maravillándote con ello, quieres buscar por el suelo o los alcorques, quizá suenen nuevas campanadas.

Recomendación 4: Storytel

Mi recomendación de abril de 2019 va para Storytel. Se trata de un servicio que ofrece audiolibros de muy alta calidad en modo de suscripción. Similar a Netflix o HBO, pero de audiolibros.

Desde que uso Storytel, leo más. En realidad, escucho más. Aprovecho para sumergirme en libros cuando me toca conducir, cuando hago deporte o cuando hago alguna tarea rutinaria de la casa, como meter y sacar platos del lavavajillas. Storytel, junto con los podcasts, es una auténtica maravilla para aprovechar el tiempo.

Es cierto que existen decenas de podcasts interesantes que llevarse a la oreja. Hace unos meses recomendé Átomos y bits, por ejemplo. Pero Storytel ofrece algo diferente: una lectura de un libro realizada por un locutor profesional de alta calidad. Antes de utilizarlo por primera vez tenía dudas: ¿lograré con el audio una inmersión similar a la de leer un libro? Me descargué la aplicación y accedí a los 14 días de prueba gratuita, una manera perfecta para evaluar el producto. Dicción impecable, expresiva pero sin exceso de teatralización, sin efectos de sonido -solo tú y el texto, como en un libro, pero hecho voz-. Tan inmersivo como la lectura tradicional, y en un formato muy apropiado para los que nos cuesta un mundo encontrar media hora de aislamiento para sumergirnos en un libro. Con Storytel, no es raro «leer» tres o cuatro libros al mes.

El catálogo es amplio, e incluye las principales novedades editoriales. Como escritor, me interesa especialmente la ficción, las novelas, pero también he podido acceder a algunos títulos de no ficción muy interesantes. La aplicación es sencilla de utilizar en un smartphone y cumple con su cometido a la perfección, aunque sería deseable que ampliara sus funciones, por ejemplo, para poder navegar el audiolibro por capítulos. Si buscas novelas que no sean novedad editorial, Storytel es, de momento, algo más limitado. Aunque su catálogo aumenta día tras día, el esfuerzo se enfoca más a ofrecer las principales novedades. Se puede decir que Storytel, hoy por hoy, es más librería que biblioteca.

Te propongo a visitar Storytel, explorar su catálogo, seleccionar dos o tres caprichos y darte de alta en los 14 días de prueba gratuita. Me pregunto si, como a mí, te enganchará.

Recomendación 3: caminar

La recomendación de este mes, marzo de 2019, es caminar. Hay muy buenas razones para hacerlo desde el punto de vista de la salud y el bienestar, y seguramente sea una recomendación que hayas escuchado en otras ocasiones. Yo, como es costumbre, quiero destacar, sin embargo, los beneficios que tiene para la ficción.

Caminar es una actividad que activa la imaginación. Esto lo afirmo porque a mí me pasa y he decidido a arriesgarme a extrapolar la frase para todas las personas. Yo lo suelo hacer solo, deprisa, por la noche, escuchando un podcast, en recorridos solitarios y por un tiempo aproximado de una hora. Me gusta tocar alguna planta que crezca al lado de mi recorrido, me gusta que haga fresco y que me de un escalofrío antes de entrar en calor, me gusta también recibir algún bofetón de viento. Todo esto me recuerda que estoy vivo, me saca de la burbuja de casa-coche-oficina que nos hemos construido y que a veces nos tiene tan enclaustrados que parece que vivimos la vida de otro en vez de ser nuestros protagonistas. He concebido un buen puñado de ideas que aplicar luego a mis textos de ficción mientras caminaba, lo que es muy bueno para un escritor. Además, de alguna manera caminar carga pilas y llena de buen humor; al llegar a casa, uno se siente con más ganas de ponerse manos al teclado.

Como lector, es también un ejercicio estupendo. En muchas ocasiones he llevado audiolibros o podcasts en los que se narran cuentos para mis caminatas. La inmersión que se consigue en la historia es estupenda, tan potente como la que puede lograrse leyendo un libro en un sillón, sintiendo el tacto de sus páginas, el leve olor a lignina del papel y rodeado de silencio. Además, implica un cambio de lo más interesante: leer o, mejor, consumir ficción en modo audio, ya no es una actividad sedentaria y que debe realizarse en exclusiva. Ahora podemos compatibilizar la lectura con el deporte o las caminatas, perderemos algún gramo de grasa, pero ninguno de inmersión en la ficción.

Aunque perece la recomendación perfecta, no quiero dejar de advertir que esta actividad puede ser adictiva. Menos mal que no parece tener efectos secundarios. Espero que estés yendo ya mismo a buscar tus zapatillas de leer.

¡Supercoche!

El pasado mes de febrero salió a la venta mi nuevo libro ¡Supercoche!

Es una ficción interactiva, al estilo de los míticos Elige tu propia aventura, editado en la que es sin duda la colección de referencia actual en español en este tipo de libros, Tú decides la aventura de la editorial Hidra.

Escribí ¡Supercoche! entre abril y octubre de 2018. La ideación fue anterior. Hace ya dos o tres años que vengo trabajando en las aventuras de un niño y un coche inteligente, en la relación entre ambos y en lo que puede ofrecer y dar de sí una historia de este tipo. Casi desde el principio, identifiqué el público infantil como el objetivo y el de librojuego -más bien, ficción interactiva explorativa- como el formato más adecuado. El abanico de opciones y posibles aventuras es muy amplio. ¿Qué cosas puede uno hacer con un supercoche? ¡Muchas, desde luego!

Enlacé varios días con buen ritmo de escritura en agosto, pero el mes de septiembre y la primera mitad de octubre fueron muy intensos en mi trabajo y tuve que aparcar temporalmente el supercoche. Aguardó en su garaje, reposó y maduró mientras yo tenía la cabeza y las energías puestas en la oficina. En cuanto pude volver a dedicar algunas horas de las noches y los fines de semana al ¡Supercoche!, pude concluir el manuscrito. Ayudó, desde luego, asistir al kick-off del NaNoWriMo en Madrid y contagiarme de las ganas de escribir del grupo de locos que quisimos juntarnos la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre para hablar de libros y escribir.

No es la primera vez que abordo un libro de estas características. En 1990, de niño, ya escribí una obra interactiva, lo cuento en detalle en este artículo. Ahora la publicación tiene más trascendencia: lo hago con una editorial potente, el libro se puede encontrar en grandes superficies y pequeñas librerías de toda España y se incluye en una colección exitosa. Pero la emoción de haber escrito un libro y sostenerlo en las manos es muy similar a la que sentí de niño 1990 con aquél libro tan sencillo, ejemplar único y artesano.

Mis ejemplares de cortesía de «¡Supercoche!» recién recibidos de la editorial

Volver a sentirse como un niño es genial. Y la lectura de uno de estos libros nos puede transportar a la infancia con más rapidez de la que creemos. Os dejo aquí la sinopsis:

¡EL COCHE MÁS AVANZADO DE LA HISTORIA! ¡Acabas de ganar un concurso! Y vas a ir a recoger tu premio (¿qué será?) a Neuroquantics, una empresa que tiene lo último en tecnología. Allí descubrirás desde una increíblemente avanzada realidad virtual hasta un modelo de coche futurista que va más allá de lo que alcanza la imaginación. ¡Pero al llegar, descubres que Neuroquantics está bajo ataque! Tu habilidad para conducir podría salvar no solo la empresa, sino a todos los que trabajan allí… DE TUS DECISIONES DEPENDE TU DESTINO. EN EL CAMINO QUE ESCOJAS ESTARÁ LA CLAVE PARA SALVAR NEUROQUANTICS O PERMITIR QUE EL ATAQUE LA DESTRUYA.

Recomendación 2: átomos y bits

Mi recomendación del mes de febrero de 2019 va para el programa podcast átomos y bits de EFE Radio y que se publica semanalmente en la plataforma iVoox.

Además de un estupendo programa de divulgación científica, es toda una fuente de ideas y estímulos para escritores. Sobre todo del género de la ciencia ficción.

Son programas de media hora que, salvo excepciones cuentan con dos bloques. El primero, dedicado a noticias científicas en el que se tratan todo tipo de temas pero donde destaca la astronomía. Más de la mitad de los programas abordan algún aspecto de los planetas, las galaxias, la exploración espacial, etcétera. La segunda parte de cada programa suele estar dirigida a presentar o analizar alguna novedad en los aparatos tecnológicos de consumo. Suelen ser, en su mayoría, descripciones de las capacidades de los últimos teléfonos móviles aparecidos en el mercado. El programa se cuenta a dos voces de periodistas, con Pedro Pablo May como presentador y José Manuel Nieves como experto en noticias científicas y tecnológicas.

Galaxia espiral vista por el Hubble. Tomada del banco de imágenes de la NASA

¿Por qué es tan recomendable este podcast? Son varios los motivos:

Primero, el propio formato podcast, que lo convierte en un contenido que puede consumirse en el coche, mientras se hace deporte o como acompañamiento a paseos o tareas del hogar.

Segundo, su duración es muy cómoda, media hora por programa, es muy radiofónico y la conversación a dos voces lo hacen muy natural para la escucha, lo que convierte cada episodio en una pieza de consumo agradable.

Tercero, que se sitúa en un nivel muy interesante de divulgación. Es entendible para cualquiera que sienta curiosidad por la astronomía y otras ramas de la ciencia y conozca unos mínimos conceptos básicos, pero también abre puertas y se asoma a cierto nivel de detalle para el que quiera un punto más de profundidad. No llega a entrar en niveles muy técnicos, pero sí se detalla lo suficiente como para entrar de lleno en la fase de fascinación, de poder pensar en las implicaciones del descubrimiento o la noticia. Este es el punto más conveniente, a mi parecer, para motivar ciencia ficción. La base científica está ahí y es cierta, pero la verdadera potencia de las noticias divulgadas se encuentran en la capacidad de hacer pensar, de hacerse preguntas y procurar responderlas desde el punto de vista de la ficción, imaginando posibilidades. Esto es oro puro para un escritor de ciencia ficción, un ejercicio divertido y que, además, entrega decenas de elementos con los que poder construir textos.

Cuarto, que su temática científica no pasa de moda. Quizá las novedades en teléfonos inteligentes de un programa de tres o cuatro años atrás pierdan interés y vigencia, pero las noticias de astronomía suelen tener un ciclo de vida mucho más largo. Por ejemplo, oír hablar sobre la hipótesis de que existan planetas totalmente oceánicos, cubiertos por agua y sin continentes, y que se cree que la Tierra fue un planeta así en sus primeras etapas de formación, es una información sobre la que pueden producirse nuevos descubrimientos, pero la idea en sí es ya permanente, una pieza útil para fascinarnos pensando en ella o para incluirla en nuestros cuentos y novelas.

Estoy manejando algunos conceptos que he descubierto gracias a átomos y bits, ya sea directamente o gracias a un poquito de eleboración ficticia a partir de las noticias divulgadas. Por ejemplo, es muy posible que mi próxima nave espacial en relato o novela no sea una estructura de hierro, similar a las de Star Trek o Star Wars, sino que se trate de un asteroide natural tipo Oumuamua en cuyo interior se ha construido un hábitat humano y al que se le ha colocado un motor espacial. ¿Para qué gastar cantidades ingentes de energía y material poniendo en órbita desde la Tierra toneladas y toneladas de metal para el fuselaje de una nave, cuando ya tenemos miles de estructuras flotando no tan lejos de nosotros? Y así, otras muchas ideas basadas en conceptos interesantísimos como la panspermia, el noveno planeta del Sistema Solar, exoplanetas, otras dimensiones, energía oscura…

¿Qué estás haciendo que no has ido ya a iVoox?

Buscadores de Semillas

Llueve y ha bajado la temperatura, pero no dejo que me atrape la pereza y salgo. Poco después, estoy acompañado de Juan Miguel Lorite, de Julián Berlanaz y de unos cafés. No unos cafés cualesquiera, por cierto. El frío queda al otro lado de las ventanas y paredes. Hablamos, como hemos hecho tantas otras veces, sobre literatura experimental. Pero con dos diferencias fundamentales.

La primera, que la conversación no solo explora, sino que navega hacia un objetivo: enrolar al escritor Julián Berlanaz para que nos preste la obra en la que está comenzando a trabajar, Buscadores de Semillas, como conejillo de indias sobre la que experimentar.

La segunda, que en algún momento pulsamos el círculo rojo del botón de grabar.

Así creamos la primera entrega del podcast de Buscadores de Semillas. Está subido en iVoox para que lo pueda escuchar cualquiera. Tranquilo, de momento es inofensivo.

De momento.

Pulsa en el dibujo para buscar semillas

 

 

Cómo hacer un cuento de brujas para niños

Me gustan los making of de películas y series, esos pequeños documentales que cuentan cómo se hizo. Por eso, como escritor, me gusta incluir una sección de cómo se hizo en mis libros. Naksatra, el recopilatorio de cuentos que publiqué en 2017, incluye uno muy detallado en el que explico el proceso creativo de cada uno de los textos y, también, del libro en su conjunto. Escrito en piedra: Nigredo también incorpora un apéndice, esta vez muy breve, que narra el proceso de creación de los microcuentos, aunque se centra en la parte material y plástica, de cómo caligrafiar un microcuento sobre piedras recogidas en distintos momentos y lugares de España con este propósito.

Cuando publiqué La bruja Maruja y su castillo, no incluí un making of. A diferencia de los anteriores, que son para adultos, La bruja Maruja y su castillo es un cuento infantil ilustrado y no consideré apropiado añadir nada más. Sin embargo, su proceso creativo ha sido genial y merecedor de un cómo se hizo: lo creé a medias con mi hijo Iván cuando él tenía 4 años, y eso lo hace muy especial. Además, las ilustraciones y la maqueta corrieron a cargo de Alberto, uno de mis mejores amigos. Así que allá voy, el merecido making of de La bruja Maruja y su castillo tendrá cabida, finalmente, en este blog.

Todo empezó el 30 de marzo de 2018. Agarré un cuaderno, un bolígrafo y le propuse a Iván escribir un cuento. Así, sin más. Los cuentos forman parte de nuestro mundo desde que mi hijo nació. Le he leído muchos pero, también, los he inventado para él. Estos cuentos inventados muchas veces no pasan de su versión oral. Iván, como cualquier niño, pide repetir los cuentos que le han gustado. Así, algunos de los que hemos inventado han ido evolucionando y puliéndose hasta funcionar realmente bien. La bruja Maruja y su castillo tuvo una primera versión del tirón, calculo que en cosa de menos de media hora. Quise hacerlo con dibujos y escribiendo letras, no solo como ejercicio oral, y también impliqué a Iván desde el primer momento en su creación. Mi hijo no sería un receptor pasivo, sino que construiríamos juntos la historia. Y funcionó. Suyos fueron los elementos principales: una bruja como protagonista, un castillo como lugar o escenario, y tirarse pedos como acción. Teníamos quién, dónde y qué, suficiente para empezar, y nos pusimos a ello. Así, libreta y boli en mano, creamos la primera versión. He escaneado sus 8 páginas originales para que podáis ver dos cosas. La primera, que el proceso creativo es muy divertido. La segunda, que soy tremendamente torpe dibujando pero sí, los dibujos son míos aunque parezcan de un niño.

Página 1: Los elementos iniciales los plantea mi hijo. Hay una bruja, aún sin nombre, que quiere tener su propio castillo. Es una bruja mala. Se dedica a hacer pócimas para reunir el dinero necesario para comprarse el castillo. Vamos creando el cuento juntos. Dibujo, escribo y se lo narro a mi hijo según evoluciona. Él permanece muy atento observando el proceso y participando en él.

 

Página 2: «Si alguien entra en mi castillo, lo tiro al pozo y me lo como». El mensaje del cartel es tal cual lo dijo Iván, copiado al pie de la letra. Yo hubiera optado por algo menos agresivo, pero preferí respetar la propuesta del niño.

 

Página 3: llega el momento de ponerle nombre a la bruja. De sus atributos, «mala» y «bruja», tomamos «Ma-» de mala y «-ruja» de bruja para montar «Maruja». Y para reflejar esto, ¿qué mejor que hacerla reír desde lo alto de una torre?

 

Página 4: ponemos a nuestra bruja Maruja a volar en una escoba. Después, le entró hambre. Creo recordar que Iván propuso que comiera una sopa, y yo aporté el polvo de escamas de dragón.

 

Página 5: la bruja Maruja se dispone a comer la sopa que ha preparado, sin saber que en lugar de sal ha echado nada menos que escamas de dragón. ¡Qué peligro!

 

Página 6: genial aportación de Iván. Las escamas de dragón provocan muchos pedos. Y no unos pedos cualesquiera, ¡nada menos que pedos mágicos!

 

Página 7: el verdadero problema de la trama de este cuento no era que la bruja necesitaba conseguir dinero para comprar el castillo. Eso lo resolvió fácilmente vendiendo pócimas. Sin embargo, ahora Maruja se enfrenta a algo más grave que no puede resolver sola. Los pedos que le ha provocado la sopa mágica han destrozado su querido castillo y necesita ayuda de los demás. La bruja Maruja debe hacer algo que nunca haría, que es pedir ayuda a los demás. Y para conseguir su ayuda, debe transformarse en una bruja buena. Este es el verdadero núcleo del cuento. Encaja a la perfección con la lógica de los cuentos que entiende Iván.

 

Página 8: final feliz, la bruja se hace buena, recibe ayuda y todo queda solucionado. Por supuesto, termina con la fórmula «Y colorín, colorado, este cuento se ha acabado». Iván no se ha despegado de mi lado y lo ha pasado en grande viendo cómo se crea el cuento, con texto y dibujos, y participando de forma activa en su elaboración.

Lo siguiente fue mostrar orgullosos nuestra creación. Aquello era un cuento completo, con su trama y su desarrollo. Había detalles que ir puliendo, desde luego, pero ya tenía un material perfecto para contar a Iván una y otra vez.

La bruja Maruja y su castillo tenía potencial. Me gustaba y, mejor aún, le gustaba a un niño de 4 años. Decidí evolucionarlo a un cuento «de verdad», a una edición de libro infantil ilustrado como los que se apilan en la balda más baja de nuestra librería del salón, la pequeña biblioteca de Iván.

Tocaba pasar el cuento a ordenador, redondear algunos detalles, pulir y corregir el texto. También, pensar en el formato. Sería un cuento ilustrado a todo color y a página completa, con formato cuadrado. El texto llevaría una letra grande y de tipo ligada, esa que utilizan en los colegios para enseñar a leer a los niños. Todo esto no vino de un análisis concienzudo ni tampoco del azar. Los criterios para el formato respondían, ni más ni menos, a lo que yo mismo como padre buscaba en un cuento cuando tenía que elegir uno para mi hijo de, entonces, 4 años.

En este tipo de libros, el trabajo de ilustración es enorme. Mi amigo Alberto aceptó el reto de ilustrarlo y maquetarlo. Le pasé el texto y, a partir de ahí, fuimos dando los pasos necesarios. En esta fase el trabajo estaba en su tejado.  Hablábamos cada pocos días, casi más por mail que de viva voz, y utilizamos Google Drive para compartir los archivos. Recuerdo que era siempre una alegría recibir una actualización y hacer comentarios sobre los bocetos o dibujos originales. No podía resistir la tentación de enseñarle a Iván los progresos y preguntarle qué opinaba de los dibujos.

Ejemplo de doble página, tal y como lo vería el lector cuando abriera el libro por la mitad. La página de la izquierda está completa, la de la derecha abocetada. El trabajo de Alberto fue excelente. El texto se incluye ya con la letra ligada. Este punto intermedio es del mes de agosto de 2018.

El cómo se hizo podría tener todo un capítulo aparte en cuanto a diseño, ilustración y maquetación. Algunas de las cosas con las que tuvo que lidiar Alberto, además de concebir en imágenes una historia que era solo texto, fue con los dibujos originales en tamaño A3 y su posterior escaneo y ajuste para trabajar en digital, las pruebas de color con los distintos estándares, como CYMK, y las diferencias entre lo que uno ve en una pantalla de ordenador retroiluminada y lo que luego queda impreso en papel, el ajuste del grosor de la tipografía para que el ligado de las letras fuera continuo… y lidiar conmigo, el autor pesado, que en dos o tres ocasiones le pedí cambiar algún pequeño detalle del texto. Alberto aportó muchísimo a la historia, no solo las ilustraciones.

En paralelo, redactamos todas esas cosas adicionales al cuento como tal que debe llevar un libro: portada y contraportada, dedicatoria, sinopsis y un parrafito sobre los autores. Con todo el trabajo realizado y la maqueta en el formato exacto que elegimos de entre las opciones de Amazon, subimos el libro a la plataforma. El proceso requirió algunos ajustes adicionales y esperamos a recibir la copia física de prueba antes de publicar el cuento y que estuviera disponible para todo el mundo.

Y, por fin, el 28 de noviembre de 2018, ocho meses después de que lo cibiera con Iván, La bruja Maruja y su castillo era ya un cuento de verdad que cualquiera podía comprar. Inundamos nuestros Whatsapps con la noticia y por fin disfrutamos del resultado, del tacto de las hojas, de las ilustraciones o de regalarlo a los familiares más cercanos. Pero, sobre todo, era un gustazo volverlo a leer con Iván, que ya contaba con cinco años, y que seguía disfrutando con La bruja Maruja y su castillo.

La acogida es, y sigue siendo, estupenda. ¡Gracias por todos vuestros  cariñosos comentarios! Os animo a crear vuestras propias historias junto con los peques, es toda una aventura.

 

Recomendación 1: librojuegos.org

Hoy comienzo una nueva sección sobre recomendaciones en esta web. Una de mis conclusiones del cambio de año fue que, en esto de escribir, hay muchas personas con las que colaboro, que me ayudan o contribuyen de alguna manera a que mi carrera de escritor siga avanzando. Pero, para ser justos, hay algo más que personas. En mi día a día utilizo herramientas, consulto páginas webs y todo tipo de contenido digital o me relaciono con editoriales, librerías y otras piezas del puzle del mundo del libro. Sí, detrás de cada uno de estas cosas siempre hay una o más personas, pero son esos servicios, productos o contenidos los que quiero resaltar, mes a mes, con estas recomendaciones.

Esta primera recomendación, de enero de 2019, quiero dedicarla a la comunidad de librojuegos.org. Su cuartel general es, por supuesto, su sitio web, liderado por los expertos en ficción interactiva, diseñadores y escritores de librojuegos Fernando Lafuente, Jacobo Feijóo y Juan Pablo Fernández. La comunidad la conforman ellos y otros expertos, escritores, fans y editores que son el verdadero alma del grupo.

librojuegos.org está activa desde 2013 y me enrolé en ella en 2015. Gracias a esta comunidad, he recuperado la afición que tenía de niño por el género de la ficción interactiva y mucho más que eso: he reincorporado los librojuegos a mi escritura después de muchos años y he conocido a un grupo de personas geniales.

El sitio web de librojuegos.org está plagado de posts interesantes. Reseñas, noticias y todo tipo de artículos. Incluye un buen número de entrevistas, uno de los formatos que más disfruto como lector de blogs, y a la que pude contribuir en su día con una entrevista a Chris Klimas, creador de Twine, que realicé para un proyecto europeo sobre «smart publishing» o edición inteligente y que los compañeros de librojuegos.org tradujeron y reprodujeron en la web. Dejo el enlace a la entrevista aquí.

Destaca, como en todas las comunidades con vida, el foro, donde se plantean debates sobre ficción interactiva de calidad. Algunos de los mayores expertos en librojuegos de España son miembros muy activos en estos foros, y es una gozada poder tratar con ellos.

Tanto si te apetece retomar el género de la ficción interactiva, como me pasó a mí, como si es la primera vez que te sumerges en los librojuegos, esta comunidad es para ti. Referencia en español, de lo poquito que hay de relevancia en nuestro idioma si comparamos con todo lo que la ficción interactiva moviliza en el mundo anglosajón, y un alma real alimentada por un sensacional grupo de personas. Nos vemos por allí, si pinchas en la imagen de abajo para recoger el guante de esta recomendación.

 

Cerrando el capítulo 2018

Un blog merece la pena aunque solo sea por tener un lugar donde hacer balance de cada año y planificar el siguiente, un ejercicio estupendo para los ratos libres que nos ofrece la Navidad.

Mi balance literario de 2018 es bueno y mi gran conclusión es que la escritura no es un oficio tan solitario. Echando la vista atrás, creo que todas las empresas literarias que he acometido este año que termina han contado con el apoyo de otras personas. Por eso, más que lista de logros, me gustaría presentar los siguientes puntos como lista de agradecimientos a las personas que han compartido letras conmigo.

  • Si en 2017 rompí el cascarón con la publicación de dos libros, Naksatra y Escrito en piedra: Nigredo, en 2018 he sacado a la luz La bruja Maruja y su castillo. He ampliado mi catálogo y, además, lo he hecho con un cuento infantil con el que he disfrutado mucho. El proceso de elaboración ha sido muy especial: lo he creado con mi hijo, lo ha ilustrado y maquetado mi gran amigo Alberto García y todo el proceso lo ha supervisado mi mujer.
  • He continuado al lado de mis compañeros de Verbo Azul, mi grupo de escritores de referencia al que voy a enchufarme cuando tengo la batería literaria baja y que siempre me entrega energía y ganas de seguir.
  • He redactado algunos relatos breves y cuentos infantiles.
  • He visto cómo Ideas para Lucía y Linda Pituitaria, dos de mis cuentos más queridos de Naksatra, han tomado forma de audio gracias al podcast A voz en cuento, creado por José Jesús García Rueda, y han cosechado miles de escuchas.
  • He publicado una nueva edición de Escrito en Piedra: Nigredo en Amazon, gracias al buen hacer de Juan Miguel Lorite en el trabajo de diseño.
  • He disfrutado de presentaciones y actividades literarias como el NaNoWriMo en Libros de Arena, librería vocacional regentada con un cuidado y cariño enormes hacia los libros por José Ángel Fornás.
  • He contado con la complicidad y el apoyo de la comunidad de Librojuegos.org, unida por un grupo de Whatsapp que ha sabido llenar los enormes espacios de tiempo entre los esporádicos cafés que he podido compartir con alguno de ellos en persona, y que han ayudado a mantener vivo mi interés por la ficción interactiva.
  • He completado un manuscrito que, si todo va bien, será mi próxima obra publicada, y para cuya redacción han sido muy valiosas las aportaciones de mi sobrino y de mi mujer, incansable lectora cero y correctora.

Tengo mucho que agradecer a muchas personas, tanto en la creación como en el apoyo a los resultados de mi trabajo en escritura: compañeros de trabajo, amigos del barrio, de la Universidad,  y tantos otros. Por eso, en mis planes para 2019 no me ha extrañado nada ver que, muchos de ellos, cuentan ya de inicio con la colaboración de otras personas.  Aquí van algunos :

  • Publicar ediciones en francés y en inglés de La bruja Maruja y su castillo.
  • Crear dos nuevos cuentos infantiles.
  • Completar la edición de La chistera de Abracadán, obra de teatro infantil.

Y continuar con algunos proyectos interesantes que tengo entre manos pero que aún necesitan definirse un poco más antes de hablar de ellos en este blog.

Gracias a todos los que estáis ahí y me habéis ayudado de alguna manera.